El 24 de noviembre de 1991 los fanáticos de Queen pero sobre todo de Freddie Mercury sufrieron un masazo al enterarse que el artista había fallecido. Ese mismo día moría el cantante, pero nacía el mito. A su mansión eduardiana, en el oeste de Londres, empezaron a peregrinar decenas de seguidores que lloraban al ídolo. Dentro de la mansión, dos personas aún sabiendo de la inminencia de esa despedida lloraban al hombre. Eran Mary Austin, el gran amor en la vida de Freddie y Jim Hutton, su última pareja. Dicen por ahí las personas no somos fragmentos o esquirlas para juntar con cucharita, pero ante la magnitud de esa partida, ellos así se sentían.
Seis meses después se conoció el testamento de Mercury y la conmoción volvió. Sin que ella lo supiera, Freddie había dejado constatado en su testamento que Mary era la principal beneficiaria de su fortuna. La mujer a la que llamaba “esposa” se quedaría con la mitad de sus bienes y su dinero. Eso incluía Garden Lodge, la mansión valuada en aquel entonces en 22,5 millones de dólares, donde ella vive hasta el día de hoy.
A Jim Hutton, le asignaba unos 600 mil dólares, al igual que para Peter Freestone y Joe Fanelli, su asistente y su cocinero. Una suma nada despreciable pero que quedaba disminuida ante el monto recibido por Austin. A sus padres les legó el 25 por ciento de la herencia, lo mismo que a su hermana.
Pero eso no fue todo, Mary quedó resguardada de por vida económicamente hablando, ya que también quedó a su nombre un porcentaje de los derechos por regalías de sus canciones. La banda siguió tocando. Se calcula, por ejemplo, que los ingresos por derechos de la banda superaron los 54 millones de dólares solo en 2014. Si es una fortuna para cualquier mortal, más lo era para una mujer que creció en una familia empobrecida de Battersea, al sur de Londres, con un padre obrero y una madre encargada de la limpieza en una empresa.
A Mercury lo conoció cuando ella trabajaba en una tienda de Kensington. “Él era como nadie que hubiera conocido antes. Tenía mucha confianza, algo que yo nunca he tenido. Crecimos juntos. Me gustó y continuó desde allí ‘. Vivieron juntos, fueron novios, fueron cómplices, fueron compañeros y también amantes hasta que él le confesó que era bisexual y ella le contestó: “No Freddie, no creo que seas bisexual. Creo que eres gay “. Mary contó que en ese momento Freddie la abrazó y le dijo que, pasara lo que pasara, quería que ella siempre fuera parte de su vida.
Mary supo acompañar sin condenar, escuchar sin criticar, aceptar sin resignar. Cuando Freddie le contó su enfermedad, ella lejos de alejarse se quedó con todo lo todo que significaba en ese momento. No se sabe si fue en ese día u otro, pero ella le hizo una promesa: “Nunca te traicionaré”. Lo cumplió con creces, lo acompañó en la enfermedad y estableció un cerco infranqueable para esa intimidad.
Por eso, cuando se enteró lo que Freddie le había dejado, lejos de sentirse feliz se sintió agobiada. Heredó la mansión del cantante, con su colección de arte, el piano y también sus cenizas. Es que el artista temía de alguna “locura” de sus fanáticos y deseaba que no fueran profanadas. Mary cumplió a rajatabla su promesa. Durante dos años tuvo la urna en su dormitorio hasta que “Una mañana, me escapé de la casa con la urna. Tenía que ser como un día normal para que el personal no sospechara nada, porque el personal cotillea. Simplemente no pueden resistirlo. Pero nadie sabrá nunca dónde está enterrado porque ese era su deseo”. Hasta hoy no sabe qué pasó con esas cenizas. Hay quienes aseguran que están esparcidas en el jardín de la entrada de la mansión. Otros afirman que fueron soltadas en un lago en Suiza. Incluso se especuló que estaban en uno de los cementerios de famosos en Londres donde su cuidadora las había llevado en el más absoluto secreto.
La fortuna le trajo una terrible soledad a Mary. Los miembros de Queen se sintieron desheredados y la despreciaron. Dice que él le advirtió que el legado que heredaría podría convertirse en una carga. “Y tenía razón”. Según un artículo del Daily mail después de la muerte de Freddie, se sintió descontrolada. Sufrió varias enfermedades graves y luchó emocionalmente para poder hacer frente a la herencia recibida. “Me encontré pensando,” Oh Freddie, me dejaste demasiado y demasiado con lo que lidiar también “. Sentí que no podría estar a la altura. Me había advertido que la casa iba a ser un desafío mayor de lo que pensaba. Estoy agradecido de que lo haya hecho porque me di cuenta de los celos de frente, como un tren bala japonés. Muy doloroso”. Dolida asegura que no entiende por qué los miembros de la banda están enojados: “No creo que los miembros de Queen se hayan reconciliado con él. No lo entiendo. Y en cuanto a la casa para mí son ladrillos y cemento. Intento no sentir celos ni envidiar a la gente”. Quizá por eso conserva la casa tal cual la dejó su amigo. No cambió nada de lugar, no quitó muebles ni agregó colores. “¿Por qué querría cambiarlo? Es su gusto y estilo. Es bonito. Su presencia está en todas partes “.
