Hoy, Pamela David es una figura consagrada. Sin embargo, el camino para llegar a ocupar ese lugar en el mundo del espectáculo no fue nada fácil para ella. Y, en diálogo con Leandro Rud para La Noche, por El Nueve, la conductora recordó cómo fue aquel momento en que, con apenas 17 años de edad, decidió dejar su Santiago del Estero natal para venir a probar suerte a Buenos Aires.
“Todos decían que esto era una jungla, que no había amigos de verdad. Y, sin embargo, yo encontré buenas personas. Pero no fue fácil. Yo no se lo contaba a mis padres, porque ellos estaban en Santiago y no quería preocuparlos. Pero, al principio, fue re difícil. Porque, más allá de que yo me fui con mis ahorros a una pensión, estaba trabajando como promotora y hasta que lográs cobrar tu primer sueldo es complicado”, comenzó contando Pamela.
Y luego recordó: “Una vez me pasó que no cobraba en la agencia. Y a mí me daba un poco de vergüenza. ¿Qué loco eso de no tener las herramientas? Porque no es nada malo decir: ‘No tengo plata’, ‘No tengo para el colectivo’ o No tengo para comer’. Pero a mí me daba vergüenza. Entonces, llamaba a la agencia y decía: ‘¿Hoy sí voy a cobrar?’. Y era: ‘No, porque los clientes...’. Esa bicicleta que es natural, pero que imaginate lo que significa para una persona que no tiene para comer”.
Entonces, Pamela relató una situación límite en la que tuvo que elegir qué hacer con los pocos pesos que le quedaban en la billetera. “No sé cuánta plata tenía en ese momento, pero dije: ‘O me voy en colectivo, que tenía que ir a Retiro y yo vivía en Colegiales, o me voy caminado y la plata del colectivo la usaba para comer algo’. Eso fue una decisión. Y me acuerdo que fue fuerte y no lo hablé con nadie. Después sí, lo conté con amigas”, explicó.
Y después reflexionó: “Cada cosa que te cuesta un montón, aprendés a valorarla más. Yo no sé si es en todos los casos, pero conozco un montón de gente que al tener el conocimiento del valor de las cosas, el valor no el precio, aprende a valorar todo lo que tiene. Desde comprarse la tacita de café de todos los días y disfrutarla. Pero le da valor a cada cosa que uno puede tener. Porque no es tan simple ni tan vacío tener algo material. Es mucho más profundo de lo que parece”.
Pamela recordó que, en sus tiempos de promotora, participó de una publicidad que catapultó a la fama a Claudia Albertario. Y que esto le posibilitó viajar a grabar una promo de la misma firma a Paraguay, dónde se convirtió en una verdadera estrella. Pero que, cuando regresaba a la Argentina, tenía que seguir haciendo promociones para poder vivir. Hasta que le llegó la oportunidad de participar del reality El Bar, que le abrió muchas puertas que antes se le habían cerrado. “Las productoras a las que había ido a hacer casting me empezaron a contratar”, recordó.
Sin embargo, la conductora reconoció que fue la varita mágica de Gerardo Sofovich, que puso su nombre en una marquesina, la que le dio la gran oportunidad en el medio artístico. Y que, de todos los programas en los que participó después, fue Desayuno Americano el que más la hizo crecer como profesional y el que le gustaría reeditar, de alguna manera, si surgiera la posibilidad de volver a la televisión una vez que se logre controlar la pandemia del coronavirus.
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