Miguel Ángel Cherutti, íntimo: su separación después de 24 años, las denuncias por acoso sexual, su recuperación del coronavirus

“Me gustaría conocer a alguien, no puedo estar solo, soy una persona que necesita siempre una compañera” cuenta el humorista aunque afirma estar en una etapa de su vida para estar tranquilo y disfrutar a sus hijos

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“No poder salir de tu casa es complicadísimo: complica a un matrimonio y a la familia”, dice Miguel Ángel Cherutti, que luego de 23 años de relación, y con dos hijos en común, se separó de Fabiola Alonso. Y en plena pandemia. Si bien aclara que ya existía un desgaste en la pareja, el artista considera que el contexto profundizó la crisis en el vínculo. “Ahora ya está, cada uno está haciendo su camino -se sincera-. Dios dirá si dentro de un año o dos, nos reencontramos”.

Cherutti enfrentó una cuarentena difícil. Además de la ruptura de su matrimonio, fue de los primeros famosos en contagiarse coronavirus. No obstante, se prepara para la temporada de la nueva normalidad. “Me decidí por algo que no imaginé jamás: ser anfitrión de un lugar muy lindo de Mar del Plata”, revela el actor a Teleshow, aunque reclama un protocolo también orientado a lo social. “En el género uno está acostumbrado a trabajar mucho en eventos”, explica.

Además, el humorista presenta Inoxidable, su espectáculo por streaming. Será el 28 de noviembre, a las 22 horas. “Uno imagina que la gente está ahí, aunque no la veas...”, dice sobre la relación virtual con el público.

—Fuiste de los primeros casos de COVID-19 que hubo entre los famosos. ¿Cómo lo viviste?

—Cuando te dicen “positivo”, te asustás. Fui pionero con el tema asintomático, todavía no estaba tan instalada la palabra. No sentí absolutamente nada, no tuve ni fiebre ni dolor de cabeza. No perdí el olfato. Después, me hacen la contraprueba que me da negativo. Pasados los 15 días, la pregunta obvia del médico fue: “¿No sentiste nada?”. “No, doctor, no tuve absolutamente ninguna molestia”. Todo ese proceso conlleva a que, en lo personal, te bajoneás porque no estás trabajando, no podés generar cosas, no podés salir de tu casa, estás en un búnker aislado... Como productor ya venía analizando que iba a ser muy difícil poder concretar algo. Sos consciente y sabés que nadie va a producir algo importante, sobre todo en la Costa. La gente está asustada.

—La gente está asustada y hay una situación económica que tampoco ayuda.

—La gente no tiene un sope. No tengo la menor idea de lo que podés cobrar una entrada de teatro hoy. Los artistas, seamos productores o no, tenemos que ser conscientes de que no tenemos que exigir una plata que es imposible. Una sala de 300 butacas va a estar habilitada para 150, una de 200 para 100. Hay que ponerse a trabajar en cooperativa: los costos tienen que ser normales. El productor lo que piensa es: “¿Y si me va mal? ¿Y si un asistente se enferma o le agarra el virus a un actor? Tengo que levantar la obra”. Hay que tener mucho ojo sobre cómo arranca la temporada y cómo son los protocolos, que hay que respetar a rajatabla.

—Cuando esté la vacuna, ¿te vas a vacunar?

Sí, me voy a vacunar, sea cual sea la vacuna, porque corresponde. Hay una ideología rara en todo esto o un pensamiento dañino y con mala intención. Una persona que está trabajando en algo tan importante para la humanidad debe estar haciendo las cosas bien. Me parece perfecto que la vacuna llegue. Y hay que ponérsela.

—¿Creés que hay una cuota política en torno al tema de la vacuna?

