Nadie podrá repetir “A-wop-bop-a-loo-bop-a-wop-bam-boom” con ese toque, un término que Little Richard inventó, sin un significado coherente, pero que encerraba la quintaesencia del rock and roll. Algunos un poco más jóvenes, otros contemporáneos, antes o después supo influenciar a bandas fundamentales como The Beatles y Rolling Stones. “Cuando estábamos de gira con él, observaba sus movimientos todas las noches y aprendía de él cómo entretener e involucrar a la audiencia y siempre fue muy generoso con sus consejos”, dijo Mick Jagger a través de un comunicado cuando se enteró de que el ídolo había muerto, el 9 de mayo pasado.
Este 5 de diciembre, Little Richard hubiera cumplido 87 años, pero no llegó. Fueron años vividos a pleno, hizo de todo y la vejez le pasó factura. En 2013 había anunciado su retiro y en los últimos tiempos sus apariciones arriba y abajo del escenario fueron sentado en una silla de ruedas. Había sufrido un derrame cerebral, tenía graves problemas cardíacos y varias lesiones en su cadera. Era el último bastión del triunvirato que revolucionó la música en la década del 50 y que allanó el camino para todos los que vendrían después. A la par de Chuck Berry y Jerry Lee Lewis, puso ritmo a varias generaciones y despertó el impulso de una juventud que parecía dormida a mediados del siglo XX.
Ser afroamericano no era sinónimo de éxito por esa época, sino todo lo contrario. Eso tenía en común con Chuck Berry, pero él sumaba otra particularidad: era bisexual. Sentir atracción ¡y concretarla! por alguien del mismo sexo era algo que no se podía decir por aquellos años. No solo estaba prohibido, estaba penado por la ley y era cuestionado por la sociedad. Richard Wayne Penniman había nacido en un hogar religioso y los enfrentamientos con su padre lo llevaron a irse de casa, por la fuerza, cuando tenía 15 años. Richard salía con chicos y chicas y sus problemas con la policía comenzaron el día que fue arrestado en una estación de servicio por “conducta lasciva”. El delito no fue tan grave, solo miraba cómo una amiga suya tenía sexo con otro hombre en el mismo auto. Por voyeur, pasó tres días en prisión y le negaron la posibilidad de hacer shows en Macon, su pueblo natal. El tiempo pasó y no solo le levantaron la prohibición, sino que empezaron a verlo como un orgullo, Little Richard había logrado trascender.
En Maco, Tullahoma, Richard había nacido el 5 de diciembre de 1932, como el tercero de doce hermanos. Su padre, el que lo iba a echar cuando cumpliera 15, tenía un par de contradicciones. Por un lado, era diácono y participaba activamente en la iglesia del pueblo, pero por otro, vendía alcohol de contrabando en Giorgia. Además, tenía un club nocturno. Su madre fue quien de un modo u otro marcó su vida con música y creencias. Como ella pertenecía a la Iglesia Baptista lo llevó a cantar en el coro, y enseguida el niño empezó a destacarse por su voz y un carisma que iba creciendo a medida que pasaban las presentaciones.
La fusión entre el góspel de la iglesia y el rythm and blues de las calles fue la fórmula perfecta para él, y cuando el 1955 grabó el rock and roll “Tutti Frutti” ya nada volvió a ser igual. El desenfreno de la fama, el dinero y los fans lo elevaron a un estatus de ídolo a él, que venía de un hogar pobre y con experiencias sexuales bastante sórdidas cuando era todavía un niño.
En el libro “The Life and Times of Little Richard”, de Charles White, Little Richard cuenta cómo fue que se dio cuenta de que le gustaban los varones: “Sabía que era diferente de los otros chicos a medida que crecía. Mi primo tenía un novio llamado Junior. Amaba a ese chico. Muchos de los chicos estaban enamorados de otros chicos como amigos, pero el mío era todo. Amaba a ese chico todo el tiempo. Lo amaba como una chica ama a su novio y como un hombre ama a una mujer. Mi cariño no era natural. Era muy antinatural, pero entonces no me di cuenta”.
