Alejandra Stamateas, con Pamela David: “Salgamos del modo apocalipsis y dejemos de ser víctimas de las circunstancias”

En esta nueva entreva del ciclo PamLive, la escritora y conferencista internacional habla sobre las consecuencias emocionales de la pandemia

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La entrevista de Pamela David a Alejandra Stamateas, en PamLive (Instagram: @Pamedavid)

¿Por qué nos cuesta decir que “no”? ¿Por qué a veces nos atamos a relaciones enfermizas que nos cargan de mala energía? Tal vez el problema esté en ponernos en ese papel de víctimas. Tenemos las herramientas de salir de aquellas situaciones que nos entristecen; tan solo tenemos que aprender a utilizarlas. En esta ocasión, en diálogo con Pamela David para PamLive, la escritora Alejandra Stamateas les habla a las mujeres presas de aquellos conceptos errados que las condicionan a actuar o sentir de tal forma con sus vínculos afectivos. Y en general, a aquellas personas que deben animarse a dar pasos para tener estima y valorarse: reconocer lo que les pasa, saber decir que “no” sin culpas y aprender a perdonarse a uno mismo.

—¿Por qué nos cuesta tanto decir que “no”?

—Si no decimos que “no”, la vida nos dice que “no”. Son circunstancias en la vida que tenemos que aceptar. Lo ideal sería que nosotros podamos tener la actitud de ese “no”. Y poder dejar de ser esas mujeres necesarias y heroicas para todo el mundo. Aprender a decir que “no” es una de las cosas más importantes que tenemos, y debemos saber usarla. Porque a veces le decimos que “no” a todo y hay cosas que nos gusta hacer. Hay que saberlo aplicar. Y poder decir “sí” cuando queremos, siendo asertivas; poder afirmar cosas. Decir que “sí” cuando lo queremos. El “sí” y el “no” son dos palabras que no podemos dejar de decir, y con mucha seguridad, y sin sentir culpa.

—¿Cómo hacés para darte cuenta que estás en una relación enfermiza?

—Tenemos muchos conceptos que aprendimos desde la infancia que nos siguen durante toda la vida. Cuando hacemos pareja esos conceptos aparecen instantáneamente. Por ejemplo, el concepto de que yo soy la responsable de hacer crecer a mi pareja. Las mujeres creemos en ese concepto de que en el fondo vamos a cambiar a nuestra pareja y entramos en esa cruzada de amor que hacemos con ese varón para tratar de rescatar lo no rescatable. Nuestras abuelas nos decían: “Tu papá es bueno”, “Tu papá se enojó pero tiene razón”. El papá, si se enojaba, era correcto que se enojara. Si papá decía una palabra era muy importante esa palabra. Esas abuelas o mamás que tenían ese concepto, y tal vez les sirvió a ellas, hicieron crecer en nosotros el concepto de que el varón siempre tiene la razón y que por eso siempre hay que respetarlo. Muchas mujeres entran con estos conceptos a una relación de pareja y terminan enganchadas tratando de transformarlo, cambiarlo y amoldarlo a lo que ellas quieren que ese hombre sea. Y ahí viene el gran conflicto: cuando pusieron una expectativa muy alta en ese poder que ellas tenían para transformarlo, y de pronto el otro no cumplió con esa expectativa. El otro siguió siendo como fue siempre sin la intención de querer cambiar. Entonces nos encontramos anuladas frente a un hombre que tiene una forma de ser o de tratar que no es aquella que nosotras imaginamos, y volvemos a la cruzada de “yo, con mi amor, lo voy a cambiar, le voy a tener paciencia, etcétera”. Hay que aceptar al otro como es y decir: “Yo elegí hacer pareja con esta clase de hombre”. O estoy o no estoy, y yo tengo el poder del “sí” o del “no”. De estar o no estar con esa persona.

—Entonces, la importancia de escucharnos cuando repetimos conceptos erróneos y dejar de mirarlo a través del velo del romanticismo.

