Corría el verano de 2020 y Agustín Aristarain, llegaba a Carlos Paz tras un año de enorme crecimiento a presentar Serendipia, al Teatro Luxor de Carlos Paz, el más grande de la plaza donde realmente reventó la taquilla los días que se presentó. Un año más tarde, pandemia y aforo al 50% de por medio, Soy Rada volvió a la ciudad cordobesa, para repetir el éxito con el mismo show.
Volviste al vivo, al teatro: ¿qué se siente?
Es increíble. Esa energía se siente. La verdad que volver a actuar aunque la gente tenga una escafandra, lo compro. Aunque vengan con un zapallo de Halloween en la cara, también. Estar en vivo y sentir esa energía, es otra cosa, no tiene precio. Yo le digo a la gente que vengan al teatro, porque la energía con barbijo o lo que sea se vive igual. Para mí fue durísimo un año fuera del vivo. Más allá de lo económico, que yo por suerte tuve mucho laburo igual, pero es algo más visceral que es lo que pasa en vivo. No quiero hablarle más a la cámara, quiero hablarle a la gente, aunque sea con una tela en la cara.
Fue un año con muchos problemas y mucho dramatismo ¿Se puede hacer humor igual? ¿Se puede hacer humor sobre todo?
Si se puede y de hecho se hace. Yo elijo no hacer humor coyuntural. Puedo tener algún condimento dentro de lo que está pasando, pero es mi estilo. Pero sí estoy convencido que se puede hacer humor con todo. Todo, lo que decimos todo. Siempre con lo más oscuro y bravo, siempre se puede. El humor negro o blanco, el que sea, en realidad te lo da el contexto. De hecho todos en la intimidad hacemos un humor negro que sería incorrectísimo decirlo ante una audiencia. Que esté bien o mal, depende del contexto. Básicamente lo que hace el humor es aflojar la tensión que tiene una enfermedad terminal, una tragedia o un desastre. Lo que hace el humor es cuando pasó un tiempo, lograr que ya se pueda bromear con eso, es para aflojar. Esa es mi lectura. Yo con esto no estoy diciendo: vamos a reírnos de las personas que tienen problemas de salud. Aflojamos la tensión cuando aparece el humor y podemos relajar.
Pero hacer humor de todo, ¿es un vía libre?
Yo tengo un humor muy blanco y evalúo mucho. No es que estoy evaluando todo el tiempo que decir. Pero si hay cosas que pasan por un filtro. Administro cosas que hace un tiempo atrás las decía tranquilamente. Hoy teniendo una hija mujer, militante del feminismo y una compañera de vida, también militante del feminismo, cambié. Yo por ahí decía cosas que tienen que ver con el micromachismo que hoy ya no las digo más. Si bien mi humor no se basa en eso porque no vengo de un esquema machista, todas esas cosas en el contexto nuevo que estamos viviendo no tienen lugar. No comparto a los humoristas de la vieja escuela que dicen: che ahora no se puede hacer humor con nada. No, no. Tenés que hacer humor de manera inteligente y no humor con dos palabras.
Hace algunos años decías que tenías como meta ser más Agustín Aristaraín que “Soy Rada”, como se te conoció primero ¿Lo estás logrando?
Sí, en realidad está pasando, porque empezó a jugar mucho más la persona que el personaje. Siempre entendiendo que es todo un poco lo mismo. Pero vamos a seguir manteniendo los dos. Por una decisión de marketing, se va a sumar el “Soy Rada” a mi nombre y apellido. De hecho, es lo que va a suceder dentro de poco en una plataforma muy reconocida de streaming, que todavía no puedo decir cual es, pero ustedes se imaginarán…
¿Sentís que con eso tu humor tiene nombre propio?
Yo creo que sí. Tengo un estilo propio. Eso no es que sea bueno o malo, pero si tengo un estilo propio a la hora de hacer comedia, me rijo por lo que creo que tengo que hacer y que es mi forma. Con esto no digo que sea revolucionario ni una locura. Pero sí creo que es propio.
Tenés muchos oficios o cualidades: músico, mago, payaso, comediante. Sin embargo, estamos acá haciendo nota con vos como humorista, comediante ¿Es lo que mejor te sale o lo que más te divierte?
Soy humorista porque me divierte mucho. Casi nada de lo que hago o nada, lo hago porque funciona. Tengo la suerte de que lo que me gusta hacer funciona. Soy humorista y comediante porque lo disfruto mucho, me gusta hacer reír, me gusta reírme. Amo la comedia, la comedia es para mí un gran remedio, un gran aliciente para lo que pasa todo el tiempo y creo que sí. La música que hago está atravesada por mi comedia. Porque creo que es lo que me sale con mayor facilidad. Me gusta mucho, me crie en una familia donde hubo mucha comedia.
Hay dos comediantes. El que esconde una tragedia y tiene la lágrima del payaso a cuestas o el que siempre, desde chico hizo reír ¿Cuál sos?
Yo soy bastante comediante en la vida. Pero no soy el personaje. De hecho en las reuniones sociales me gusta estar medio invisible, soy muy de buscar un rincón. No me gusta ser el centro o tener un alto perfil. No me gusta, soy muy tímido. Siempre la comedia me sirvió para entrar o abrir puertas. Pero ni en pedo soy lo que se ve en las redes sociales y estoy al mango todo el día.
¿Sería una locura ser comediante 24 por 7, no?
Claro, sería insoportable, todo mi entorno me odiaría, mi hija estaría en un rincón tomando antidepresivos. Sería un bajón. (Risas) Pero no, soy un tipo divertido, pero tengo mis caras de culo como todo el mundo.
Los comediantes suelen ser muy observadores ¿Qué observás que nos va a dejar en esta realidad que nos toca vivir?
Yo soy más observador de las individualidades. De hecho mi obra tiene más que ver con eso. No soy un buen observador social. Lo que sí creo es que nos niveló a todos este quilombo: rico, pobre, político, empleado, seas lo que seas; te puede agarrar el virus y te puede limpiar. Creo que nos hizo dar cuenta que estamos todos conectados como en la película Avatar: lo que yo hago hoy acá, le afecta a otra persona en otra punta del país y así va pasando. Creo que de eso debemos darnos cuenta para que el mundo sea un poco menos mierda. Después puedo hacer observaciones más boludas como que el home office llegó para quedarse.
Por: Santiago Berioli / Mario Sar
Agradecimiento: Mario Lange que nos facilitó su muestra para las fotografías @mariolangeart
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