“Una cosa es estar en pareja y otra es estar soltero en esta nueva normalidad”, advierte la sexóloga Mariela Tesler en diálogo con Pamela David para PamLive, su ciclo de entrevistas virtuales. Que en esta ocasión aborda una temática no del todo explorada en estos meses: de qué manera la pandemia afectó nuestra vida sexual. Además, consejos para renovar las ganas en la pareja y conectar con el placer.
—¿Hubo cambios en la sexualidad por la pandemia?
—Muchísimos. Todos nos tuvimos que reinventar. Sucedieron muchas cosas y muy distintas: desde parejas que se quedaron encerradas 24 por siete y se dieron cuenta de que no las soportaban, las que decidieron separarse y las parejas que decidieron reinventarse. Gente que pegunta cómo reencontrarse con su pareja, que quiere desearla de nuevo. Se formaron nuevas parejas y es porque existe una nueva forma de seducirnos, de mirarnos. De pronto, una cosa es estar en pareja y otra es estar soltero en esta nueva normalidad.
—¿Cuál sería la nueva normalidad en el plano sexual?
—Lo más importante de todo fue mirarse para adentro. Hay un gran problema en la Argentina y es el estrés de lo estético: estar bien, gustar. Si tenés relaciones con una persona quizá estés más preocupada por tu cuerpo, por si te ve un rollo, una celulitis. Una de las cosas que empezamos a trabajar es la autoestima: querernos a nosotras o a nosotros mismos más allá de tener pareja. Empezamos a trabajar el interior. Empezamos a ver lo importante que es el amor propio. Entender que el placer no me lo tiene que dar el otro. ¿Cuáles son mis propios permisos? ¿Hasta cuándo me permito conectar con el otro? Hay muchas personas con miedo de iniciar un vínculo con alguien que no conocen. Otra cosa: al estar todo el tiempo tapados, ¿cómo conectamos con la otra persona? La mirada dice mucho pero la expresión del rostro también.
—¿Qué se puede hacer para trabajar en el autoestima y sentirse pleno con uno mismo?
—Conectar con la actividad física. Pero no desde el lugar de bajar peso, sino de sentirnos mejor, generar endorfinas naturales. Caminar, andar en bici, lo que sea. Hay muchas personas que se están perdiendo de disfrutar, de vivir una sexualidad libre y plena por una cuestión que tiene que ver más con la disconformidad de su cuerpo. Comencemos a conectar con lo que nos hace bien: cantar, bailar, caminar, cocinar. Provocá tu propio deseo. Cociná sin ropa interior, dormí desnuda. Cuando te vayas a dormir conectá con cosas agradables, no con noticieros.
—¿Qué otro tip podes dar para renovar la pasión? Por ejemplo, esos casos donde no existe más el deseo.
—La gente sigue pensando que el deseo debe ser siempre espontáneo. Al deseo lo tenemos que provocar, no cae del cielo. Podemos hacer muchas cosas, como un detox sexual de lo que nos alimenta mal. No es solo por las comidas. Hay que preguntarse: ¿de qué me estoy alimentando en mis 24 horas? Primero hay que detectarlo. Después, evitar las personas tóxicas, no solo una pareja: amigas, la abuela, la suegra, que te ponen en estados que hacen mal. Si tenés un cuadro de tu suegra o fotos de ex parejas que te hacen mal, ¡sacalos! Detectá esas cosas que parecen simples pero que sacándolas o moviéndolas de lugar te sentirás mejor. A veces es un color: te puede poner triste un color de tu pared. Hay un montón de cosas que se pueden cambiar en nuestro dormitorio que es el espacio donde mayormente tenemos relaciones. Recordemos que tenemos los cinco sentidos con nosotros y que no se compran en la farmacia: tenemos que recordar cómo activarlos. Hay que bajar la luz de la casa, tiene que ser tenue o agregar lucecitas de navidad, y en determinado momento las prendés. Te vas generando tu propio ambiente en tu propia casa con la iluminación. Buscá lo que más te guste a vos porque hay que hacerse una cita con una misma. Darse ese gusto para una. Siempre hacemos todo y nos ponemos lo más lindo para cuando viene la pareja o una visita. Todos aprendimos que todos los días deben ser especiales, que hay que celebrar cada día, y que hoy puede cambiar. No somos seres estáticos, somos seres dinámicos. Todos podemos cambiar, pero hay que tener mucha toma de conciencia y voluntad. Aprovechen a leer novelas eróticas, a mirar películas en Netflix que te ponen en un estado de más ganas... No solamente buscando lo sexual erótico, sino también buscando lo sexual emocional. Poder conectar con el corazón, con la energía, con el cuerpo, desde otro lugar. Me encanta cuando uno puede abrirse no solamente desde el cuerpo, sino también desde el corazón.
