En el 2010, Marcelo Tinelli sorprendió a su público con una incorporación sin precedentes para el Bailando por un sueño. Eran épocas en las que venían estrellas extranjeras para darle otro color al reality. Sin embargo, la incorporación de Sarah Paddy Jones para la sexta edición del concurso de baile rompió todos los moldes. Lejos de las integrantes habituales, una noche, con su clásico tono, el conductor presentó a la señora, que por entonces tenía 76 años.
Rápidamente Paddy se metió en los corazones de los televidentes por su simpleza: fue adoptada como la abuela del pueblo. Cuando llegó la hora de demostrar en la pista sus cualidades, a más de uno sorprendió con sus movimientos y agilidad. Tenía la particularidad de encenderse cuando escuchaba una melodía. Esos pasos lentos y cansinos con los que entraba al estudio desaparecían apenas le ponían música. Erguida, siempre con una sonrisa, su esqueleto comenzaba a moverse al compás de la canción que sonaba en el estudio.
Un mes y medio después quedó eliminada, y al poco tiempo se le fue perdiendo el rastro. Sin embargo, Sarah siguió recorriendo las pistas de todo el mundo de la mano de su partenaire, el bailarín argentino Nicolás Espinoza.
En 2014 audicionó e ingresó a Britain’s Got Talent. Si bien es un show, la producción se toma el trabajo de que ingresen personas que tengan noción, por eso pasan por una especie de casting. Así, uno de los concursos mediáticos de baile más importante de la televisión mundial le hizo un lugar.
La curiosidad se dio el primer día. El jurado se miraba incrédulo mientras ella hacía su ingreso a la pista. Lo que aconteció en la televisión británica se fue suscitando en todas partes. Nadie le daba crédito, sobre todo, por su frágil aspecto, pero esa sensación quedó de lado con apenas unos movimientos. La imagen que se repite es la de todos con la boca abierta. Llegó a la final, pero no logró quedarse con la corona.
Un año más tarde se incorporó al mismo reality, pero en su versión francesa. Más tarde llegó a El hormiguero, exitoso programa de la televisión española. Fue parte de lo que se denominó “experimento social”, con el que Paddy buscó demostrar que la edad es solo una cuestión mental. “Los que envejecen son los miedos”, dijo en su presentación.
El inicio
Sarah nació el 1 de julio de 1934 en Stourbridge, Inglaterra. A los dos años y medio sus padres la llevaron a estudiar danza clásica. Cuando cumplió los 15 fue incorporando otras disciplinas. A los 22, cuando contrajo matrimonio, decidió abandonar su pasión. Pasaron los años. Cuando su marido se jubiló se fueron a vivir a Gandia, un municipio de Valencia, España. Dos años, en 2003, David, el gran amor de Paddy, murió de leucemia. Y ella entró en una gran depresión.
Buscando poder salir del pozo anímico en el cual se encontraba, decidió incorporarse a una escuela de baile con la intención de retomar aquello que la hizo feliz en su niñez y adolescencia. Ahora, tenía 70 años recién cumplidos. Para sumar conocimientos se anotó en flamenco, un ritmo que descubrió cuando se había mudado a territorio español, pero que no había bailado nunca. Su profesor fue Nicolás, quien descubrió inmediatamente su talento y le propuso que tomara clases de salsa acrobática; le veía cualidades. Se trataba de una disciplina arriesgada para su edad, pero no imposible para su espíritu guerrero.
Fue tal la conexión que Espinoza no solo fue su profesor en los primeros años, sino que aun mantienen una relación de amistad. Incluso, él cerró el bar que tenía y se mudó a Gandia para estar cerca de ella. Allí empezaron la gran aventura de recorrer el Viejo Continente a través del baile bajo el nombre de Son del timbal. Además de participar de los concursos en los que era convocada, Paddy se tomaba un tiempo para dar clases de salsa a adolescentes.
Desde el primer día, aun cuando no era famosa, su intención siempre fue la de demostrar a quienes la rodean las cualidades positivas del baile. “Me siento feliz cuando me dicen que soy una inspiración para los más jóvenes. El baile es mi pasión: gracias al baile me mantengo en forma y en buen estado de salud”.
Es dueña de un récord Guinness: la bailarina de salsa acrobática más anciana del mundo. Un reconocimiento que le permite disfrutar pero, además, seguir creciendo. Porque su labor no se detiene y, a medida que pasa el tiempo, lleva esa marca más y más lejos. En alguna oportunidad, cuando le preguntaron hasta cuándo iba a bailar, respondió que lo hará hasta el final de sus días: “Es mi motor, lo que me hace vivir. Bailar me hace muy bien y lo voy a hacer hasta que el cuerpo me lo permita”.
Una vida en movimiento
Paddy Jones sigue cautivando desde los escenarios y demostrando que está en plenitud, atravesando su mejor momento. Dedicada y más comprometida. Hace seis meses cumplió 86 años y, lejos de frenar, continúa bailando, mostrándole al mundo su inconfundible cabello totalmente blanco que denotan su longevidad, su cuerpo menudo y esa mirada cálida que acompaña una sonrisa vivaz.
Durante el 2019 la pareja volvió a deslumbrar en el Britian’s Got Talent: The Chapmpions, el concurso de baile que convocó a quienes alguna vez habían ganado una edición. Paddy y Nico fueron escalando y pasando etapas. Y si bien llegaron a instancias decisivas, no lograron quedarse con el título que se disputó en octubre de ese año. Estuvieron entre los 10 finalistas que bailaron por ingresar a los tres lugares que premiaban económicamente a los concursantes, pero no lograron ir al podio.
En enero de 2020 volvieron a reaparecer en pantalla luego de ser invitados para ser parte del Britian’s Got Talent. Más allá del talento, Sarah se transformó en un verdadero ejemplo a seguir y buscó revancha. El público la pide y los encargados del show obedecen. “La gente cree que te conviertes en una persona mayor y que tienes que quedarte en casa mirando televisión, que eso es lo único que sabes hacer. En mi casa todavía guardo algo de esa nena de dos años y medio que era una orgullosa bailarina”, comentó meses atrás, cuando repasaron su historia de vida.
Poco tiempo después, con la llegada del COVID-19, el certamen quedó inconcluso. Paddy Jones tuvo que alejarse de las pistas para poner el foco en su salud. Sin embargo, porque todavía no está para quedarse tirada en un sillón a mirar televisión y ver la vida pasar, no dejó de ensayar para no perder ese ritmo que lleva en la piel. Este año cumplirá 87 años. Y seguirá luciéndose en las pistas. Porque en definitiva, la edad es tan solo un número que no entiende de pasión.
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