Con 50 dólares en la mano se puede empezar a soñar con adquirir un disco de oro de Phil Collins, de esos que se ganó después de haber vendido más de 100 millones de copias. El 4 de febrero, en una subasta donde también habrá “premios surtidos” del músico británico, su última ex esposa, Orianne Cevey, expondrá el botín que consiguió (después del divorcio) a unos precios irrisorios. No son buenos tiempos para Collins, que además tuvo que volver a posponer la reunión con Genesis, el grupo con el que finalmente se iba a reencontrar después de 14 años. Mientras celebra su cumpleaños número 70, Phil batalla contra sus problemas de salud y avanza.
Orianne Cevey fue lo peor que le pudo haber pasado a Phil Collins en los últimos años. Antes de lanzar la humillante subasta, la mujer nacida en Suiza tuvo que ser desalojada de la casa de Miami que alguna vez compartió con su ex y donde terminó conviviendo con su nuevo marido. Cuando se fue, se llevó todos los objetos que ahora ofrece al mejor postor por unos pocos dólares. Además, Cevey tiene a la venta ropa suya de Chanel, joyas, relojes y calzado. Las ganancias obtenidas serían destinadas a la Fundación Never Give Up, que ayuda a las víctimas de lesiones medulares. Aunque el trasfondo de la historia hace pensar que la verdadera víctima es Collins.
Esta diseñadora de joyas conoció a Phil Collins en 1994, cuando trabajó como traductora del músico durante una gira por Suiza. Ella tenía 21 años y él 43, se enamoraron y a partir de ahí todo fue flechazo, pasión, hijos y peleas. En ese orden. Se comprometieron tres años después de haberse conocido y finalmente se casaron en 1999. En 2006, empezaron los trámites de un divorcio que terminó dos años más tarde con 25 millones de libras en juego y que finalmente fueron a parar a las arcas de ella. Para ese entonces, Orianne ya estaba saliendo con el banquero de inversiones Charles Fouad Mejjati, con quien luego se casó, poco después de su divorcio con Collins. Pero como si nada hubiera pasado, en 2016 la suiza y el británico volvieron a estar juntos y reunidos bajo un mismo techo con sus hijos Nicholas y Matthew Collins, y también con Andrea Mejjati, fruto de ese corto matrimonio de ella con el banquero.
En agosto del año pasado, Cevey volvió a sorprender a Collins y se casó con el empresario Thomas Bates de 31 años, en una escapada a Las Vegas que prometía ser un viaje de negocios. La prensa británica aseguró que ella le habría enviado un mensaje de texto al músico diciéndole que había encontrado un nuevo amor. Y con este nuevo amor es con el que se atrincheró en la casa de Miami, mientras Phil Collins suspendía nuevamente la gira que lo iba a tener al frente de Genesis por fin, después de tantos años de parate. La mujer, desesperada por quedarse con la mansión Collins, no tuvo reparos en declarar que el padre de sus hijos se lavaba los dientes una vez al año, rara vez se bañaba y se había convertido en un ermitaño. Orianne se llevaba otra vez el dinero y el orgullo. Y Phil se quedaba sin tour.
Originalmente, Genesis había confirmado una gira retorno para 2020, iba a ser la primera en 13 años, pero ya van 14 y el encuentro sigue en veremos. Antes de que comenzase la pandemia, Collins junto a sus compañeros Tony Banks y Mike Rutherford habían anunciado que volvían, en un programa de la Radio BBC de Londres. En ese entonces, adelantaron que esta gira iba a constar de una serie de espectáculos en todo el Reino Unido a partir del segundo semestre de 2020. Allí también anunciaron que a esa formación casi original se sumaría el hijo de Phil, Nicholas Collins -el baterista de 19 años que sigue los pasos de su padre- y un amigo de la casa, el guitarrista y bajista Daryl Stuermer. Faltaría el inconquistable Peter Gabriel que dejó el grupo en 1975 y no vuelve ni loco, al menos por ahora, y otro ex, el guitarrista Steve Hackett, que ni siquiera habría sido convocado.