—Todo esto nos activa las emociones: ya te empieza a gustar, a excitar, a prepararte…
—No lo pongan como objetivo. Es muy importante sacar la presión. Que no haya presión de que sí o sí tiene que haber deseo sexual. Donde se corta todo o donde no hay ganas es donde uno siente que sí o sí tiene que tener un orgasmo, “se me tiene que parar”, “tengo que ser súper master of the performance”. Hay tanta presión en ser el mejor o ser la mejor que eso, en definitiva, hace que digas: “Mejor no tengamos sexo así evitamos un problema”.
—Si uno piensa en el final, se olvida del recorrido. Y el recorrido en el sexo es lo más lindo. Si uno solo piensa en el orgasmo, se olvida de la previa, del durante…
—Es como si yo te dijera que hay dos formas de vivir la sexualidad: una forma es pensando y haciendo todo para que el objetivo final sea el orgasmo.
—Hablar con tu pareja sobre esto, ¿garpa?
—A veces sí, a veces no. Lo más lindo que podemos tener es la sorpresa. Pero si yo te voy anticipando o a la tarde te mando un mensaje y te digo: “Esta noche te espero con esto, o te voy a hacer tal cosa”, podés erotizar un montón. ¿Pero qué pasa cuando uno de los dos llega cansado? Tenemos que desterrar ese mito de que el hombre siempre quiere. Todavía hay un montón de mujeres que consultan porque su marido no tiene ganas. Ahí es cuando es muy importante el tema de la autoestima, de querernos, de valorarnos. Si yo no me doy nada a mí misma, ¿cómo puedo pretender que el otro me dé cosas?
—¿Qué pasa con el alcohol a la hora del sexo? ¿Es necesario?
—Una cosa es la adicción y otra tomarme una copita. Algunas personas toman alcohol como algo que desinhibe, para estar más relajados, porque sienten que su mente se desconecta. A veces la cabeza juega en contra: en vez de estar disfrutando, en realidad estás pensando en otra cosa y te cuesta sentir. Hay que distraer al distractor. No podés dejar de pensar pero sí podes hacer que tus pensamientos coincidan con lo que está pasando en ese momento, con el aquí y ahora. Por eso es tan importante que conectemos. Tanto como el que da una caricia como el que la está recibiendo. Que los dos estemos conectados con el momento presente. Pero también es muy importante el entorno. Depende de dónde toques a una persona, de si es en un ambiente cálido, en un espacio con música suave, con velas, un aroma rico, entonces el toque y la sensación en el cuerpo va a ser distinta. El entorno te genera algo o no te genera nada. Es muy importante darle el tiempo a la preparación. Pero no esperes siempre que todo lo dé el otro: búscalo vos también. El modo pasivo no es el mejor modo. No podemos ser pasivos y quejosos.
—A veces uno intenta satisfacer más a la otra persona que disfrutar uno mismo. Y hay que hacer las dos cosas.
