Futbolista de Vélez y Miss Argentina Hispanoamericana: la historia de superación de Sasha Gigliani

Empezó a jugar a los 6 años como delantera en un equipo de hombres y en plena adolescencia empezó a dar sus primeros pasos en el modelaje. Afianzada en los dos rubros, detalla todos los obstáculos que tuvo que sortear

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Sasha Gigliani (Foto: Instagram)
Sasha Gigliani (Foto: Instagram)

Durante décadas muchos crecieron escuchando que el fútbol es para que lo jueguen los hombres. Que las mujeres no tienen nada que hacer dentro de un campo de juego y que ese ámbito no les pertenece. Sin embargo, en los últimos años, gracias al trabajo constante de organizaciones y de clubes involucrados, esto comenzó a cambiar. No fue de un día para el otro ni mucho menos. Incluso, todavía queda un arduo trabajo por hacer. Esto seguirá adelante siempre y cuando haya personas como Sasha Gigliani, delantera de Vélez que además de jugar, levanta la bandera del fútbol femenino a la par del masculino.

Esta historia de superación comenzó en Saladillo, un pueblo que basa su economía en la agricultura y ganadería, como la mayoría de los que le dan vida a la Provincia de Buenos Aires. Allí, a casi 190 km de Capital Federal, Sasha comenzó a romper el modelo en todo concepto. No solo descubrió y empezó a desarrollar su amor por la pelota, sino que a la par, también lo hizo como modelo. Mundos disímiles, pero con miles de prejuicios que a lo lejos los hace iguales en este concepto.

—¿Cómo nació tu pasión por el fútbol y cuándo arrancaste a jugar?

—Mi familia es toda muy futbolera; mi papá es fanático de Independiente, mi mamá es fanática de Boca, pero mi tía por parte de mi papá es de Vélez. El fanatismo comenzó ahí, pero la parte de empezar a jugar vino por mi abuelo, Faustino Mierez, que es director técnico y fundador del club Oro verde.

—¿Tus amigas te seguían o jugabas con varones?

Mi caso es, creo, un caso histórico. Mi abuelo fue un adelantado del fútbol porque formaba equipos femeninos, de esto te estoy hablando de 50 años atrás. Él tenía un equipo masculino y a todas las madres y esposas de los jugadores las hacía jugar a un costado. A la par les iba enseñando, porque le gustaba. Al tiempo nació mi mamá, que también le inculcó jugar y conmigo inauguró su primera escuelita de fútbol mixto. Esto fue cuando yo tenía 6 años… yo venía jugando desde que aprendí a caminar prácticamente. A mi abuelo lo jodía, le pedía todo el tiempo la pelota… lo seguía mucho a él. Así que así empecé, haciendo las inferiores en Saladillo, con hombres.

Sasha Gigliani, a los 6 años, era la delantera de un equipo de varones que dirigía su abuelo. Abajo, de izquierda a derecha, ella es la cuarta (Foto: álbum personal)
Sasha Gigliani, a los 6 años, era la delantera de un equipo de varones que dirigía su abuelo. Abajo, de izquierda a derecha, ella es la cuarta (Foto: álbum personal)

—¿Sentías la diferencia?

—La verdad, no recuerdo. Jugábamos de igual a igual y yo soy una jugadora bastante fuerte… pero para mí tiene que ver con que me hice y me realicé con hombres. Cuento con otra preparación.

—¿A quién tenés como referente en tu puesto de delantera?

—Soy de mirar fútbol, me gusta… de hecho estuve como panelista en TyC Sports, ahora estoy como panelista de deporte en Radio El Mundo. Retomando, me veo en Matías Suárez, de River. Soy de la escuela del Kun Agüero o de un Gonzalo Higuaín, que va fuerte, pone la pierna, pero también es lírico. Me identifico con Martín Palermo, que lo veías y decías “es re bruto” y de la nada la metía en un ángulo. Soy súper disciplinada, adentro y afuera de la cancha, por eso me identifico como Cristiano (Ronaldo), no porque juegue como él, eh. Voy a la disciplina. Aparte tiene un lado marketinero que lo ayudó a crecer y yo apuesto a eso. Para ser la mejor tengo que entrenar todos los días y es lo que vengo haciendo desde los 6 años. Mis estudios están enfocados en el fútbol, que es a lo que me dedico.

