¿Cómo definir los amores de Maradona? ¿Maravillosos y únicos como sus jugadas? ¿Polémicos y sinceros como sus declaraciones? ¿Incomprensibles para los parámetros normales como esa zurda endiabladamente mágica? ¿Tormentosos como su relación con la droga? ¿Envidiables como su contacto con la pelota? ¿Se puede exigirle humanidad con los mortales a aquel al que muchos consideraron un dios? Juzgado, condenado, idolatrado, muchas veces usado pero también amado incondicionalmente, Maradona amó como vivió: sin medias tintas.
Claudia Villafañe
Como contó Infobae, Diego vio por primera vez a Claudia a los 17 años. La atracción fue inmediata. “Es la mujer de mi vida”, cuentan que dijo el por entonces jugador de Argentinos Juniors apenas la vio. Y esa muchacha de pelo negro y timidez extrema decidió jugarse por ese jugador de rulos. Fue el tiempo de los bailes en el club de Villa del Parque, los sueños compartidos, pero también de los celos adolescentes de Diego. En el álbum de fotos de los 15 de Claudia ella bailaba con un chico invitado y él no había estado en la fiesta. “Me hizo arrancar la foto”, confesaría ella años más tarde. Ese gesto ya marcaría un poco su relación. Para Claudia no habría “permitidos”, para él las reglas serían distintas.
Maradona ya era el jugador que deslumbraba. Llegó Boca Juniors en el 81. Y el Barcelona en el 82 con el pase de 10 millones de dólares, una fortuna para ese entonces. En todos esos momentos Claudia acompañaba. Jamás integró el grupo de las botineras. Era parte del de las enamoradas.
De España, Diego pasó a Napoli, el rey de la pelota se convirtió en rey del mundo. Ese combo traía mezclado bien y mal en dosis parecidas. Reconocimiento, éxito, magia junto a mujeres, drogas, la camorra. La vida fue un torbellino. Claudia soportaba, “él siempre vuelve a casa”, decía y se decía. Las infidelidades eran moneda corriente. Y la droga también. “'¿Qué te pasa?', le preguntaba ella. ‘¿Por qué te encerrás? ¿Por qué no dormís? ¿Por qué vino Fulano y por qué vino Mengano?’”. Le tocaban el timbre a cualquier hora, le llevaban droga, lo invitaban a las mansiones de los jefes de la mafia napolitana.
Una feliz noticia llegó: Claudia estaba embarazada. Para ellos formar una familia era lo más importante, lo que habían soñado desde su amor adolescente. Embarazada de Dalma, el sueño parecía cumplido. Pero el diablo metió la cola o simplemente los adultos tomaron decisiones sin medir consecuencias. Una mujer italiana llamada Cristina Sinagra tuvo un hijo, el 20 de septiembre de 1986, y aseguraba que el padre era Diego Maradona. “No sé por qué nunca me dijo la verdad. Le pregunté muchas veces por Junior y él siempre negó todo, dijo años más tarde Villafañe.
Después de Dalma llegó Gianinna. Y Diego volvió a pedirle a Claudia que sea su mujer para toda la vida. La fastuosa fiesta de casamiento fue en el Luna Park el 7 de noviembre de 1989. Este dato ayuda a dimensionar la magnitud del evento: una clausula establecería que jamás se usaría el lugar para otra boda. Fue la fiesta de la década, con 1200 invitados de todo el mundo, un estadio convertido en un lujoso salón, baile hasta las ocho de la mañana y un presupuesto de más de 2 millones de dólares.
Siguió una vida en común. Entrevistas, viajes, joyas y un mundo que se rendía ante esa zurda mágica. Puertas adentro, una mujer veía cómo el hombre que amaba, la amaba pero de un modo distinto. Había oscuridad, había desesperación, pero había lealtad. Porque Claudia callaba y aguantaba o quería y sufría o amaba y esperaba o todo eso junto, porque al fin de cuentas cómo amar al hombre al que otros adoran y obedecen como a un dios.