El grupo que surgió en 1967 de una amistad de escolares en Surrey, Inglaterra, trascendió gracias a la exquisitez de su música plasmada en clásicos como “Invisible Touch”, “Throwing It All Away” y “I Can’t Dance”. Collins se sumó en 1970 como baterista y se convirtió en la voz principal cuando se fue Gabriel, unos años después. En 1996, Phil dejó a sus compañeros para abrirse camino como solista, también con mucho éxito. Hubo un alto en 2007 cuando Genesis volvió a reunirse en un escenario, como parte de la celebración por el aniversario número 40 de la gira Turn It On Again. Y después de tanta pausa, venía este reencuentro.
En los últimos años las apariciones públicas del músico han sido algo tristes: se lo pudo ver caminar con dificultad, ayudado por un bastón, y con un pésimo semblante. En sus memorias de 2016 Aún no estoy muerto, Collins abrió su corazón y contó que se había convertido en alcohólico después de beber cantidades industriales de alcohol y que se estaba quedando sordo. “No oigo nada. Por mucho que intente echarla abajo, la obstrucción del oído derecho no cede. Intento hurgar un poco con un bastoncillo de algodón. Sé que se aconseja no hacerlo: el tímpano es sensible, en especial si ha estado sometido a toda una vida tras la batería. Pero estoy desesperado. Mi oído derecho está kaput. Y ese es mi oído bueno, pues el izquierdo lleva una década fastidiado. ¿Eso es todo? ¿La música, finalmente, ha acabado conmigo? ¿Me he quedado definitivamente sordo?”, dice en el prólogo de su libro.
El músico no solo llegó a perder el 60 por ciento de la audición, sino que también tuvo dificultades para cantar con una voz cada vez más débil, sufrió de calcificación en sus vértebras y serios problemas con los nervios de los codos que lo dejaron sin poder levantar un palillo. Pero en 2018 se animó a decir que volvería a subirse a un escenario si su hijo ocupaba la banqueta de baterista, él ya era incapaz de hacerlo. Alejarse de los parches debe haber sido uno de los grandes causantes de su malestar, él que tuvo su primer tambor a los tres años como regalo de Navidad y que a los cinco tocaba una improvisada batería hecha de caños y latas de galletitas, ya no podría hacerlo más. Pero estar cerca del público sigue siendo su norte: comenzó como modelo publicitario cuando era un niño y fue actor de teatro en la adolescencia. Phil Collins es un artista y vive del aplauso.
Su desempeño como progenitor también ha estado bajo la lupa. Con su primera esposa, Andrea Bertorelli, Phil se convirtió en padre de Joely, hija natural de ella, y luego juntos tuvieron a Simon. Aunque ambos se han dedicado a la actuación y la música, respectivamente, la más famosa de sus hijos es Lily Collins, fruto de su segundo matrimonio. La madre de la tercera hija de Phil es Jill Tavelman, que al divorciarse abandonó Reino Unido y se trasladó junto a la niña a Los Angeles. En esa ciudad, Lily creció muy cerca del mundo del espectáculo y, aunque estudió periodismo y llegó a ejercer, se ha inclinado por la actuación, carrera con la que obtuvo muy buenos resultados. Su último logro es el papel protagónico en Emily in Paris, una de las series más vistas de Netflix en 2020. La relación padre e hija queda al descubierto en el libro autobiográfico Sin filtros: sin vergüenza, sin arrepentimientos. Solo yo (2017) que publicó la actriz: “Te perdono por no haber estado siempre que te he necesitado y por no ser el padre que esperaba. Te perdono los errores que has cometido. Y aunque parezca que es muy tarde, no lo es. Aún hay mucho tiempo para seguir adelante”.
Phil Collins cumple 70 años este sábado 30 de enero y se sigue preparando para volver con todo, y a pesar de todo. Las fechas de Genesis fueron reprogramadas y si la pandemia llega a su fin, la gira The Last Domino? 2021 comenzará en Dublín, Irlanda, el 15 de septiembre y terminará en Londres el 13 de octubre.
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