“A fines del 2019 la pasé muy mal. No pasó nada puntual, pero la pasé mal. No estaba bien yo”, comenzó diciendo Grego Rossello en diálogo con Tomás Dente para Vino para vos, en Kzo. El actor e influencer, que suele mostrar su faceta más divertida frente a sus seguidores, abrió su corazón para contar la situación más difícil que le tocó afrontar en la vida.
¿Qué fue lo que le pasó? “Venía de un Gran Rex en el 2016, de otro en el 2017 y de un 2018 de viajar por el mundo y estar en esta cosa de las redes de pegar el video de medio palo y estar en boca de todos. Y, de repente, sentir que quizá no tanto. Me veía desganado”, empezó diciendo el actual humorista de Santo Sábado, por América.
Y continuó: “Tuve un accidente de auto que ahora lo cuento en el show riéndome, pero nunca lo conté en serio, donde me pegué un susto bárbaro. Mi psicóloga me pidió aumentar las sesiones. Y estuve seis meses yendo al psiquiatra. Estaba mal”.
Enseguida, Rossello explicó lo duro que fue para él asimilar esta situación. “Yo nunca había entendido cuando, por ahí, mi hermano me decía: ‘El bocho me jugó una mala pasada’. Como siempre fui tan optimista, tan de sentir que la felicidad depende de uno, que es algo que sigo creyendo, nunca había entendido la magnitud de cómo te puede jugar para atrás el bocho. Aunque te esté yendo todo bien. Eso de estar triste por estar triste. Yo estaba triste y no sabía por qué. Y me partía”, reveló.
Frente a esta realidad, Grego recordó: “Yo fui a un colegio bastante chetongo. Y, cuando a mis amigos les dije que iba a estudiar Historia y Licenciatura en arte dramático, me dijeron: ‘Vos te querés cagar de hambre’. Amigos de los que hoy estoy muy orgulloso. Pero de chicos iban a ver a CEOs de empresas, dónde lo normal era tener una casa de fin de semana. Y yo me acuerdo, porque esto (el éxito) es ahora, pero yo hice cuatro años de shows a la gorra, dónde no llegaba a juntar tres mil quinientos pesos haciendo el cálculo para ver si me podía ir a vivir solo”.
El actor e influencer reconoció que en la burbuja en la que vivía, ir contra lo establecido era considerado “una locura”. “Y de repente, cinco años después, cuando tenía mi departamento, tenía el auto que yo quería y tenía el trabajo que me gustaba, igual había algo que no (estaba bien)...Pero salí: fueron cuatro o cinco meses que me ayudó la terapia y el psiquiatra”, relató.
Rossello reconoció que nunca se había animado a contar que había necesitado ayuda de un especialista en temas de depresión. “Da un poco de vergüenza. Es más, me acuerdo que cuando mi psicóloga me dijo: ‘Che, por las dudas, no querés ir a ver (a un psiquiatra)’. ¡Me enojé! Dije: ‘¿Piensa que estoy loco esta mina?’ Si yo vengo acá y hago terapia hace cinco años, laburo, me preocupo por el bienestar emocional de mis familiares...¿Yo? Sentía que había un montón de cosas externas que a mí me estaban jodiendo”, señaló.
Finalmente, Grego reconoció que un amigo lo convenció de ir y fijarse “qué onda”. “Fui a ver a un muchacho que es un crack, al que le tengo mucho aprecio. Tenía miedo de que me diera medicación, pero no llegaron a medicarme ni nada. Y hoy pienso que, si lo hubiera tenido que hacer por algún motivo (tomar medicación), no hubiera tenido drama tampoco”, concluyó.
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