Vuelta a Buenos Aires. El 26 de abril de 1991 una noticia paralizó al país: Maradona había sido detenido por posesión de drogas. Diego dios mostró sus pies de barro. Claudia intentó ayudarlo en ese primer camino hacia la rehabilitación. Alguna vez confesó que escondía las llaves del departamento, corría un sillón hasta la puerta de salida y dormía acurrucada allí toda la noche para que ese hombre tan amado no pudiera dejar la casa e ir a buscar drogas. En 1994, cuando a Maradona le dio positivo el doping durante el Mundial en los Estados Unidos y dijo golpeado “me cortaron las piernas”, Claudia estuvo allí. “Sin ella me muero”, confesó el astro en ese momento.
En el año nuevo del 2000, Diego colapsó en Punta del Este. La muerte coqueteó con él pero no lo venció. Quizá porque encontró a Claudia estoica, dando batalla gritándole que no que no se llevaría al padre de sus hijas.
Cuando Maradona decidió internarse en Cuba, Claudia lo acompañó. Pero la relación ya estaba quebrada. Se quedó un tiempo hasta que se fue alejando, hizo las visitas más espaciadas y no regresó. Otra vez optó por el silencio o la resignación o simplemente la lealtad porque ene se tiempo Maradona no perdió tiempo. Mantuvo relaciones con una joven llamada Adonay Frutos, una tal Judith y una tal Eileene, entre las conocidas.
Y un día Claudia dijo basta. Era el 7 de marzo de 2003 y Claudia pidió el divorcio. Sin embargo no marcó el fin de la relación. “Mientras lo pueda ayudar, seguiré visitándolo, pero eso no quiere decir que siga enamorada o que quiera volver con él”.
Parecía un divorcio “civilizado” teniendo en cuenta lo que puede ser el mundo Maradona, pero no. Las reglas que Diego aplicaba en su vida no las aplicaba en la de Claudia. Ella rearmó su vida sentimental junto a Jorge Taiana. Fiel a su estilo por casi una década lo mantuvo en secreto. Pero un día apareció una tapa de revista que cambió todo. A partir de entonces empezó la munición gruesa de Maradona contra su gran amor. La peor, cuando aseguró que su ex suegro y padre de Claudia lo introdujo en las drogas. No hubo vuelta atrás. No hubo fuego, no hubo cenizas. No hubo más amor ni lealtad. No hubo nada más. Como en los abismos.
Verónica Ojeda
Se conocieron en el 2005, en el casamiento de unos amigos en común. El flechazo fue instantáneo. Diego contba, pícaro que la vio detrás y enseguida preguntó por ella. Bailaron y charlaron toda la noche, sin prestarle atención a los novios. Semanas después él ya estaba en la mesa familiar de ella, en Villa Fiorito.
Durante el tiempo que estuvieron juntos, Verónica mantuvo un perfil super bajo e intentó llevarlo a él por ese camino: “Mi vida era él y todo el mundo sabe cómo estaba Diego. Cambió un montón, era casero y no salía para nada. Cuando lo conocí salía todas las noches”, dijo alguna vez.
Como Claudia, Verónica parecía hacer de la discreción un modo de vida. Se los vio muy pocas veces juntos, recién en el mundial de Sudáfrica 2010, cuando él era director técnico de la Selección, a ella se le pudo conocer un poco más la cara. Ojeda también lo acompaño en varias internaciones que sufrió el 10 como afecciones cardíacas, pulmonares, problemas con el exceso de peso, cólicos renales y hasta una mordida de perro.
En el 2009 la profesora de educación física quedó embarazada por primera vez, pero a los cuatro meses perdió al bebé.
En el 2012 Ojeda anunció su embarazo y generó el descontento de las hijas de él, Dalma y Gianinna, las únicas reconocidas hasta ese momento (Diego Junior aún reclamaba el apellido y Jana era un misterio): “A Diego no le gustó cuando le dije que estaba embarazada. Se fue a Dubai enojado. No estaba alegre. Me abandonó y se fue”, dijo recién un año después.
El 14 de febrero del 2013, días antes de lo previsto, Verónica Ojeda dio a luz a Dieguito Fernando en soledad. Diego vivía en Dubai. Un tiempo después hubo rumores de reconciliación, per la relación ya estaba definitivamente rota.