Sasha, con 3 años, intentando hacer jueguitos (Foto: Álbum personal)
Sasha, con 3 años, intentando hacer jueguitos (Foto: Álbum personal)

—¿Cuándo llegaste a Vélez?

—Cuando llegué a Buenos Aires a estudiar paré mucho tiempo en la casa de mi familia, que son de Vélez, los tíos de mi papá. Arranqué jugando, a veces, en Ciudad universitaria. Jugaba algunos partidos amistosos y metía algunos entrenamientos, pero no había un entrenamiento constante como el que yo tenía en Saladillo… pasó un tiempo, entre estudio y entrenamiento. Entre los 18 y los 22 años me metí en un montón de torneos relámpago (que se resuelven en uno o dos días como máximo). Como no había entrenamiento, solo eran partidos, picaditos. A los 22 fui a Argentinos Juniors, que armó su primer equipo. Estuve ahí y automáticamente, antes de que arranque la Primera B, abrió Vélez, con fútbol recreativo. Nada que ver, sobre todo porque yo ya estaba entrenando y con una preparación de una Primera B. Pero no me importaba nada, no me importaba arrancar de cero o si quedaba fichada. Porque antes de ficharte te inician y después te confirman. En Argentinos quedé iniciada, se desarmó una reserva en el medio y me fui.

—¿Cómo fue esa primera experiencia?

—Cuando arrancamos con el recreativo, porque querían ver si jugábamos, en que condición estábamos, si había que arrancar de cero y demás, se encontraron con que había muchas chicas como yo, que venían de clubes ya formados, que tenían experiencia… con una trayectoria futbolística. Ahí comencé, estoy en Vélez desde que el club formó el fútbol femenino. Ahí se formó la Liga de Vélez y comenzamos a competir como liga. Se formó la Primera Liga, y de ahí salen las jugadoras para la Primera AFA. Entonces, Vélez tiene recreativo, juveniles, Primera Liga y una Primera AFA con mucho nivel. Intermedio, tiene una reserva AFA, para menores de sub 19.

Con la 9 en la espalda, presionado la salida de la defensora rival (Foto: Instagram)
Con la 9 en la espalda, presionado la salida de la defensora rival (Foto: Instagram)

—¿Tu familia cómo vive esto que te pasa?

Somos 6 hermanos, una familia que arrancó de cero, porque mi papá llegó a Saladillo sin nada y empezaron de a poco. Se compraron una casita, que tardaron 15 años en pagarla. Hemos pasado situaciones súper feas y la gente cree que fui súper famosa de la nada y no es así. Me sacrifiqué mucho para esto que me pasa. Estudié, trabajé cuidando nenes paralelamente al estudio, siempre buscando la manera de salir adelante y apoyada por la familia.

—Superación que tuvo recompensa…

—Sí, hemos pasado situaciones de días en los que mis viejos no comían, nos dejaban lo que había a nosotros, no sé, un café con leche con pan. Pero a base de sacrificio pasamos de eso a si queremos comer asado los fines de semana, lo hacemos. Mi meta es mostrarle a la gente que si yo pude, ellos también pueden. Hay que luchar para superarse, y para eso hay que estudiar. Nadie te regala nada.

Como modelo, se resaltan los siguientes títulos: Miss Mundo, Miss Argentina Hispanoamericana y Nuestra Latinoamericana Universal (Foto: Instagram)
Como modelo, se resaltan los siguientes títulos: Miss Mundo, Miss Argentina Hispanoamericana y Nuestra Latinoamericana Universal (Foto: Instagram)

—¿Seguís estudiando?

—Hice Técnica en Comunicación Multimedial, también dos años en Relaciones Públicas Internacionales y cuando salió la carrera de entrenadora la dejé y me anoté en la Escuela Menotti, ya estoy terminando el primer año para directora técnica. También tomo clase de oratoria, para poder expresarme bien en los medios. Te vuelvo a comentar lo mismo: no quiero ir atrás de una pelota, busco mucho más que eso, no solo para mí, sino para todas las chicas que se quieren meter en el fútbol.

