Llegó la hora de la verdad. Después de tres meses de competencia, Masterchef Celebrity consagrará a su ganadora. La batalla final será entre Claudia Villafañe y Analía Franchín, dos participantes con carreras y perfiles diferentes, que supieron brillar y ganarse por mérito propio el lugar en la final del gran éxito de Telefé.
Cada una encaró el certamen a su manera. Después de una vida ligada a la de Diego Maradona -como novia, como esposa, como ex-, Claudia se enfrentaba al primer gran desafío con su nombre propio en la marquesina. Por su parte, Franchín, lejos de su explosión mediática, dejaba a un lado una carrera de veinte años ligada al periodismo de espectáculos para probarse en una nueva aventura.
Candidata al título desde la hora cero, Claudia fue un poco la madre de todos los participantes, siempre atenta a dar una mano, solidaria y compañera. Analía construyó su propio camino al andar. Comenzó con dudas, besó la lona un par de veces, pero se levantó con más fuerza. Construyó su personaje en modo outsider: sin grandes alianzas, con alguna que otra pelea, sin dejarse avasallar nunca.
Así, quizás sin tanta técnica como otros participantes pero con mucho amor propio, Analía y Claudia llegaron a la final. Si les habrá cambiado la vida el certamen, que dejaron de ser La Claudia y La Franchín, para ser La Tata y Analia de Masterchef Celebrity Argentina.
La candidata
Desde que se confirmó su presencia en el certamen, Claudia Villafañe cargó con el cartelito de favorita a alzarse con el trofeo. Consciente de sus limitaciones, dispuesta a explotar sus fortalezas y con las antenas siempre despiertas para captar los consejos del jurado, la empresaria fue avanzando con paso firme y dejó algunos de los grandes momentos del ciclo. Conmovió con sus orígenes humildes, cautivó con una receta de su abuela y se dio el gusto de cocinar con su hija Dalma.
Su núcleo familiar fue el sostén en el programa. Con permanentes citas a sus hijas, Dalma y Gianinna, y sus nietos, Benjamín y Roma, La Claudia fue convirtiéndose en La Tata, como la bautizó Benja, y gambeteó siempre que pudo esas referencias al Diez que cada tanto se colaban. Las camisas Versace, el link napolitano explotado por el jurado Donato de Santis, los lugares y los personajes conocidos de tanto viajar con el hombre más famoso del mundo.
Claudia gambeteó siempre que pudo, hasta que ya no pudo más.
El 25 de noviembre, la muerte de Diego Armando Maradona sacudió al mundo. Fanáticos de todas partes se conmovieron por el fallecimiento del astro, que acababa de cumplir 60 años y se recuperaba de una intervención quirúrgica. Junto a sus hijas, Claudia asumió la dura tarea de velar al hombre con el que llevaba más de 15 años separada, pero con el que había pasado buena parte de su vida, desde que se enamoraron de adolescentes en Fiorito y dieron la vuelta al mundo.
Durante unos días, Claudia se ausentó de las grabaciones y por un momento dudó de continuar en el certamen. “Mis hijas me dijeron que no era justo que me fuera”, admitió en el segmento #MasterchefALaCarta. Mientras las dudas por la muerte de Diego se alimentaban de mil teorías y la pelea por su herencia se embravecía, Claudia se focalizó en la competencia. En su regreso, fue recibida con alegría y emoción por sus compañeros, y cuando logró el paso a la siguiente ronda, le dedicó “al papá de mis hijas” el momento de la salvación.
Al poco tiempo, lo extraculinario volvió a golpear su puerta, cuando enfrentó rumores de una separación de Jorge Taiana, su pareja durante 17 años. Consultado por Teleshow, el productor teatral desestimó la noticia y dio a entender que la pareja seguía adelante. Sin embargo, en Nosotros a la mañana, el periodista Tomás Dente dio una versión menos optimista. “Hablamos esta mañana con Claudia, y la respuesta es la siguiente. Están pasando por un trance. No hay separación. Están en un mal momento pero no hay separación definitiva”.
A medida que se acercaba la definición, Claudia fue recuperando la alegría y la adrenalina de la competencia, pero sin perder el eje. La conductora Florencia Peña la pintó a la perfección durante su visita al programa: “Sos la madre de todo el certamen”. Mantuvo la calma aún en los momentos más complicados, retomó su tarea en su empresa de eventos frenada por la pandemia y se mantuvo al margen de las polémicas en torno a su ex marido.
Durante la semifinal, reveló que su madre, Loly, no estaba bien de salud. “Todo lo que aprendí y todo lo que soy se lo debo a ella y a mi papá”, señaló en referencia al recordado Coco, fallecido en 2011. Para la final, se esperan a sus hijas en el balcón, quizás sus nietos, y buena parte del fandom maradoniano acompañándola.
La revelación
La historia de Analía Franchín en Masterchef Celebrity empezó torcida. Días antes de comenzar las grabaciones del certamen, dio positivo de coronavirus. Pero no se iba a perder esta oportunidad. Sentía que ya había hecho su camino en el periodismo y no le interesaba volver al barro del panelismo, al menos por el momento.
