Fue uno de los coiffeurs más renombrados de la década del ’90. Sin embargo, años más tarde, Rubén Orlando pasó por las situaciones más duras. Quebró. Se quedó solo. Y, en diálogo con Leandro Rud para La Noche, por El Nueve, confesó que determinado momento hasta pensó en quitarse la vida.
“De chico viví con una pobreza bastante grande. Mi vieja era la peluquera del pueblo. Y éramos pobres de verdad, no como ahora que todos tienen celular. Nosotros no teníamos nada: ni televisión”, comenzó contando en referencia a los años de su infancia en Del Carril, partido de Saladillo.
Según recordó Orlando, a los once años llegó con su familia a Buenos Aires y, a los trece, empezó a estudiar peluquería en una escuela en la que enseñaba Miguel Romano. “Él estuvo poco tiempo ahí, pero me llevó a colocarle ruleros a Tita Merello y a toda la gente de esa época”, recordó.
Así fue como Rubén comenzó a hacerse un lugar entre los estilistas más reconocidos del país. Junto a su hermano, Gabriel, abrió su primera peluquería que le costó la friolera de un millón de dólares en el año ’78. Y con el tiempo llegó a tener 32 locales con su nombre, facturando fortunas mensuales y codeándose con Carlos Monzón, Diego Maradona y personalidades internacionales como Paloma Picasso o Alain Delon. Pero, un día, todo eso se terminó.
“Me caí. Un día tuve una historia mezclada con política, por una famosa actriz con la que yo salía, Cristina Lemercier, que estaba con un ex presidente. Y un día me vinieron a decir que me tenía que alejar. Lo hablamos. Ella ya estaba separada de su marido que era el hermano de Palito Ortega. Decidimos no separarnos. Y, a partir de ahí, me empezó a seguir la AFIP. Me estrellaron”, contó Orlando.
El coiffeur aseguró que en principio no imaginaba que nada le pudiera pasar, porque tenía “el ego muy alto”. Pero que llegado un momento perdió todo y se tuvo que ir a Brasil, donde pasó casi once años vendiendo manzanitas en una favela. “De un día para el otro no tenía para comer”, explicó Rubén, quien dijo que siempre había guardado su dinero en la Argentina y que le habían intervenido las cuentas de los bancos.
¿Qué pasó por su cabeza en ese momento? “¡Que se yo! Es la necesidad, cuando vos tenés gente que vos querés...Y yo vengo de muy abajo”, explicó Orlando. Sin embargo, frente a la pregunta sobre si alguna vez pensó en quitarse la vida, respondió que “sí”.
“O pegarme un cuetazo. O, cuando tomaba algo para dormir decía: ‘Ojalá no despierte’. Porque por ahí no me daba el coraje, o como se dice ‘los huevos’, para pegarme un tiro. Pero sí para tomar una pastilla y no querer despertar. Eso lo pensé muchas veces. Si digo que no, miento. Pero eso fue en un principio”, aseguró el coiffeur.
En ese sentido, Rubén reconoció que lo mejor que hizo fue irse del país para alejarse de “la jungla” en la que vivía. “A mí me llamaban todos los famosos. Tenía que apagar el teléfono cuando subía a la Panamericana de tantos llamados que me entraban. Y, de un día para el otro, no me llamó nadie. Quebré y no me llamó nadie más”, concluyó Orlando, quien volvió al país en el 2010 y hoy tiene su peluquería en el Barrio 31.
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