—¿El día de mañana te gustaría desempeñarte en el cargo?

—Me encantaría ser parte de una institución y dirigir femenino, abrirle las puertas a las mujeres… también me gustaría dirigir masculino, pero vamos de a poco.

Sasha Gigliani haciendo jueguitos con la pelota (Foto: Instagram)
Sasha Gigliani haciendo jueguitos con la pelota (Foto: Instagram)

—El fútbol femenino en otras partes del mundo está más desarrollado, ¿te gustaría tener la experiencia internacional?

—Quiero vivir mi trayectoria futbolística acá, en Vélez, pero sí, me gustaría vivir la experiencia de irme afuera. Es a lo que apunto. Durante la pandemia se dio la posibilidad, pero me agarraron de sorpresa. Otro sueño que tengo, que algún día, quién te dice, es poder vestir la celeste y blanca. Ese es un sueño que voy a tener de por vida. Trabajo para llegar ahí.

—Te cambio de pasión: el modelaje. ¿Cómo arrancaste como modelo?

—Arrancó a la par del fútbol. Pero en realidad lo que yo hago es Miss… o sea, es una clase de modelo, por llamarlo de alguna manera, pero es más integral. Son importantes los estudios académicos, llevar un proyecto social adelante, porque es un concurso de belleza más integral. No importa solo la belleza sino como pensás y qué proponés. Yo arranqué en Saladillo, en mi época se elegía a la Reina de la ciudad, salías a representar a tu ciudad y no era solo mostrarte, sino que tenías que hablar, decir lo que proponías, y eso me fascinaba. Yo jugaba al fútbol y quería más chicas como yo. A los 17 fui Princesa de mi ciudad, después Reina de la Provincia y después de la Nación. Luego de todo eso llegó Miss Mundo, que me enteré por Facebook. Estaba Miss Mundo y Miss Universo, que son dos certámenes totalmente distintos. Miss Mundo busca a una mujer que proyecte cambiar el mundo y Miss Universo es parecido, pero más estético. Me decidí por Miss Mundo y fueron 6 años de competencia, mientras seguía entrenando y formándome como futbolista…

Sasha Gigliani (Foto: Instagram)
Sasha Gigliani (Foto: Instagram)

—¿Ahí surgió el proyecto social que todavía llevás adelante?

—Claro, donde abarqué mi experiencia vivida, lo estudiado, que me hice en el mundo del fútbol jugando con hombres pese a los prejuicios. Porque si sos futbolista sos marimacho y si sos modelo te tildan de ligera. La mujer siempre tiene que estar dando examen, eso tiene que cambiar. Por otro lado, yo no veo ninguna escuela que haga lo que hacen en Estados Unidos que forma a los chicos y se van con un papel en la mano que los habilita para poder trabajar. Yo quiero eso, además de buscar la igualdad entre hombre y mujer dentro de este ámbito machista. Mi familia siempre me inculcó que el estudio es súper importante. Yo veía que mis colegas futbolistas no estudiaban y no se preocupaban por eso. Mi abuelo, que era mi entrenador, me obligaba a todo eso y hoy en día estoy súper agradecida. Con este proyecto salí finalista y me entregan el título, fui Miss Argentina Hispanoamericana y este año me consagré con un título muchísimo mayor que se llama Nuestra Latinoamericana Universal. Quedaron seleccionados 21 países y yo represento a Argentina. Una locura, siempre llevando mi proyecto adelante para la igualdad. Me siento una mujer empoderada.

—¿En la cancha te tratan distinto por ser modelo?

—Me ha pasado que en este ambiente, que es amateur, a los mismos técnicos les ha costado verme con la seriedad con la que me tomo el fútbol. Que me vean en la tele, siempre el primer pensamiento es que le daba más importancia a lo otro y no es así. Siempre hice todo a la par, con la misma intensidad. Siempre sentí que no me tomaban con seriedad. Yo me dedico 100 por ciento porque quiero vivir de esto. Lucho con mis compañeras por eso. Pero me pasó que digan: “No puede estar acá y allá. ¿Juega al fútbol o es modelo?” Me ha pasado, sí, que no se vea del todo bien que también sea modelo. He demostrado que estoy para jugar, físicamente me mato, estoy explotada, en el buen sentido, porque me mato entrenando. Es mi prioridad.

