Ricardo Fort quería ser famoso. Y lo logró. Pero para lograrlo terminó descuidando, ni más ni menos, que su salud. Y, el 25 de noviembre de 2013, falleció. Tenía apenas 45 años de edad y llevaba un largo tiempo luchando contra el dolor. Pero decía que no podía parar justo cuando había alcanzado la gloria. Así que prefería tomar morfina, con tal de poder estar en los programas de televisión, en las funciones de teatro y en cuanto reportaje periodístico se topara en su camino.
Cuando él murió, Martita tenía tan sólo 9 años. Y aunque todos los allegados a Ricardo aseguran que era un papá muy presente, a ella no le quedaron muchos recuerdos junto a él. Tras la partida del chocolatero, la joven y su hermano gemelo, Felipe, quedaron bajo la tutela de Gustavo Martínez, quien terminó de criarlos con la ayuda de la niñera Marisa López. Y la leyenda que se generó en torno a la figura de su papá siempre pareció desbordarla.
Es que, para ella, no era el cantante, ni el mediático, ni el excéntrico millonario que había hecho de su vida un reality show. Para Martita era tan sólo su papá. Y, a siete años de haberlo despedido para siempre, se sigue preguntando si tal vez, solo tal vez, todo hubiera podido tener otro final.
De hecho, con más de 460 mil seguidores en su cuenta de Instagram, este martes Martita aceptó contestar algunas preguntas de sus seguidores. Y, cuando un usuario le consultó si le hubiera gustado que su papá no hubiera sido un personaje popular, respondió: “Era una parte suya y lo que le hacía feliz. Pero, por otro lado, de no haber sido famoso quizá todo hubiese terminado diferente”.
Por otra parte, cuando otro de sus seguidores le preguntó si le molestaba que la reconocieran por los logros de Ricardo y no por los suyos propios, la adolescente contestó hábilmente: “No, es muy amado y se lo merece. Además, recién tengo 16 años para contar logros”.
El pasado 5 de noviembre, cuando el chocolatero hubiera cumplido 52 años, Martita había compartido una foto en la que se la veía junto a su papá, su hermano, su niñera y Gustavo. “No sabía qué decir hoy, ya que me pone incómoda hablar de mi papá. Entonces pensé en compartir el primer recuerdo del que tengo registro: las caminatas de mi papá y Gustavo llevándome en cochecito, recorriendo las calles y la rambla de Miami (la primera ciudad donde vivimos), algo bien alegre de él”, puso junto al posteo.
Y luego continuó: “Hoy por hoy tengo la memoria muy borrosa, pero recuerdo también cuando con mi hermano nos escondimos jugando en un local de ropa y mi papá hizo cerrar el local entero para buscarnos, mientras llorábamos de la risa. Capaz que muchos esperaban algo más de mí, pero este es el (quizá humilde) aporte para este día donde todos lo recuerdan”.
Fort fue un adelantado en el tema de subrogación de vientre. Desde muy joven, el chocolatero le había manifestado a sus íntimos su profundo deseo de convertirse en papá. Y, cuando en la Argentina todavía nadie hablaba de la posibilidad de traer hijos al mundo por este método, él logró concretar su deseo en Los Ángeles, Estados Unidos, donde el 25 de febrero de 2004 nacieron Martita y Felipe.
Por entonces, Ricardo tenía 36 años de edad. Y se encontraba en perfecto estado de salud. Sin embargo, siempre tuvo el presentimiento de que se iba a morir joven. Y por eso, cuando llegó a su consagración mediática y comenzó con una serie de intervenciones quirúrgicas por sus problemas de espalda y rodilla, decidió hacer un poder a través del cual le cedía la custodia de los pequeños a Gustavo por si algo le ocurría.
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