Comenzó en la televisión siendo apenas una niña, y en esos años construyó una ascendente carrera que parecía no tener techo. Sin embargo, Catalina Artusi le puso fin a su recorrido artístico a los 18 años, y por amor. Sucedió al conocer al por entonces futbolista Juan Manuel Torres. De ese relación nació Bacco. Hoy, con el niño de por medio, la ex pareja mantiene una férrea disputa judicial.
Artusi vivió las mieles del éxito en Chiquititas, la tira creada por Cris Morena. Más tarde, estuvo en Verano del 98, Floricienta y tantos otros proyectos de Telefe. Sin embargo, su vida actoral empezó antes de estas ficciones. “Arranqué a los seis años en Ricos y famosos. Incluso antes de eso estaba en una agencia y hacía publicidades”, recuerda Catalina, hoy con 30 años.
—¿Eras consciente de que estabas trabajando o para vos era un juego?
—Era algo que me encantaba hacer. Y pese a ser chica, a tomarlo como un juego, también sabía que es un trabajo: es algo por lo que a vos te van a pagar por hacerlo y eso cualquier nene lo sabe. Con el dinero que ganaba me compraba la muñeca que me gustaba, todo lo que quería. De alguna forma empezás a tener responsabilidades, más leves que una persona mayor, pero sabés cómo es.
—De ahí pasaste a Chiquititas y tu nombre quedó ligado a esa novela. ¿Tu mentora fue Cris Morena?
—Sí, yo arranqué con ella. Estuve un par de años. Incluso, yo era exclusiva de Telefe; ahora este tipo de contratos ni se hacen, en aquella época era más común.
—¿Seguís en contacto con esa camada de Chiquititas, de Verano del ’98?
—No. En contacto de charlar, de hablar seguido, no. Lo que pasa es que yo dejé porque me fui a vivir afuera, a una edad súper crucial, cuando sos adolescente y empezás a salir, te hacés amigos, volvés a trabajar con algunos… Pensá que yo trabajé desde los 6 hasta los 18. Sí hay contacto a través de las redes, pero no más que eso.
—¿En algún momento sufriste por la profesión?
—No sé si la palabra es sufrir, pero sí, hubo algo. Es como cualquier otro trabajo al que le dedicás mucho tiempo. Son muchas cosas, como que no te salga la escena que tenías pensada. De todas maneras en mi época no había tantos programas de chimentos, de eso que te señalan bastante. Y me pasaba que, de chica, llegaba tarde hasta a mi propio cumpleaños, o mientras todos estaban de vacaciones yo trabajaba. Pero bueno, es como todo en la vida, los pros y los contras.
—¿Vos elegiste alejarte del medio?
—Venía trabajando un montón, sin parar, y pasó que me enamoré: conocí al papá de mi hijo, me fui a vivir afuera, y elegí darle lugar a vivir otra vida. De chica siempre fue laburar, la responsabilidad, y necesitaba vivir algo más normal como tener una pareja y vivir el día a día, vivir sola, la evolución. Me encontré con muchas cosas que yo no tenía ni idea lo que eran y aposté a eso. Después tuve a mi hijo, y elegí no exponerme tanto.
—¿Si hoy aparece la posibilidad de volver al medio, lo pensarías?
—Sí, por ahí hoy estoy más preparada que antes. A ver, la tele es muy cruel en todos los sentidos. Parece fácil, pero no lo es para ninguno. Hay que estar bastante suelto para que no te importe lo que digan de vos, estar cuidándote de todos. Yo soy una persona normal, común y corriente, y buena ciudadana, pero estás continuamente bajo la lupa y eso hay que saber llevarlo. Estoy en un momento en el que re volvería a actuar porque me gustaba mucho. Empecé de muy chica, lo sé hacer y me siento cómoda.
—¿Hoy estás con tu marca de ropa?
—Sí, saqué mi marca de remerones. Los diseño yo, le puse mucho empeño, hasta los fabriqué. Me hice la diseñadora un rato. Sí, estoy con eso. Y trabajo con mi familia cada tanto.