—Cuando las mujeres queremos algo vamos con todo. A veces no nos damos cuenta de que en ese “ir por todo” estamos comprando algo que no queremos comprar. Si yo quiero formar una pareja tiene que ser más grande lo que me gusta que lo que no me gusta. Ahora, si es mucho más grande lo que no me gusta que vivo ocultándolo, dejándolo de lado porque pienso que en el futuro él va a cambiar, porque pienso que hoy no tiene las condiciones indicadas para hacerlo, entonces yo ahí compré algo que después me va a costar sostener y me voy a agarrar la cabeza. Una mujer mayor me decía que le molestaba que su marido vea televisión. Le pregunté por qué le molestaba y me dijo que porque se sentía sola. Entonces le digo: “¿A quién le duele sentirse sola?”. “A mí”, me dice. Claro, a él no le molesta. Él está feliz mirando televisión. Entonces al que le duele es quien debe resolver la situación. Si a vos te está doliendo, tenés que explorar por qué. Si estás esperando a que él te haga sentir en compañía es porque tu expectativa es que él esté con vos las 24 horas, que no tenga una vida propia, y que todo el tiempo esté cediendo para que vos no te sientas sola. Empezá a explorarte y pensá por qué te sentís tan sola, y empezá a hacer relaciones interpersonales que no dependan solamente de él. No le pongas toda tu exigencia a él y no pienses que él tiene que darle una solución a eso. Porque la solución siempre viene del lado del que le pasa algo.

—¿Qué le podemos decir a una persona que sostiene: “Lo peor que hay es sentirse sola estando en pareja”?

—Cuando una se siente sola estando en pareja es porque se siente sola. La cuestión no es “tengo pareja o no tengo”. Puede haber muchas circunstancias por las cuales esa pareja no esté. El problema está en toda la expectativa que pongo en el otro. Lo importante es chequear por qué me siento sola. Y descubrir qué maneras tengo de salir de esa decisión sin cargarle mi soledad a la otra persona. Si me caso para no estar sola es que fui presionada por algo como casarme para estar en pareja y no sentirme sola. O sea que el otro se convirtió en un salvavidas para mi soledad. Tengo que ver qué me afecta a mí y ver cómo lo resuelvo sin que me lo resuelva el otro. ¿Qué te pasa con tus amistades? ¿Qué te pasa con tu propia compañía? ¿Qué pasa que no podés ocupar tu tiempo con cosas que realmente te hagan bien?

—¿Cuáles son las respuestas a esas preguntas? ¿Cómo te das cuenta de lo que te pasa con esa insatisfacción?

—Hay que reconocer que lo que pasa, me pasa a mí. Estoy tratando de poner esa carga interna, que no sé cómo resolver, en la vida de otro. En este caso puede ser una pareja, o una mamá, hermanos, amigos. Generalmente hay una mujer allí que se ató a la vida del otro y perdió su independencia. Se envolvió tanto en la vida del otro que ahora se mueve de acuerdo al paso que el otro da y no puede dar su propio paso en el baile y guiar al otro hacia donde ella quiere ir. Son personas que generalmente han perdido sus metas y objetivos porque tal vez su único objetivo en la vida era tener una pareja. Pero eso solo es bueno cuando hay objetivos en común. Ahí hay que revisar si me faltan objetivos propios o nos faltan también objetivos como pareja. Hacer cosas juntos que nos hagan felices a los dos y a la vez permitir que el otro haga las cosas que a él le gustan. Saber tener esos espacios y saber cuándo juntarlos.

—¿De dónde levantamos las fuerzas para levantarnos con optimismo?

—La fuerza siempre viene de adentro. Tenemos una reserva de fuerzas listas para usar. Tenemos que dejar de aferrarnos a ese mundo pequeño que tuvimos en esta pandemia y dejar de construir desdicha. A veces la primera herramienta que agarramos, de todas las que tenemos, es el miedo.

—¿Y cómo se hace para no sentir ese miedo?