La culpa religiosa abunda en el relato de Richard aunque no escatima detalles, como cuando cuenta su experiencia con una señora mayor. “La señora Miz C, que todavía está viva, me pidió que tuviera sexo con ella. Ella me dijo: ‘Chico, ¿qué tan grande eres ahí abajo?’ y yo le dije: ‘No lo sé’. Y ella miró y dijo ‘Ohhh, eres lo suficientemente grande. Ven aquí’. Y luego se lo puso ella misma y gritaba y gritaba, ‘Chico, me vengo, me vengo, me vengo’, lo que significa que se había emocionado. Ella lo hizo todo”, detalla en el libro la que quizás pudo haber sido su primera experiencia sexual con una mujer.
También Richard describe su debut sexual con un hombre que, aunque no queda claro a qué edad fue, es muy probable que haya pasado cuando era menor. Igual que con la señora Miz C, es una posibilidad que no hayan sido “relaciones” sino abusos, aunque el lenguaje y la mentalidad de la época lo hayan llevado a procesarlo de tal manera que en su relato queda suspendido entre la normalidad y el pecado. “Mi primera experiencia homosexual fue con un amigo de mi familia a quien los homosexuales locales llamaban Madame Oop. Madame Oop vivía en nuestro barrio y trabajaba en el ferrocarril. Solía venir a nuestra casa junto con otro chico gay llamado Sis Henry. Mis amigos los conocían desde hacía años”, contó en el libro de White que repasa su vida.
Absolutamente en contra de la educación rígida que le daban sus padres, el músico recordó las veces que llegó a prostituirse por algo de dinero: “Cuando todos salían del trabajo, Madame Oop los esperaba para ‘usar su boca’ en ellos y luego les pagaba. A mí no me gustó. Solo lo miré. Pero lo necesitaba porque obtendría dinero de él y de Sis Henry también. Mi mamá y mi papá no sabían que me estaba asociando con gente así. Nunca supieron que estábamos haciendo estas cosas, no lo habrían aprobado. Madame Oop te la chupaba y te decía que tenía vagina y que si eras amable te dejaba conseguir algo más. Ya sabes, un hombre mayor te dice eso y tú eres un chico joven... Lo que pasaba es que había estado con tantos hombres que le habían arrancado el recto y ya no le servía, por lo que le colocaron una colostomía en el costado y así usaba su recto como vagina”.
Todas esas vivencias marginales lo acompañaron a lo largo de su carrera y su formación religiosa no hizo más que llenarlo de culpa. Así fue que en 1957 después de un tour por Australia decidió abandonar la música y se convirtió en predicador. Luego estudió Teología en Alabama y llegó a crear The Little Richard Evangelistic Team, con quienes predicó por todos los Estados Unidos. Intermitente, volvió a los escenarios en 1962 y retomó el Ministerio de Dios en 1977. Durante esa época sucumbió al alcoholismo, se hizo adicto a la cocaína y llegó a caer en la heroína. También volvió a ir preso por voyeur, esta vez en un baño de hombres, entró en el Rock and Roll Hall of Fame, ganó un Grammy y vendió disco tras disco.
“Envié una cinta a Specialty Records y no se pusieron en contacto conmigo. Estaba en el hotel y tenía un Chrysler que mi madre había comprado hipotecando su casa. Fui al estudio de todos modos, y me hicieron cantar como Ray Charles, como BB King. Querían que cantara blues y ese no era yo”, le contó sobre sus comienzos al cineasta John Waters, que lo entrevistó para Playboy en 1987. El muchachito que había sido un escándalo, que ganó concursos y que nació con un don, la tenía clara: “Me subí al piano y comencé a cantar: ‘¡Woooooo!’ Ellos dijeron: ‘Oh chico, ¿de dónde sacaste esa voz?’ ‘¡A-wop-bop-a-loo-mop-a-wop-bam-boom!’ y dijeron: ‘Eso es un éxito’... El resto es historia”.
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