Andrea Rincón abrió su corazón para hablar como nunca sobre el infierno que atravesó con las adicciones. Fue en Seres Libres (Crónica TV), con la conducción de Gastón Pauls. Allí, el actor -adicto en recuperación- lleva adelante entrevistas íntimas con personalidades que pasaron por la misma situación, para darle forma al “primer envío de la historia de la tele nacional en desarrollar en primera persona y crudamente el mundo de las adicciones”, según definió Pauls en Télam.
Rincón lleva varios años luchando contra la adicción a la cocaína y al alcohol y en la charla con Pauls contó, entre otras cosas, cómo fue que empezó: “Arranqué de muy chica. Consumía con un novio que tenía, a los 15 años. Empezás de a poquito, estaba bueno, hablábamos... había una parte donde me adormecía y esa fragilidad que yo tenía, ya no existía. Veía las cosas de otra manera. Hasta que el otro día, estaba 10 metros bajo tierra”, recordó.
En el camino de la recuperación, Andrea contó que mucho tuvieron que ver su hermano y su cuñada, quienes “cuando yo estuve mal, me llevaron a su casa a vivir con ellos. Cuando me llamaba alguien ‘del palo’ y yo decía que no, me daban premios, me daban chipá, chocolate, cosas que me gustaban. Y se emocionaban. Y estaban todo el tiempo ahí cuidándome. Mi cuñada fue la primera persona que me arropó en mi vida. Ellos me cuidaron, me sanaron con amor.
Luego, Pauls quiso saber quiénes fueron las otras personas que colaboraron con su recuperación. Y Rincón nombró a la pareja de actores Nancy Dupláa y Pablo Echarri, quienes en 2016 la convocaron para actuar en La Leona, serie producida y protagonizada por la pareja. “Con Nancy Dupláa me pasa algo muy especial, porque siento que me dio la oportunidad en un momento muy importante. Me sentí muy valorada y cuidada con ella y con Pablo Echarri”, dijo la actriz, quien ganó un Martín Fierro como actriz revelación por su papel en esa serie.
Además, agregó: “Ellos tienen como una imagen de papá y mamá, y así cuidaban a todo el equipo. Pero yo estaba en un momento heavy. Y sentir ese amor de alguien que te hace una caricia y te hace creer que en este mundo hay una parte hostil pero también un lado bueno donde nos podemos parar de ese lado”.
En otro de los pasajes de la entrevista, Pauls le preguntó cuál era su droga de preferencia y cómo consumía, a lo que Rincón respondió: “La falopa, pero también el alcohol, porque había que llevarla. Porque consumía tanto, que cuando sentía que el bobo se me iba a parar, era whisky, whisky, whisky. Llegó un momento en que estaba sola, agazapada, durante días. Días en los que el mundo se detenían y yo estaba así. Rarísimo... bueno, rarísimo no, es el infierno”.
Luego contó cual fue el momento en el que sintió tocar fondo con las adicciones. Y fue muy elocuente al respecto: “Fue antes de internarme. Mi fin y mi cometido era morirme. Lo tenía clarísimo. Pero yo sabía que si me suicidaba, tenía que ser de una manera que no parezca. Porque yo ya había tenido un intento de suicidio y como dejé a todo el mundo alrededor, dije: ‘No le puedo hacer esto a los que amo’. Pero me costaba el mundo, me costaba la vida, me costaba vivir en un mundo tan hostil”.
Andrea dijo que en su infancia notó ciertos rasgos autodestructivos en su personalidad: “A los 4 años no podía ver el noticiero, porque cuando veía cosas me agarraba una crisis que empezaba a llorar, lo tenían que apagar. Era desesperante, porque no entendía cómo podían suceder este tipo de cosas con las que convivimos diariamente. Me lastimaba, me cortaba los brazos. Era muy chiquita y mi encerraba en el baño, tenía bronca y me cortaba los brazos. Y después, el autoflagelo siguió por otro lado”.
Por estos días, mantiene su recuperación y está experimentando un cambio en su vida: “El alcohol me volvía extrovertida. Después de la recuperación tuve que aprender a vivir. Nunca había tenido una cita con un hombre sin un vino de por medio”, dijo. Y concluyó: “Me amigué con mi lado más frágil. Si hay algo que entendí, es que no aparento nunca más nada. Eso es la libertad, poder ser quién somos”.
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