Hay que saber que después de cada crisis hay un desafío. El mundo fue desafiado esta vez. Tendemos a victimizarnos, pero la experiencia de la pandemia fue mundial. Todos hemos pasado por lo mismo y tenemos una fuerza interna para volver a levantarnos. Saldar todo los que nos pasó y pensar en qué nos fue bien y en qué nos fue mal. Porque no todo fue malo en este año: hay gente que necesitaba descansar, dejar de viajar en un tren repleto de gente y relajar un poco; hay gente que necesitaba cambiar de trabajo; hay gente que necesitaba estar con los hijos porque antes no lo podía hacer. Fijémonos en los puntos que nos ayudaron a obtener fuerzas porque también hubo muchas cosas que nos ayudaron a recuperar esas fuerzas. Salgamos del “modo apocalipsis”. Sé que pasan cosas que me gustaría que no hubieran pasado, pero no quiero ser una víctima de las circunstancias. Sé que tengo capacidad para salir adelante. Hablarnos con cariño a nosotros mismos, a nuestra familia, a nuestros hijos. Adonde vayas e intentes escapar, esas crisis seguirán existiendo. Dejemos de pararnos en excusas y démonos cuenta de que este mundo siempre va a tener dificultades. El mundo se está poniendo viejo y las herramientas son pocas. Los seres humanos tenemos que buscar desde adentro porque la riqueza de este mundo está en nosotros. Tenemos que aprender a sacar lo mejor de nosotros. Debemos buscar ese Dios maravilloso que es el dueño de este mundo, para que Él nos ayude a ver algo que no estamos viendo.

—¿Qué pueden hacer las personas pesimistas?

—La estima se activa haciendo. Me puedo equivocar, pero voy corrigiendo, voy logrando. Observar la vida del otro y copiar sin sentirnos mal, porque no copio solo lo que hace: copio el espíritu, la alegría, el esfuerzo de la otra persona y le pido prestado sus ojos. Porque esa persona está viendo la vida de una forma en que yo no la puedo ver. Yo siempre veo gris, nublado, una tormenta; pero la otra persona no. ¿Cómo hace? Juntarnos y aprender de la gente, pero no para deprimirnos y hablar negativo entre todos, porque eso ya lo dice todo el mundo y es fácil. Yo tengo que juntarme con gente que tenga eternidad en el corazón, no con gente temporal que cuando ve una noticia mala dice que todo está mal. Dejá de mirar noticias malas, de leer los diarios, y juntate con alguien que ves que se levantó a la mañana, que fue a laburar, que está tomando mate y que está feliz. Con lo poco o con lo mucho, pero está feliz. Hay que saber elegir compañías, libros; quiénes te van a ayudar en la búsqueda interna.

—Leo muchos mensajes de personas que se sienten tristes o apegadas. Tienen que tomar una decisión...

—Sí. Primero hay que darse cuenta de lo que les pasa: reconocer es el primer paso para salir adelante. Hay gente que dice que tiene depresión y en realidad no la tiene. No le pongo un nombre, pero reconozco que la estoy pasando mal. Y reconozco que sí puedo hacer algo: por ejemplo, buscar ayuda. Ese es el primer paso de la sabiduría. Si no lo puedo resolver porque hace años que lo intento y vivo en un circuito negativo de angustia, de tristeza, se sigue dando en mi vida y no lo puedo solucionar, busco ayuda. Porque la palabra y la mirada del otro me van a sacar de ese circuito. A veces nos metemos en ese circuito y no nos damos cuenta de que estamos metidas. Una mamá me decía que tenía un hijo con una crisis grave, y que le habla de ciertas cosas que quiere, y ella le contesta: “No se puede”, “No hay plata”, “No podés”. Y le digo: “¿No será que él simplemente te quiere hablar de su mundo para que vos entres en él?. No le digas que no se puede. Decile: ‘Qué interesante lo que me estás compartiendo, ¿cómo lo podríamos lograr?’. Y convencer al otro de que busque una salida para esa situación”.

—Todos alguna vez escuchamos a alguien que nos dice: “No vas a poder, ni lo intentes”.

