El domingo por la noche Víctor Hugo Morales fue internado de urgencia por una complicación en la arritmia que sufre desde hace años; cuatro días después fue operado: le colocaron un marcapasos. Este viernes, luego de recuperarse satisfactoriamente de la operación, los médicos le dieron el alta.
Salió caminando de la clínica, con un cabestrillo que envuelve su hombro izquierdo y entre bromas: “Es el Tata Brown en la final de México 86″, se escuchó, provocando la sonrisa del relator, que con su voz inconfundible narró maravillosamente aquella gesta de la Selección Argentina. Pero un rato antes, todavía en su habitación, Víctor Hugo dejó una revelación: los médicos le contaron que al llegar al hospital estuvo “cuatro o cinco segundos con el corazón parado”.
“El domingo a la mañana me desperté con un mareo rarísimo, la casa daba vueltas, me pesaba la cabeza, tuve náuseas -comenzó su relato en una charla telefónica con su programa La mañana de Víctor Hugo-. Me paré como pude y anduve por la casa buscando estabilidad, desafiándome a ver si me caía o no me caía. Me senté y pedí ayuda médica, me trajeron a esta clínica que no menciono hasta el lunes para ser más prolijo, para que nadie se tiente de esperar en algún momento o de pedir ara hacer una nota”.
Luego contó que lo llevaron en ambulancia hasta el lugar: “Tenía miedo de que fuera algo en la cabeza, un ACV. Me dijeron que tenía relación con el corazón, detectaron la arritmia que tenía hace un tiempo. Esa arritmia pudo ser todavía más severa. Esa misma noche en la que llegué estuve cuatro o cinco segundos con el corazón parado. Imagínense cuando me lo contaron al otro día”.
“Ahí empezaron a decidir si me ponían un marcapasos, que es algo que ayuda. Mucha gente me llamó para decirme que si me lo iban a poner me quedara tranquilo, que da seguridad y mejora la vida”, dijo sobre la intervención que le realizaron días más tarde y que definió como “una maravilla, una de esas cosas de la ciencia verdaderamente increíble”.
Para quienes no lo saben, explicó de qué se trataba: “Es una moneda de dos milímetros de alto por tres centímetros de diámetro, levantan una ventana en el pecho cerca del hombro y colocan la moneda que tiene un cable que va por las venas al corazón y eso se convierte en un árbitro de lo que sucede en el corazón”.
“Si pasa algo y lo corrige. Pensaba, es como un equipo que se tiene para dar luz cuando la luz se apaga, un grupo electrógeno. Con mi arritmia pasa algo parecido”, agregó.
“Zafé”, dijo pero admitió: “Quedan las posibilidades a ciertas edades de otras cosas y nadie se compra la vida”. Aún así se mostró positivo: “Fue una experiencia maravillosa, todo en la vida es un aprendizaje. Lo que vale es el amor de la gente, respetarlos y quererlos como en cada acción que ejecutamos periodísticamente”.
El periodista ya se siente bien: “Tengo moretones en el cuerpo y electrodos por todos lados, soy un mapa, hasta que ahora me quiten todo porque hoy volvería a mi casa. Vendrán los médicos para la revisión y para decirme qué tengo que hacer con mi vida que no cambia demasiado pese a que uno tenga un intruso en su cuerpo, que sería el marcapasos”.
“Todo fue muy dulce, ustedes (los oyentes) lo hicieron de esa manera. Hay amigos en muchas áreas y eso hizo que yo recibiera tanto apoyo y energía. No puedo nombrarlos porque la lista es interminable pero muchas gracias a todos”, dijo y aseguró que durante el fin de semana intentará tomarse el tiempo necesario para agradecer uno por uno los mensajes que recibió. Además, agradeció al personal médico: “Las enfermeras, unas divinas, cuántas veces tuvo uno una situación en la cual la enfermera es nuestra hada, son una maravilla”.
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