El árbitro brasilero señala el centro del campo y Diego Maradona sonríe como aquel niño que, en una filmación en blanco y negro, contaba que soñaba con jugar un mundial. La camiseta albiceleste, la cinta de capitán, los brazos al cielo segundos antes de envolver a Ricardo Giusti. Y la voz de José María Muñoz anunciando que ”¡Argentina es campeón, el hecho más saliente de la historia del fútbol argentino fuera de nuestra frontera!”.
De fondo, casi perdiéndose entre tan algarabía, se escucha cantar en un volumen muy bajo: “En las buenas y en las malas, a mi lado siempre tú, de una forma sobrehumana, a mi lado siempre tú…”. Es entonces cuando la voz de Muñoz se va apagando hasta que Valeria Lynch, sin pedir permiso, estalla en un grito agudo: “¡Más!, me das cada día más, aleluya por el modo que tienes de amar”.
Así concluye Héroes, la película oficial del Mundial de México 86 que eligió la canción “Me das cada día más” para musicalizar la consagración de nuestra Selección. Y que consiguió un imposible: ubicarse a la altura de la épica maradoniana. Porque para todos los argentinos ese campeonato representa la mística de Diego en su máxima expresión: los dos goles a los ingleses (el del engaño y el de la magia), la final con los alemanes, sus fotos sosteniendo la Copa del Mundo como imaginaba hacerlo aquel niño repleto de carencias, cargado de ilusiones…
Son esas imágenes las que desde hace diez días -ante la partida que aún se niega a ser aceptada, en esta primera etapa del duelo- se reproducen hasta el infinito en las redes sociales, en las banderas colocadas en los estadios del mundo entero, en remeras y tatuajes, en altares improvisados, en informes televisivos, en notas periodísticas. Y también en la memoria colectiva -esa que nunca lo olvidará-, en cuya inmensidad resuena como un eco el estribillo cantado por Valeria.
Pero esa canción no fue compuesta para Maradona, tampoco para ese documental. Menos aún se inspiró en el fútbol. En ese sentido, quizás el único punto de contacto pueda encontrarse en el césped: allí donde brilló El 10, Víctor Yunes escribió la primera estrofa. Porque en el jardín de una casa de Monte Grande se le ocurrió aquello de “En las buenas y en las malas, a mi lado siempre tú...”.
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En rigor, quien ese día estaba al lado de Yunes era el Paz Martínez. Juntos ya habían compuesto otra canción romántica: “Los recuerdos no abrazan”. Y del mismo modo, cobijados bajo el sol del Gran Buenos Aires, fueron armando esta nueva creación. El Paz Martínez aportó el estrebillo, aunque surgió un contrapunto entre ellos: tardaron en ponerse de acuerdo con la inclusión de la palabra aleluya. Insistente, Víctor la proponía; tenaz, su amigo la descartaba. El dilema se subsanó en el piano ubicado en una de las habitaciones del caserón: “Aleluya por el modo que tienes de amar…”. ¿Quién sabe? Sin esa palabra, otra hubiera sido la historia.
Bajo el nombre de “Me das cada día más” la registraron en SADAIC (un guiño del destino: Yunes ingresó a esa entidad como miembro del directorio justo en 1986; actualmente es el director general). Con la partitura bajo el brazo, el siguiente paso era el más difícil: encontrar quién la cantara.
Luego de evaluar varios nombres se decidieron por Valeria Lynch. Según explicó alguna vez el Paz Martínez, Hubo una razón artística para su elección: “Canta maravillosamente bien”. Y otro motivo vinculado con el bolsillo: “Cobraríamos mucho dinero por los derechos de autor”. En uno y otro caso tenían razón, aunque el tiempo tardó en darles la derecha. La cantante incluyó el tema en su disco Cada día más, de 1983, y si bien no desentonó -ni Valeria ¡desde ya!, ni la canción- el suceso llegaría recién tres años después con Héroes, cuando “las radios estallaron” y la composición “salió despedida al mundo”, según recuerdan sus autores.
“Es una canción que se reinventa constantemente -le dice la cantante a Teleshow-, que cada vez que hay un evento deportivo aparece otra vez, dando fuerza, ilusión, esperanza. Por supuesto que la canción me lleva al recuerdo de la película Héroes y de Diego Maradona haciendo ese famoso gol, es inevitable que vaya a ese lugar. Pero también es una canción que sigue vigente, de esas que no pasan de moda”.
Pensada para dos amantes, la gesta maradoniana resignificó la letra. Y lo que nació como una declaración romántica mutó en hazaña futbolera. Porque desde aquel Mundial en territorio azteca, Valeria parece cantarle a Diego, el incondicional de la Selección (“En las buenas y en las malas, a mi lado siempre tú…”), que jugó al fútbol como nunca nadie lo había hecho antes, ni lo haría después (esto es: “...de una forma sobrehumana…”), consiguiendo que millones vibraran con la Argentina (“...mi buen amor, mi gran amor, siempre conmigo…”).
Quien esto escribe enjuaga sus lágrimas. Aquellos ojos que capturaron la magia de Maradona se nublan ahora por la falacia de su muerte. Porque ese hombre que sonríe como un niño, portando la albiceleste y la cinta de capitán, que eleva los brazos al cielo, sigue allí, corriendo feliz detrás de una pelota, mientras se escucha de fondo la prodigiosa voz de Valeria Lynch. Porque aquí te quedás, Diego. “A mi lado siempre tú...”.
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