—¿Le recomendarías a tu hijo que comience a trabajar de tan chiquito de acuerdo a tu experiencia?
—Bacco tiene 10 años. Soy partidaria de que mi hijo haga lo que lo haga feliz. Partiendo de eso, yo lo voy a acompañar en lo que quiera. Es un nene que anda en skate, es un genio. En todo lo que él quiera, yo voy a estar para apoyarlo. De acuerdo a mi experiencia, si quiere ser actor, estaré para acompañarlo. Le diré lo que me parece y lo que no.
—En los últimos días se hizo pública la situación que viviste con Bacco, con el padre que se lo llevó. Me imagino tu desesperación.
—Recién ahora, que pasó una semana, estoy más tranquila. Eso que salió no lo saqué yo: fueron familiares y amigos desesperados por cómo estaba yo, por todo.
—¿Cómo se dio la situación, desde el principio?
—El padre de mi hijo se lo había llevado y, cuando se acercaba la fecha en la que me lo tenía que traer, pasaron cosas. Como que todo el viaje fue raro, pero bueno, intenté relajarme, porque como Bacco vive conmigo, cuando está con el papá, que se lo lleva una vez por año, trato de dejarles sus tiempos. Y cuando se lo lleva a Corrientes, porque está viviendo allá, se lo lleva por un mes. Y siempre se estira unos días. El anteaño pasó algo similar a lo de ahora, pero después se había portado bien. Hizo las cosas bien, pero este año hizo todo mal.
—Me hablaste de un viaje raro. ¿En qué lo percibiste?
—Cuando el nene se va con él, lo dejo estar, no lo llamo todos los días. Aparte, por pedido del padre, que me dice: “Che, está todo bien, tratá de no llamarlo todos los días porque si no, te extraña”. Y yo soy una madre que respeta. Pero pasaron cosas en el medio, como que le sacó el celular que yo le había dado, me metía excusas para decirme dónde estaba. Empeoró los últimos 15 días, que no lo dejaba hablar conmigo sin que él estuviera presente, le ponía el altavoz para escuchar lo que yo le decía. Si hablábamos por Zoom mi hijo miraba todo el tiempo para el costado, cosas raras. No era solamente que no me quiso entregar: antes de eso pasaron todas estas situaciones. Cosas que me hacían esperar el desenlace que tuvo...
—¿Viajaste a Corrientes a buscarlo?
—Sí, porque mi hijo, en secreto, me iba guiando. Yo no tenía la dirección, no tenía nada. Solo que estaba en Corrientes, nada más. De película, como en Búsqueda implacable. ¿Viste la película que la hija le iba tirando datos por teléfono al padre para que la encuentre? Mi hijo me iba diciendo: “Vivo en una torre que se llama Murano”; “Salgo y veo plantas”. “Salgo para la derecha y voy a la plaza, en la plaza hay un cartel de Saladix”; todo así. Y con esos datos, llegué. Me había cortado todo tipo de comunicación con él. De vez en cuando me atendía porque del otro lado son tarados, pero no tanto. Llamaba diez veces y me pasaban una, y en esa vez podía ir sacándole información. Así fui armando la ruta.
—¿Cómo fue el momento en el que llegaste?
—Fui sin informarle al padre. Cuando llegué, lo llamé, le pido hablar con mi hijo, me pasa. Y le digo: “Bacco, estoy abajo, bajá”. En realidad yo había llegado la noche anterior, pero como no estaban, esperé hasta el otro día. Llegaron los policías y me mintieron; por acomodo, por plata, no sé por qué, pero me mintieron. Me dijeron que ellos constataban que el padre había presentado unos papeles que decían que yo no me podía acercar a mi hijo. A ver, y esto lo aprendí por la experiencia que tuve: por más que tengan los papeles, que era mentira obviamente, estos papeles no existieron, no me podían imposibilitar el contacto con mi hijo. Yo estaba en el hall y mi hijo en el primer piso: no me dejaban subir, ni lo dejaban bajar a mi hijo. La Policía fue cómplice. Fui a la Comisaría 4ta y no me quisieron dar los nombres de los oficiales ni del comisario, que se quedó hablando por teléfono una hora con el padre de mi hijo.