Hacerse cargo de la mansión no solo fue complejo por todos los recuerdos que atesoraba, también porque como era de esperar se convirtió en un lugar de peregrinación y turismo. Los muros que rodeaban la casa se fueron llenando de cartas, mensajes, dedicatorias, velas y algunos objeto que dejaban los admiradores de Mercury. Esto provocó el enojo de los vecinos que decían que sea afeaba la zona y Mary ordenó quitarlos también harta de “ver la casa desfigurada”. Luego de la limpieza y pintura instaló cámaras y colocó carteles que advertían “el grafiti es un crimen”. Pero además y aunque la mansión es fastuosa no deja de ser una casa con todos los problemas de mantenimiento que eso implica y con los que ella debe lidiar.
Quizá por todo esto, aunque su fortuna se acrecentó porque tras la muerte de los padres de Freddie es la heredera del 75% de sus ganancias, los que la conocen aseguran que suele mostrarse taciturna y agobiada. Es que de qué te sirve ser multimillonaria si no podés reírte un rato con tu mejor amigo.
Jim Hutton fue pareja de Mercury durante siete años. Cuando le diagnosticaron SIDA, Freddie le ofreció dejar la relación, pero él no quiso. “Te quiero, Freddie,” recordó Jim en un documental, “No voy a ir a ningún sitio.” Y no lo hizo, estuvo ahí presenciando hasta el último aliento del cantante. Sin embargo aunque recibió una buena suma 600 mil dólares resulta menor ante la que obtuvo Austin. Según Hutton, el cantante le había prometido dejarle la mansión algo que finalmente no cumplió. Aparentemente, Mercury quería que solo una persona recibiera la mayor parte de su patrimonio. Alguna vez afirmó “Si me voy primero, le dejo todo a ella. Nadie más recibe un centavo, excepto mis gatos”.
Hutton pensaba que tras la muerte del cantante se podía quedar en la casa pero Mary se lo impidió. Como también recibió un terreno en Rutland Terrace, en Stamford se construyó una casa. Sin embargo volvió a Carlow, su ciudad natal en Irlanda donde vivían sus padres y hermanos. Falleció de cáncer el 1ro de enero de 2010 y fue enterrado en el cementerio local. Le faltaban tres días para cumplir 61 años.
Peter Freestone, su asistente, también recibió una suma de dinero. “Mi trabajo era facilitarle la vida. Pagué las facturas, hice las compras, respondí al teléfono... hice cosas así para que él pudiera crear música”, contó sobre su relación con el cantante en el programa Lorraine. Hoy trabaja en diferentes escuelas, donde educa a los jóvenes sobre el VIH o el sida, pues se trata de una enfermedad que “todavía mata” y que “nunca se menciona” en los centros educativos. Como Hutton pensó que Mary lo dejaría quedarse en la casa, algo que no ocurrió. “No teníamos otro sitio adonde ir, y necesitábamos un tiempo para organizarnos. Nos habríamos marchado cuanto antes. La conducta de Mary fue ciertamente desconcertante”, le contó a la biógrafa Lesley- Ann Jones.
Los que sí lograron seguir habitando la mansión fueron Oscar y Tiffany sus adorados gatos que se quedaron en el lugar hasta el final de sus días.
En cuanto a la familia de Mercury, tras la muerte de su hijo, los padres se mudaron a Nottingham donde vivía su hija, Kashmira con su esposo y su nieto. El padre del cantante murió en 2005 y la madre, en 2016. Jer Bulsara jamás criticó a su hijo por dejarle más fortuna a Mary que a ella, al contrario “¿Por qué no? Ella era su familia y todavía lo es”, le respondió a un periodista del Daily Telegraph que intentó enojarla y agregó que le hubiera encantado que “se casasen y tuviesen una vida normal con hijos” aunque contó que después de la muerte de Freddie no la volvió a ver. En tanto Kashmira, que heredó el 25% del patrimonio de su hermano, rara vez habla con la prensa. Se sabe que vendió su departamento de Londres por casi cinco millones de dólares. En la vivienda tenía una enorme fotografía de su hermano exhibida en el living. Kashmira narró en The Times: “Elegí especialmente esta fotografía, y la amplié para el apartamento. Desde el ángulo desde el que lo mires, sus ojos te siguen. Esta es la imagen que tengo de él cuando todos vivimos juntos en el hogar familiar”. Esos ojos y sus canciones siguen siendo la mejor herencia.
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