—Estos días he escuchado cosas que preocupan porque son internas estúpidas, cuando se sabe perfectamente que se está trabajando bien. Miraba las cifras de 50 millones de enfermos y me hacían acordar a la Segunda Guerra Mundial, que fueron 50 millones de muertos. 50 millones de enfermos en todo el mundo es una barbaridad tremenda. Esto en algún momento va a desaparecer, pero sabemos que no es un año: va a tardar varios años hasta que, si Dios quiere, se erradique definitivamente. Mientras tanto tenemos que cuidarnos, y si hay que vacunarse, hay que vacunarse.

—En un año muy difícil para todos: a vos te tocó atravesar una separación.

—Cuando uno tiene un luto, vamos a llamarlo de esa manera, después de tantos años de casados, 23, casi 24, en los que vivimos los momentos más hermosos de mi vida -los viví con mi mujer, por supuesto- dos hijos hermosos, Santino, María Luján... Ahora ya está, cada uno está haciendo su camino, tenemos un buen vínculo, hablamos todos los días. Se va a España para ver a nuestra hija y se va a quedar un tiempo allá. Tiene sus proyectos, y yo los míos. A los 63 años me merezco disfrutar de mis hijos, de mi laburo y de lo que me queda de vida, porque me siento bien. No estoy flojo, estoy firme, con la cabeza bien puesta en lo que hago. Está bueno este distanciamiento y Dios dirá si dentro de un año, dos, tres, por ahí, nos reencontramos. En este momento hay un divorcio en camino y le deseo todo lo mejor, y ella a mí. Pero es complicado. Al principio, el luto es bravo.

—¿Estás con ganas de volver a enamorarte?

—Estoy con ganas de hacer mi vida sanamente. Me gustaría conocer a alguien, no puedo estar solo, soy una persona que necesita siempre una compañera. Pero quiero más tranquilidad. Tengo una hija de 30, una de 25, una de 21 y Santino, de 16, que me están apoyando mucho. Y tengo amigos. Quiero disfrutar eso y no la salida nocturna, esa estupidez que a esta edad... Solo en una barra, tomándo una copita de champagne... Eso ya pasó, he vivido bastante. Me gustaría, ¿por qué no?, con una diferencia de edad normal. No puedo conocer a una chica de 20; una cuarentona me encantaría (risas).

—¿Cómo se vivió familiarmente el episodio de las denuncias por abuso sexual, años atrás?

—Cuando hay una falsedad y una mentira tan grandes... Me dolió mucho. Lo llevé por la Justicia, como corresponde, y gracias a Dios falló a favor mío. En ese momento te sentís desvanecido. Me agarró un bajón porque fue muy fuerte lo que pasó. Siempre traté de hacer bien las cosas en mi vida, las hice bien. Nunca fui un maltratador, nunca fui un acosador, como se decía. Este ambiente es muy complicado, estás expuesto a un montón de cosas, una vidriera. En la revista, en el music hall, artísticamente hablando, no es lo mismo que el periodismo serio, que el noticiero, que el Teatro Colón o el San Martin. Es muy distinto, y a veces se confunden las cosas. Siempre dije lo mismo: cuando tenés que denunciar, tenés que hacerlo con una realidad, con un hecho concreto. Ahí sí se ven los pingos: en la cancha. En este caso, era todo muy raro: una denuncia mediática que estuvo en un juzgado, eso hay que reconocerlo, pero que también fue mediática en el juzgado.

—¿Se cerró ese capítulo en la Justicia? ¿No queda nada abierto?

—Nada.

—¿La familia apoyó?

—Totalmente. No tuve ninguna pelea ni nada por el estilo. Al contrario: el apoyo era permanente. Uno puede haber hecho en su pasado, soltero, alguna cosa; yo, jamás, jamás de los jamases. Siempre fui un tipo muy abierto a un montón de cosas. Quizás por serlo pasa lo que pasa. Pero ya está: es un capítulo cerrado. No hablé nunca más del tema porque no me gusta la parte mediática, y lo digo con todo respeto al mediático, pero era absurdo entrar en un terreno que no me iba a favorecer para nada.