—Exacto. Es un equilibrio, como todo. Pero te encontrás con muchas parejas que te dicen: “Siempre provoco yo”. A la persona, aunque le guste ser activo, también le gusta recibir. A vos te gusta que te hagan masajes pero a mí también me gusta. Está bueno intercambiar roles para salir de la rutina. Uno siempre se queja de que la rutina sexual es siempre la misma, pero en definitiva es uno mismo el que siempre hace las mismas cosas.
—En el momento que llega el acto, ¿se puede mejorar el orgasmo?
—Sí, al 100%. A veces no es solo mejorar sino buscar un cambio. Estoy buscando sensaciones distintas con mi misma piel y pareja. Estoy segura de que hay alguna parte de tu cuerpo que nunca fue acariciada ni tocada. Ponete a pensar: ¿cuál es esa parte? Sucede mucho en las parejas que no son fijas que conocés a alguien que te hace descubrir una zona que no conocías. También podes hacerlo con tu pareja fija. Pasa que uno siempre tiende a hacer lo clásico: el lóbulo de la oreja, el cuello, la ingle, zonas íntimas. No es solamente lamer, chupar, acariciar, sino que también podes utilizar otro lado de la mano, o hacer cosquillas, una parte de la lengua, la otra parte… Dentro de la misma mano tengo muchísima sensibilidad. O mismo acariciar con el pie alguna parte del cuerpo, lavarle la cabeza a tu pareja… Hay muchas cosas que podemos hacer. Uno de los puntos clave de potenciar el orgasmo son los múltiples estímulos. Las personas solemos hacer un estímulo por vez. Nos concentramos en eso. Sin embargo, ayuda muchísimo incluso a distraer ese distractor cuando hacemos varios estímulos a la vez: mientras estoy chupando el cuello, toco otra parte del cuerpo. Mientras estoy haciendo una cosa, estoy haciendo otra. Se puede hacer perfectamente porque tengo todo un cuerpo y un mapa sensible en toda la piel.
—Si una no llega al orgasmo, ¿qué le dice a su pareja?
—Lo más maravilloso que podés hacer es dejar de fingir. Es muy importante la comunicación: ojo con los gestos, ojo con el tono de voz, y ojo con las palabras. No va los imperativos, la cosa despectiva. Los hombres también pueden fingir. Es muy común que la mujer tiene ganas de acabar, y diga: “Bueno, no importa”. Hay una resignación que tiene que ver con nuestra historia cultural de servirle al hombre, que por suerte está desterrado y la mujer tomó conciencia de su propio disfrute. Con amorosidad, incluir al otro en ese momento, si tenemos un buen compañero. Si tenemos una relación y el hombre eyaculó y a los segundos se fue a dormir, o al baño, tratá de no quedarte con eso y hablalo. Esa mujer que no tuvo el orgasmo, se quedó caliente, en ambos sentidos de la palabra. Al día siguiente te terminás peleando por cualquier pavada. Se trata de esa angustia de que el otro termine y vos te quedes con las ganas. Resolvelo, hacé algo.
—¿Cómo evitar que el otro se sienta ofendido?
—Fijate lo fuerte que es al punto que la mujer relega su propio disfrute en pos de no ofender al hombre. Si te lo ponés a pensar, es tremendo... Es muy importante que sepamos que por más que seas mujer, somos todas distintas. Todas tenemos vulvas distintas. Es importante que tomes conciencia de cómo te sentís en el día a día. Que te toques, que te conozcas. Vos no sos de una manera: hay días que tenés ganas de que te toquen más fuerte, más suave. Y lo lindo es que vos lo puedas transmitir, no solo con la palabra. Si sentís que te está tocando muy fuerte, apoyale tu mano sobre su mano amorosamente, para que el toque sea más suave. Si está con un ritmo y te gusta, decile que continúe así. Pero, ¿qué pasa? Muchas veces decimos muchas cosas y no decimos nada. Eso, por supuesto, dificulta que el otro entienda qué tiene que hacer. De alguna forma, si no sale con la palabra, con el cuerpo, con el gesto, con una sonrisa, con algo tenés que comunicar... el otro no es adivino. Por más que te ame, no está en tu cuerpo. Si estás en un papel pasivo y querés que el otro te haga algo, por ahí se le ocurre, como no. Dale indicios para que lo haga o iniciá algo vos para que suceda.
—¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de incorporar un juguete por primera vez?
—Hay un universo de elementos para armar la “cajita feliz” que no son solo juguetes. Si mi pareja todavía no incorporó nada, no empezaría por el juguete. Por el antifaz para vendar los ojos, por una pluma, por un aceite para masajes. Por el juego de los dados, que tiene una acción en una parte del cuerpo: se tiran los dados y lo que sale es lo que hay que hacer. Es como si hubiera un tercero que nos dice lo que hay que hacer. Invita a jugar, a lo lúdico, y abre a nuevas experiencias y nuevas sensaciones. Tenemos también que incorporar un lubricante, aceite de besos, que es genial porque es comestible, y soplás y activa el calor; para la previa y el sexo oral es buenísimo. Cuando empezamos a jugar con todo eso, ahí incorporamos el juguete. Pero hay que tener algo en cuenta: si nuestra pareja tiene inseguridades con el tamaño, no compren juguetes súper fálicos gigantes porque se va a sentir intimidada. Los juguetes que tienen vibración estimulan muy rápido.
—¿Se habla, o se llega de sorpresa con la novedad?
—Si llega de sorpresa, que sea preparada con lo que propuse antes. En un buen ambiente, con ropa sexy, con música, que le voy a vendar los ojos y jugar con otro objeto. Decile: “Te voy a hacer algo que te va a gustar, hoy quiero sorprenderte”. Entonces la otra persona se relaja y lo más probable es que le guste porque vos ya lo preparaste para eso: está tranquilo, tiene los ojos tapados, vos no vas a tener tanta timidez. Podes aprovechar también a utilizar un juguete con control remoto que también es una buena opción para empezar.
—Hablamos de cómo romper con la rutina sin salir de casa. Pero, ¿qué pasa con los amantes y la infidelidad?
—Antes, tenías un amante y salías de tu casa. Cuando te mandaba un mensaje, vos estabas en otro lugar. En esta situación de pandemia, donde estamos todo el tiempo con nuestra pareja al lado o con los nenes, y tenés el celular ahí, te genera estrés. Hay todo un mundo que tiene que ver con el ocultar. Planteate si querés tu pareja, un amante, un trío con tu pareja para reinventarla. Eso se ha dado mucho este último tiempo. Nosotros fuimos educados en una generación donde siempre fue la Familia Ingalls. Hoy las nuevas generaciones cambiaron. No tienen necesidad de rotular.
—¿Se viene una nueva sexualidad?
—Se viene una nueva forma de encarar el disfrute. Hay una mayor conciencia total del disfrute. Chicas muy jovencitas preguntándome cómo pueden hacer para tener mejores orgasmos, cosa que antes no pasaba. Se preocupan por aprender. Hay mayor conciencia del cuidado del cuerpo. El no es no, y no tener la obligación de hacer algo por temor a que se vaya, a que no me quiera, todas cosas que nos inculcaron desde chicas. Eso es muy positivo de estas nuevas generaciones, no tienen ese pensamiento.
—Para cerrar: puntos del placer del hombre y puntos del placer en la mujer.
—El punto de placer de la mujer y del hombre tiene que ver con el poder mínimamente escuchar al otro. En un mundo donde todo es rápido o es next, que aparezca alguien que te pregunte cómo estás o cómo te sentís, hay un punto de placer delicioso. Poder disfrutar de eso, de recuperar estos sentidos dormidos y que no los valoramos, vale para todos. Otro punto es darnos el permiso para disfrutar, para dejar de decir que no si no lo probé o se me ocurrió: abrirnos a nuevas posibilidades. Volver a ser creativos, a jugar, al niño interior, a experimentar.
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