Rocío Oliva
La joven había viajado a Mar del Plata con un grupo de amigas a pasar sus vacaciones y además para ver el superclásico partido de verano entre River y Boca. Un día en plena llegada de Diego Maradona al hotel Hermitage casi como si fuese obra del destino se cruzaron y el Diez la vio y avanzó. Una guiñadita de ojos, una sonrisa... Una vez dentro del hotel, el ex futbolista la buscó por todo el edificio y allí fue la primera vez que se vieron cara a cara.
Rocío dejó su familia y amigos para acompañar a su pareja a Dubai. “Quizá si me hubiera quedado hubiera seguido en el fútbol, pero elegí seguirlo. Uno por amor hace esas cosas”, contó alguna vez. Vivieron seis años afuera. Jugaban al fútbol, al paddle, Rocío lo acompañaba a los entrenamientos. Hubo una propuesta de casamiento formal en Cuba, pero cuando llegaron a la Argentina hubo una mini crisis y la boda no se formalizó. “Sabía que no iba a ser para toda la vida”, confesó Rocío.
En la relación no faltaron los ingredientes del cóctel Maradona. Desde una denuncia penal de Diego contra su ex acusándola de sustraerle dinero, peleas de Rocío con Lili, una de las hermanas del Diez, grabaciones de gritos que llegaban a los medios.
Cortaron definitivamente en enero del año pasado. “Los 30 años que nos llevamos pesaron un poco. El amor que nos tenemos es grande, pero se desgastó. Diego tiene su edad, yo la mía, y a veces él quiere cosas que yo no. Entonces, era preferible cortar.Diego es así: si estás con él sólo es él y tenés que seguirlo”. Rocío prefirió no seguirlo. No se arrepintió.
Lucía Galán
“No recuerdo cómo empezó todo, pero fue de una manera muy relajada, muy natural. A esa edad la admiración era mutua porque fue en la época del lanzamiento de Olvidame y pega la vuelta . Era una persona divertida, entretenida, muy carismática”, con estas palabras Lucía Galán reconoció en Los ángeles de la mañana su relación con Maradona.
La relación duró nueve meses. Fue en el año 1982 cuando el jugador integraba el Barcelona y estaba separado de Claudia Villafañe. Lucía reconoció que no fue “el amor de su vida” y que se terminó porque no había manera de mantenerlo “por la distancia y la situación de cada uno”. Con el tiempo grabaron una canción que quizá mostró la relación “Querida amiga”.
Cristiana Sinagra
¿Fue amor? ¿Fue aventura? ¿Fue pasión? Se sabe mucho de esta relación y a su vez no se sabe nada. Se conocieron cuando él era el dios de Napoli. Fue el primer gran escándalo porque la italiana dio a luz a su hijo, Diego Sinagra, fruto de la relación extramatrimonial y él astro negó el vínculo. El nacimiento fue el 20 de septiembre de 1986 tan solo tres meses después de la obtención de la Copa del Mundo, que lo hizo prócer y mientras Claudia transitaba su primer embarazo.
El escándalo fue mayúsculo, tanto que la siempre discreta Claudia accedió a una entrevista radial: “Lo perdoné a Diego y listo. Le pregunté si era su hijo y me dijo que no y listo, nunca más se tocó el tema. Lo perdoné y me quedé con él. Yo creo en lo que dice Diego, no digo que no sea su hijo, la Justicia lo da como tal porque no se hizo el ADN”.
Diego se negó en tres oportunidades a realizarse la prueba de ADN, hasta que la jueza dio por confirmada la paternidad en 1992.
Jamás trascendió un mínimo gesto de afecto del astro por la italiana. Sin embargo, En 2018 ella reconoció en El Diario de Mariana. “Para mí la cosa más importante es el amor. Hoy lo quiero más que antes a Diego. Soy re feliz, siempre estaré a su lado. Lo voy a defender porque yo conozco la verdad, puedo decir con más fuerza que estoy a su lado pase lo que pase”.
Adonay Frutos
Maradona estaba recuperándose en Cuba de sus adicción a las drogas. Tenía 43 años cuando conoció a Andonay de solo 19. Algunas versiones indicaban que se descubrieron en una fiesta y ella pronto dejó su casa para instalarse con él en el complejo Las Praderas.