—Todos tenemos una vida para experimentar un montón de cosas. A medida que pasan los años hay cosas que ya no te interesan: los gustos cambian, pasaste a otra etapa. Todos podemos ser más productivos de lo que estamos siendo. Aprendamos a no pincharle el globo y el sueño a otro. Decirle: “Si vos lo querés, vas a conseguir todo el esfuerzo para lograrlo”.

—¿Cómo poder hacer un tiempo para una si todo el tiempo es para la familia?

Hay que poder decir que “no” en el momento correcto, no todo el tiempo. Aprender a decir que “no” para que ese “no” sea escuchado y se le dé ese valor. Saber cuándo decirlo y no dar explicaciones de por qué lo decimos. Aprender que si yo digo que “no” es porque considero que lo que voy a hacer es importante. El tiempo que yo voy a usar, que es mío y me corresponde, lo voy a usar en algo que yo estoy segura que lo quiero usar. Ya sea para dormir, hacer compras o leer un libro. Que ese “no” para mí es importante porque tiene que ver con algo que estoy necesitando, decirle que “no” a otro para darme prioridad a mí. Los que te quieren, te van a entender. A los que no te quieren, el “no” les va a costar un poco más.

—Balances de fin de año: muchos aprendizajes. Hablemos de la importancia de perdonarnos.

—Debemos saldar las deudas con nosotros mismos. Todos en nuestro interior tenemos deudas con nuestras exigencias. Nos exigimos ser las mamás perfectas o tener la pareja perfecta, emprendedoras perfectas, y este año no salió como lo imaginábamos. Estamos esperando algo de nosotros que es imposible: la perfección. La perfección no existe, y a nadie le gusta estar al lado de alguien perfecto. Nos gusta compartir la vida con gente que es como nosotros, que se equivoca, que a veces tiene aciertos, que hay cosas que sabe y hay cosas que no. Nos gusta estar con esa clase de gente. A nadie le gusta estar con una persona a la que le sale todo bien, porque es mentira. Perdonarse es decir: “No soy la persona que me puse como expectativa”. Lo que pueda lo voy a transformar, pero hay cosas que me tengo que aceptar como soy y aprender a gustar de mí. Dejar de pelearme conmigo, parar un poco y gritarnos un “basta” interno. Hay que ir hacia adelante. Es preferible ir adelante que detenernos.

—¿Qué les podemos decir a las personas que están tristes? Por ejemplo, aquel que dice que “lo malo pesa más que lo bueno”.

—Que tiene un argumento, un mandato: “Lo triste pesa más que lo alegre o lo bueno”. Eso es un mandato. ¿Por qué escribió eso en su vida? Todos pasamos por momentos alegres y tristes, y todos pasan porque son temporales. ¿Por qué le puso más peso a lo triste que a lo alegre? Obviamente que cuando pasa algo triste se va a hundir porque ya cree que pesa más en vez de decir “esto va a pasar”. No detenernos tanto en esos conceptos que nos marcamos y nos pinchamos dentro del cerebro porque creemos que debe ser así. ¿Quién dijo que el día triste pesa más que el día alegre? ¿Quién dijo que la noticia mala pesa más que la buena? Nuestra vida la mantenemos porque estamos llenos de noticias buenas. La primera noticia buena es que tenemos vida. Si estamos vivos podemos experimentar la vida y ocurrirán cosas lindas. ¿Qué estoy buscando en la vida, a quién sigo, qué pasos estoy siguiendo, qué mentores estoy buscando en mi vida diaria? No tengo que nivelarme con lo malo, tengo que liberarme con las cosas buenas de mi vida.

—¿Por qué es tan importante la independencia en una pareja?

Es importante saber lo que es ser independiente para tener una interdependencia sana. Si yo no sé lo que significa ser independiente económicamente, emocionalmente, afectivamente, no voy a saber qué es la interdependencia: el estar con el otro sin avasallarlo, sin asfixiarlo, y que el otro no me asfixie a mí. Porque sé poner límites a mis espacios. Y a la vez disfruto de compartir otros espacios con otras personas.

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