—¿Y qué hiciste en ese momento?
—Mi hijo está grande, no lo quise hacer pasar un mal momento, por eso esperé. Tardé una semana en recuperar a mi hijo. Me alquilé un departamento, mi papá, que fue el que me acompañó, se la re bancó, un genio. ¿Sabés lo que es ir a la comisaría, al juzgado, porque estamos en feria, él (por Torres) que no me atendía...? Lo iba a buscar con la Policía de la Mujer, porque gracias a Dios existe la Policía de la Mujer, porque si no hoy te estaría contando otra historia. Por lo menos se fijaron en nuestros derechos como mujeres y los derechos de nuestros hijos, y nos acompañaron. Porque te dicen: “No podemos hacer nada”; “Bueno, ahora vamos a llamar”; “El señor no atiende”; “Hay que esperar 15 días que dura la investigación”, esas frases y nada más. Te agarra una desesperación... Yo no sé si a mi hijo lo están cruzando (a otro país) y llevándoselo a cualquier lado y nadie hace nada. Fue una semana haciendo denuncias, para después llegar al juzgado de familia y que me rechacen la carpeta, porque en la Comisaria de la Mujer me hicieron mal las denuncias. Me dijeron que todo esto era penal, y claro, me prohibieron ver a mi hijo. Hay una ley, es un delito de hasta 3 años de prisión. Y más si es menor. Así que tuve que volver a hacer todo de nuevo.
—Ahí salió el posteo en redes sobre el secuestro para intentar recuperar a Bacco por otra vía.
—Sí. Y no quiero meter a terceros, pero la esposa del padre de mi hijo tuvo mucho que ver: me bloqueó el teléfono, bloqueó a toda mi familia. Ella fue cómplice, porque cuando yo llegué se fueron a la casa de los padres de ella a esconderse. Y por mi hijo, sé que estaban hablando de llevárselo a otro lugar. Lo que salió en las redes sociales sirvió porque parece que la familia de ella es conocida allá, su papá es cantante, y empezaron a escribirle a él en las redes, a decirle de todo, y tuvieron que aparecer.
—Al final, te pudiste encontrar con el nene.
—Sí. Hasta que me lo dieron hubo momentos en los que la realidad superó a la ficción. Porque ya no confiaba ni en la Policía, ni en nadie. Te volvés frenética de que todo el tiempo te mientan.
—¿El padre cumple con sus obligaciones más allá de verlo?
—No, encima eso: me pasa nada, absolutamente nada por mes. El último tiempo le estuve pidiendo que por favor se ocupara de la obra social y del colegio, y bueno, por suerte después de un mes lo hizo. Ya no me podía seguir ocultando que tenía un buen trabajo, y lo hizo. Pero después no, no es un padre presente.
—¿Cómo está tu hijo ahora?
—Bien, pero no es que me lo dieron y ya está. Lo tuvo que revisar un médico, tuvo que hablar con tres psicólogas, lo expuso al nene. De gusto. A mí el nene me dice: “Me quiero ir con mi papá”, y se va, lo dejo ser, no discuto. Pero del otro lado... Cuando sospeché que no me le iba a devolver, le dije que lo puede tener las veces que quiera. El nene estando con él le pedía volver con su madre, y si a partir de eso no entendés, ya está.
—Si el día de mañana lo quiere ver, ¿cómo es?
—No, esto ya está judicializado. Es penal, va todo por la vía legal. El día que se quiera ocupar o verlo va a tener que pedirlo, análisis psiquiátrico, todo. Hay que poner límites, porque si no los ponés, pasan estas cosas. Así que desde ahora es así: para volver a ver a Bacco tendrá que hacer un montón de cosas, que si las hace o no, allá él. Hoy, yo tengo que resguardar la cabeza de mi hijo. El nene tiene problemas respiratorios, es asmático; eso es emocional, y todo esto lo complicó.
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