La actriz británica Natalia Tena es famosa a nivel mundial por formar parte de sagas fantásticas súper exitosas, como Games of Thrones y Harry Potter. También participó en las populares series The Mandalorian y Black Mirror. Incluso tiene una banda de música, Molotov Jukebox, en el que ella canta y toca el acordeón.
Hija de padres españoles, nació en Londres el 1 de noviembre de 1984. Descubrió su vocación de casualidad cuando estaba en la secundaria. A los 18 años protagonizó su primera obra de teatro. El talento y la versatilidad de Natalia llamaron la atención del director y escritor argentino Juan Schnitman, que la convocó para protagonizar el thriller erótico Sangre, junto a Juan Barberini, Bella Camero y Dirk Martens.
Tena tiene una vida diferente a la gran mayoría de la gente, y no solo porque suele interpretar a diversos personajes en el cine y la televisión o por ser muy famosa. La actriz no compró una mansión cercana a las demás estrellas ni tampoco tiene un gran piso en Londres, Madrid o Nueva York, sino que eligió vivir a bordo de un barco sobre el Támesis. Lejos del ruido de las multitudes.
En una entrevista a con Teleshow, la actriz habló de su carrera artística, la experiencia de trabajar en la Argentina, los cambios en su vida durante esta pandemia y de los sueños que le quedan por cumplir.
—¿Siempre quisiste ser actriz?
—No era mi intención ser actriz, yo quería ser psicóloga. Por coincidencia un día hicieron un casting en la escuela donde era interna. Mi profesor de arte me encontró fumando y en vez de castigarme, me mandó a mi primer casting, mi primera prueba sin saberlo. De ahí empezó... yo quería ser psicóloga y me había ganado una beca para ir a Australia. Pero después me enamoré y me dieron mi primera obra de teatro. Yo era la protagonista con 18 años y ahí ya me enamoré de la idea de ser actriz y de ese mundo.
—¿Cómo fue tu experiencia de rodar la película Sangre?
—La pasé muy bien, el equipo era majísimo, eso pasa mucho en los rodajes más pequeños. Fue como una minifamilia durante esa temporada y lo pasamos muy bien. El set era precioso y había días en que íbamos en barco al rodaje (en el Tigre). Era maravilloso el clima, porque era verano, en febrero. Fue un placer ir a la Argentina.
En el filme, que está disponible en la plataforma CineAr, se narra la historia de Fernando (Juan Barberini), quien llega a Rosario para trabajar en un buque petrolero. Allí comienza un noviazgo con Melissa (Bella Camero), recién llegada de Brasil. En el viaje tiene encuentros con Gabriela (Natalia Tena), una ex amante española que ahora vive en el Tigre con su marido alemán (Dirk Martens). Cuando ambas mujeres quedan embarazadas, la vida de Fernando comienza a desintegrarse.
—¿Fueron difíciles grabar las escenas de sexo?
—Las escenas de sexo son como las escenas de violencia si está todo bien con la coreografía. Trabajamos con el director Juan (Schnitman) y el actor (Barberini), lo ensayamos... Cuando lo hacéis juntos, con gente majísima que os entendéis, no sé, no hay nada incómodo y te la pasas muy bien. Lo que me gustó mucho de las escenas de sexo fue que el director las puso en secuencia y en tres días. Había una historia de cómo ellos (los personajes) se profesan sexualmente, como obsesionándose más.
—¿Qué fue lo que más te sorprendió o te gustó de la Argentina?
—La primera vez que fui me encantó la Argentina, no fue durante este rodaje de Sangre fría. Fui como a una iglesia de tango que era maravillosa, tenía músicos y lo pasamos muy bien. La segunda vez, me encantó la gente, el acento, la comida, el filete…. El productor me hacía parrillas, el vino que es maravilloso y además es barato comparado con aquí. Era todo: el clima, me encantaron las calles... tiene una energía muy bonita Buenos Aires
—Actuar en la saga de Harry Potter te dio popularidad a nivel mundial, ¿qué aprendizaje te dejó esa experiencia en tu carrera?