Sasha Gigliani con la camiseta de Vélez (Foto: Instagram)
Sasha Gigliani con la camiseta de Vélez (Foto: Instagram)

—¿Te pasó al revés, que no te tomen en serio en el mundo del modelaje?

Sí, por supuesto, por saber que soy futbolista. Porque no tengo un físico de una mina normal de las que se suben a una pasarela, de 1,70 de altura, híper flaca, soy una mina de un metro setenta con músculos. Creo que hay que apuntar a eso, ya basta de la modelo 90-60-90.

—¿En algún momento tuviste que elegir?

—No directamente, pero me lo han hecho saber indirectamente. Las trabas para no quedar seleccionada para el equipo principal o que no me tomen en serio hasta que no me ven jugar. Siempre el prejuicio, la modelo, que debe ser delicada y demás. Eso, sobre todo al principio, siempre.

—Formás parte de un mundo muy machista, más allá de que se intenta cambiar eso. ¿Cómo lo vivís desde adentro?

—Siento los cambios, lo que se viene haciendo, pero falta. Cuesta que se equipare. Por ejemplo, Platense y River jugaron un amistoso y no se pasó en ningún lado. ¿Por qué? Para enterarte cómo salieron te cuesta muchísimo porque no lo da nadie, no sale en ningún diario. Ya pasamos a un fútbol semiprofesional. Fue un avance, pero faltan un montón de cosas y las futbolistas vamos por eso que necesitamos. Estamos comprometidas, sobre todo para las próximas generaciones.

—¿Creés que todavía se la mira de reojo a la mujer que juega al fútbol?

—Sí, porque es una cuestión de costumbre que hay que cambiar. Si toda la vida se le dijo a la mujer que limpiara la casa, que no salga a trabajar… imaginate una mujer jugando al fútbol. Pero de a poco tenemos que ir cambiando eso. Por ejemplo, a mí Vélez me permitió ser la imagen del club y de La Liga. Hoy mi nombre está ligado. Decís “Sasha”, decís “Vélez”. Que desde adentro del fútbol se quiera dar el cambio, ya eso es un paso importante.

—¿Cuántas veces escuchaste: “No podés dedicarte a esto”?

-Ufff, miles de veces. Desde Saladillo, con personas que me han cerrado puertas. También cuando lográs algo y salta la pregunta “¿cómo lo hizo?”, pero todo eso me hizo más fuerte. Yo sé a dónde quiero llegar y lo que estoy dando para eso. Por eso, cuando me vienen con planteos, los dejo pasar.

Sasha Gigliani (Foto: Instagram)
Sasha Gigliani (Foto: Instagram)

—¿Cómo es un día en tu vida?

—Me levanto temprano a estudiar, me voy al trabajo, a la radio, vuelvo, almuerzo algo tranqui y me voy a entrenar a Vélez. De ahí vuelvo, hago preventivo y me acuesto a dormir. Hay días que entreno triple turno y otros solo dos, porque también entreno por mi cuenta.

—¿Te da orgullo ser una referente del fútbol femenino?

—Sí, pero no. Me agarró por sorpresa porque esto explotó de un día para el otro, pero a su vez bien. Yo quería generar un antes y un después. Muchas veces sentís que vas en contra del mundo, que sos la oveja negra, cuando quizás no lo sos y no lo era antes tampoco. Empecé por aceptarme a mí misma para luego empezar a generar este quiebre, un cambio de paradigma, que un futbolista hombre me tome de igual a igual, que los medios nos empiecen a tomar de igual a igual a todas. No te puedo decir que es un orgullo, te puedo decir que es una responsabilidad. Mañana sí será un orgullo, si llegamos a buen puerto, que sé que vamos a lograrlo. Me gusta y lo disfruto. Hay muchas más chicas como yo y todas, cada una en su rol, vamos hacia el mismo objetivo.

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