La historia no fue muy conocida en la Argentina aunque en la agencia española de noticias EFE aseguraron que la joven perdió un embarazo gemelar “tras caerse de unas escaleras por huir de una periodista argentina que quería entrevistarla”. Con la joven, Maradona luego tuvo un hijo y otros dos, con otra mujer. Estuvo en la isla cinco años.
Valeria Sabalain
Es la mamá de Jana, la segunda hija extramatrimonial reconocida por Maradona. Se conocieron en la disco La Diosa donde ella trabajaba de moza. La joven quedó embarazada y tuvo a su hija en abril de 1996.
Nuevamente Diego no quiso someterse a un ADN y la Justicia le otorgó a Jana el apellido Maradona, luego de distintas pruebas aportadas por su mamá. El jugador le pasaba una cuota alimentaria pero nunca se vinculó. Pero Jana decidió buscarlo y lograron armar una linda relación. Ella escribió en sus redes: “Sé que para muchos sos el más grande del fútbol, y no lo dudo, pero para mi sos el mejor papá del mundo”.
Graciela Alfano
No llegó a ser una relación pero hubo algo entre ellos. En 1995, el jugador volvió a Boca y se instaló nuevamente en Buenos Aires. Aprovechando esta oportunidad, Alfano lo invitó al programa que conducía, El Periscopio. Allí entablaron un vínculo un tanto más cercano y, al parecer, el por entonces futbolista se quedó pensando en ella una vez que apagaron las cámaras.
“A las dos de la mañana el señor de seguridad (del edificio en el que vivía) me dijo: ‘Está la camioneta con el señor Maradona y un oso gigante que dice te quiero’. Miré por el balcón, que no era un piso alto, y lo veo ahí. Y bajé, ya estaba sin maquillaje. Terminamos en la plaza San Martín, hablando hasta las seis y pico de la mañana. Charlamos pero no nos besamos”, contó ella en Los Ángeles de la Mañana.
En Confrontados, revivió aquel romance: “Lo primero que impacta de Diego es su personalidad. Cuando ves que hace un gol no estás viendo una pelota que entra en un arco, estás viendo la vida de una persona, porque cualquiera mete un gol. Cuando lo ves a él estás viendo al que metió el gol a los ingleses con la mano”. “Lo que quiero decir, y no es solo en relación a lo sexual, es que una cosa es Maradona en tercera persona y abre las alas y es hasta un ser mítico, un dios del Olimpo, y otra cosa es Diego, un ser cálido, amable, humilde, cariñoso, paciente y laburante”, contó, pícara, entre risas.
Wanda Nara
Hace 15 años con esa mezcla de chimento, picardía y manejo del show que lo caracteriza, Jorge Rial aseguraba en Intrusos que había recibido información secreta de una relación entre Diego Maradona y una rubiecita desconocida. Un móvil esperaba en la puerta del hotel que había funcionado de supuesto nidito de amor o espacio de lujuria. La vedette, para demostrar que no fabulaba entregaba la prueba no del delito sino del encuentro: un bóxer. Aunque años después se supo de quién era realmente.
Mientras la hasta ese momento desconocida Wanda aparecía en la revista Paparazzi con una declaración explosiva: “Todavía soy virgen, Maradona ni me tocó”. Sobre lo que realmente ocurrió en esa ocasión exiten versiones encontradas. Mirtha Legrand narró pícara en su programa “Yo estaba en la suite presidencial, al lado ellos y no se podía dormir del ruido. Corrían muebles, no sé qué hacían. Esto que cuento es verdad. Yo fue testiga auditiva”. Pero, Fernanda Vives amiga de la mediática aseguró que “Wanda, cuando estaba con Diego en el hotel donde la fotografiaron, me llamaba por teléfono. Yo estaba en un departamento por ahí cerca y ella había salido con ropa de noche; y me llamaba para decirme '¿qué hago? ¡lo tengo acá y se quedó dormido!”.
Una canción asegura que “al lugar donde has sido feliz no deberías tratar de volver”. Quizá al hombre o la mujer que te hizo feliz, tampoco.
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