—A lo largo de estos años, ¿quién fue el personaje que más se enojó por una imitación?

—No tuve gente enojada. En alguna oportunidad, hace muchos años, pude haber tenido algún personaje que se haya negado a que participe en algún programa sabiendo que lo iba a imitar. No puedo dar nombres.

—¿Y alguno que te haya pedido que lo imites?

Ha habido gente que me ha dicho: “Me encanta cómo me imitás, te felicito”. Uno de ellos fue Sergio Denis, que lo amo. Denis siempre me agradecía. Era verlo emocionado, maravilloso. Otro, que fue un gran profesor, fue Sandro. Cuando hice con él 30 años de magia, allá por el 94, aprendí mucho, y me permitía hacer un dueto en el final del show. Eso no lo hace cualquiera. Siempre me respetaba como cantante y como imitador. Gente enojada no hubo. A los políticos los hacía con respeto, no me metía en la parte ideológica. Los hacía con un guión y un remate de humor sano.

—No era desde el lugar ideológico sino desde los rasgos más visibles.

—Recuerdo la 125, el conflicto con el campo. En ese sketch estaban Georgina Barbarossa, Dallys Ferreira, Rodrigo Vagoneta que hacía de Cristina, y yo, de Néstor. Entraba disfrazado de gaucho, de paisano, para interiorizarme en cómo era el campo. Como que Kirchner no conocía. Era desopilante ver a Georgina, una paraguaya que me alquilaba el campo. Yo entraba y pisaba lo que hacen las vacas y decía: “Cristina, ¿qué es esto que estoy pisando? ¿Qué mierda es esto?”. “¡Ay Néstor! Es bosta”. Era gracioso porque lo hacía desde el lugar de no conocer lo que era el campo. Fueron a verme (Daniel) Scioli, (Sergio) Massa, gente del gobierno de ese momento, y se mataban de la risa. Lo hacía con absoluto respeto, siempre desde un personaje.

—¿Cómo ves el país hoy? ¿Cómo nos ves a los argentinos?

—Es un momento complicado. La pandemia tiene mucho que ver, no me cabe la menor duda. Hay gente del Gobierno que quiere hacer las cosas muy bien y gente de la oposición que quiere ayudar. Como pasa siempre, es el defecto que tenemos los argentinos, cuando uno quiere dar una idea o ir para un lado, el otro dice: “No, no lo acepto porque voy a hacer lo que yo pienso”. Lo que deseo es que, grieta o no grieta, por lo menos en algo nos pongamos de acuerdo en la seguridad, en la salud o en la educación. Que digamos: “Arranquemos con esto y vamos para adelante todos juntos”. Es lo que nos está faltando a los argentinos. Nos peleamos por estupideces cuando hay cosas que, juntándonos, quizás podemos solucionarlas. Eso nos falta. Hay mucho egoísmo.

—Pensar que ya estamos a fin de año...

—Estoy en San Isidro, frente al hipódromo, y esta avenida era una desolación tremenda. Me asomaba por el balcón y miraba en silencio, ese silencio que te asustaba. Dije: “Durará un mes o dos meses”, y continuaba, continuaba... Cuando se abre la primera etapa me sentí feliz. Dije: “Esto va a empezar a desaparecer”. Y no. No poder salir de tu casa es complicadísimo. También complica a un matrimonio, a la familia. No meto la excusa de que mi separación fue por eso, ya había un desgaste en el matrimonio, pero todo eso arma más todavía esa grieta. Pensaba: “¿Por qué nos pasa a nosotros?”. Y no, le está pasando al mundo. Hay que tener la mente en ser positivo y meterle para adelante. Me voy a poner la vacuna pero deseo que no sea un verso y no tengamos que arrepentirnos. Ojalá no sea una nube para distraernos de otros temas que son más profundos de la política argentina. Confío en la vacuna, pero que no nos engañen, que no nos mientan.

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