—Lo que aprendí de Harry Potter fue la paciencia. Comparado con otros, es una saga enorme de fantasía, hay muchos elementos que tienen que estar bien. Es un puzzle (rompecabezas) enorme con mucha gente, un equipo enorme, en un sitio enorme. Entonces a veces llegas al rodaje y se da una hora tarde, dos horas tarde, pero aquí había días que entraba y no trabajaba en todo el día. Estaba preparada con el maquillaje y el vestuario. Llegas a las 4 de la mañana, te vas a casa a las 8 de la noche sin hacer nada. Era aprender a ser paciente, a estar calma, preparada para actuar, pero igual no actúas. Te alborotas mucho hasta que te acostumbras. A mí me ayuda mucho hacer punto de cruz, con las manos hacer algo, estar presente con el equipo, pero tampoco te pierdes si estás leyendo un libro o viendo una peli.
—¿Recordás alguna anécdota divertida de cuando interpretaste a Osha en Game of Thrones?
—No una en concreto y en realidad cuando la gente hace trabajos en concreto, te puedes divertir. Me preguntan mucho esas cosas, pero no me acuerdo de alguna anécdota. Si la pasamos muy bien con el equipo, había bromas, lo bonito era que al principio estábamos en Belfast o en Croacia. Lo bueno de eso es que la gente no está en casa y no volvéis a la casa a la noche, entonces hacéis como una pandilla juntos. Vais a los mismos bares, al cine, cenáis juntos y camináis juntos, y eso hace una pandilla de familia muy bonita.
—¿Cómo es vivir en un barco sobre el río Támesis?
—Vivo en un barco pero no en el Támesis, sino en el canal, porque en el Támesis tiene que ser un barco. Yo vivo en el canal, los barcos del canal ingleses tienen la parte de abajo que son planos y no son para mar ni para río, son barcarales. La verdad es que es maravilloso, aunque hay días que son difíciles, como cuando hace frío, pero tienes que ir a buscar agua, quieras o no quieras, tienes que vaciar los váteres, a veces el invierno es muy difícil por el frío… Hay cosas que pierdes en el barco, pero también es maravilloso porque eres un capitán.
—También sos música, ¿cómo lográs un equilibrio entre la música y la actuación?
—Es muy difícil, en 2019, 2018 y un poco del 2017 tuve que parar con la música, porque estaba mucho yendo y viniendo por los viajes a Los Ángeles o Sudáfrica. No podía compaginar las cosas. Justo en 2020 íbamos a hacer un montón de presentaciones y se canceló por la pandemia. Tocamos música que se necesita bailar y abrieron los sitios para los músicos, pero tienes que estar sentado y muy separados, entonces dijimos que no… a ver lo que pasa este 2021.
—¿Cómo viviste la pandemia?
—He tenido mucha suerte, toda la gente que amo nadie se ha enfermado mal, a los amigos que tuvieron covid se les pasó muy rápido. Además como vivo en el barco, pude tener un espacio arriba y he tenido un espacio afuera. Hay mucha gente que estaba encerrada. Me relajó mucho la pandemia, como que se paró el mundo y yo también me paré. Cuando eres self employer (tu propio empleador) siempre estás con ansiedad por el próximo trabajo. Se paró el mundo y yo dormía como 10 horas. No hacía eso desde los 10 años. Con mi novio siempre vivimos separados, cada uno con su trabajo. Y ahora pudimos pasar todo el tiempo juntos después de 12 años, leyendo, disfrutando con sus animales, relajados. Yo tuve mucha suerte, pero sé que para mucha gente fue muy difícil y una experiencia muy diferente.
—¿Qué sueños te quedan por cumplir?
—Tengo muchísimos: me encantaría tener otro perro, viajar muchísimo, quiero ir a Vietnam, quiero saltar de un avión, quiero bucear, no sé… quiero aprender a cocinar más cosas, pasar más tiempo con la gente que quiero. Y me encantaría hacer muchos trabajos, y hay libros que leo y me encantaría que fueran una peli. También un sueño enorme es ser feliz, dar felicidad. Ahora que está volviendo un poco a la normalidad, espero no ser tan ansiosa y haber aprendido algo de la pandemia.
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