Así lo había expresado en abril de 2019 en declaraciones a Modo Sábado por Radio Nacional AM 870. “Extraño la tele porque me divierte, pero no encajaría en ningún programa de hoy salvo que sea de juegos. No estaría en un panel: si hablás de política te destrozan, si tenés un par de tetas no podés hablar. La grieta está al palo”, analizó la periodista, que desde su debut televisivo en Intrusos allá por el 2000, supo moverse con soltura en ciclos como Bendita, Intratables, El diario de Mariana y Los ángeles de la mañana.
Con un inicio en el medio en alta exposición -móviles en Radio 10, televisión de espectáculos, un romance con Guillermo Cóppola-, Analía fue moderando la exposición sin perder la chispa. Siempre picante y filosa, bajó unos cambios y se refugió en la familia. En 2007 formó pareja con el empresario Sebastián Eskenazi, y fue mamá de Benicio en 2010.
Su estilo de juego, más agresivo, a veces al límite, se diferenció del de su adversaria en la final. Siempre dejó en claro de que se trataba de una competencia, pero se mantuvo dentro de la ley. Esto la diferenció de otra jugadora al límite, como Rocío Marengo, pero no le impidió tener sus cruces.
Fue la primera en criticar la alianza de Las Bichis, el sólido tándem que formaron Sofía Pachano con Leticia Siciliani, casualmente con Claudia como madrina. Construyó un perfil de outsider, un monobloque a partir del cual supo chocar o aliarse según las circunstancias.
Casi desde el primer día, la fonética de Donato la bautizó Analia. Y también logró inventarse su espacio para destacarse, con sus peinados y accesorios temáticos. Empezó tímida, con un par de cucharones de madera, y llegó a lucir desde la Torre Eiffel hasta un árbol de Navidad y un podio, en el que todavía sueña con ocupar el lugar más alto.
Mientras tanto, fue cocinando cada vez mejor. Sus platos empezaron a destacase, y dejó de ser número puesto en cada gala de eliminación. Primero con sorpresa, después con pie firme, iba descubriendo a la cocinera que llevaba adentro. Así llegó su primera medalla de oro. En silencio, mientras algunos candidatos se caían, ella seguía adelante.
En las instancias finales del certamen, Franchín estuvo virtualmente eliminada. Fue durante la primera gala del año, cuando llegó a la decisión final con Leticia Siciliani. El jurado resolvió que su plato era el peor, pero al notar las pocas ganas que ponía la actriz, dejó en ella la decisión, en un fallo inédito. “No es que tenga ganas de irme del programa, pero Analía se lo merece más”, señaló la actriz.
Con energía positiva, enfocada en la competencia, Analía avanzó sin dar demasiados detalles de su vida privada. Hasta que durante la última semifinal, el conductor Santiago del Moro, con quien compartió micrófono en la mañana de la Pop con Terapia despareja, enfiló rumbo a un costado desconocido de la periodista.
“La gente ve una parte tuya, aguerrida, fuerte, pero sos una persona humilde, que ayuda mucho a su familia”, afirmó el conductor. “Tengo una familia muy disfuncional, con una hermana con serios problemas de adicción, psiquiátricos, una sobrina abandonada con dos chiquitos y problemas, que si no los ayudo yo no tienen con qué”, contestó Franchín con crudeza. Para la final, prometió la presencia de su madre: “Si no viene, se vuelve loca”.
Un nombre en común
En 2002, Franchín comenzó una relación con Guillermo Cóppola, el histórico representante de Diego Maradona. Lo conoció en sus épocas de movilera, de hacerle tantas notas al futbolista y vivió de cerca la difícil etapa de su estadía en Cuba, post crisis de Punta del Este. Al poco tiempo, Cóppola dejaba de ser el manager del Diez, en medio de fuertes cruces mediáticos.
Con el tiempo, los dos pudieron arreglar sus diferencias y Guillermo estuvo presente en el último adiós del futbolista, incluso llevó el féretro junto a Dalma, Gianinna y otros familiares. El día del fallecimiento, Analía lo recordó con un sentido posteo en su cuenta de Instagram. También reivindicó el comportamiento de su ex pareja en su relación contractual con Diego: ”Guillermo enseguida entregó todos sus poderes al escribano. La verdad es que nosotros vivíamos en Avenida Libertador y nos fuimos a vivir a un departamento de dos ambientes hermoso, divino, pero no nos alcanzaba el placard”, recordó Franchín en diálogo con Catalina Dlugi.
Durante el certamen, ni Analía ni Claudia hicieron mención a Cóppola, que evitó jugarse por su favorita. En cambio, se refirió a su propia experiencia: “Conmigo, Franchín no cocinaba. Claudia sí, una genia en la cocina siempre”, señaló en Cortá por Lozano.
La mesa está servida. Claudia Villafañe y Analía Franchín se verán las caras esta noche por última vez. En sus manos está su destino. Buscarán alzarse con el primer trofeo de Masterchef Celebrity Argentina y con un premio en efectivo de un millón de pesos. Pero cada una con su juego, ganó su propio desafío.
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