El reclamo, finalmente, fue escuchado. Y, este viernes, se oficializó la aprobación de los protocolos para la reapertura de los teatros, que habían cesado sus actividades en toda la República Argentina el 15 de marzo a raíz de la pandemia del coronavirus. De esta manera, artistas y trabajadores ligados a la industria del espectáculo pudieron regresar a las salas. Y, algunas de ellas, ya tuvieron la oportunidad de levantar el telón.
De esta manera, la Calle Corrientes de Buenos Aires, conocida en el mundo entero por su intensa actividad cultural, volvió a tener sus marquesinas iluminadas. El público pudo volver a deleitarse con obras de distinto género. Aunque, obviamente, hubo varios aspectos que marcaron las pautas de lo que será, de ahora en más, la llamada “nueva normalidad”.
En principio, el nuevo protocolo indica que el público no debe ocupar más del 30 por ciento de la capacidad total de cada teatro, que además debe garantizar una buena ventilación. Y esto obligó a los productores a vender butacas salteadas o a redistribuirlas para permitir el distanciamiento social necesario de dos metros entre cada par de espectadores.
Por otra parte, quedó sentado que las entradas deben adquirirse con antelación de manera online, ya que no está permitida a venta a través de la ventanilla, para que los acomodadores las verifican a través de un código QR. Y el público, para el cual el uso del tapabocas es obligatorio durante toda la función, de ninguna manera, puede subir al escenario o interactuar con los artistas.
La distancia interpersonal debe ser respetada, también, por quienes estén sobre el escenario. Obviamente, los artistas sí pueden prescindir el tapabocas durante el tiempo que dura la función. Pero sólo pueden acercarse entre ellos, si el guión así lo requiere, para escenas cuya duración no debe ser mayor de quince minutos. Y deben procurar peinarse y maquillarse por su cuenta.
Cabe recordar que el lunes pasado, Flavio Mendoza había convocado a sus colegas a una movilización para reclamar por su derecho a trabajar. Y, finalmente, pudo volver al escenario del Teatro Broadway para presentar Un estreno y un velorio, comedia que protagoniza junto a Nicolás Scarpino, Raúl Lavié, Carmen Barbieri y Gerogina Barbrossa.
En el hall de entrada de su sala, el coreógafo colocó una columna con un medidor de temperatura y un dispenser de alcohol en gel y luego una cabina sanitizante, por la cual deben pasar cada uno de los espectadores antes de ir a ubicarse en sus asientos. También remodeló el interior del teatro para que las butacas estuvieran bien separadas unas de otras. Y decidió que todos sus artistas trabajen con pantalla facial.
Otra de las figuras que hizo oír su reclamo por estos días fue Luis Brandoni, quien finalmente pudo debutar con El Acompañamiento junto a David Di Napoli en el Multitetarro Comafi. La sala, propiedad de Carlos Rottemberg, implementó un sistema para que el público pueda escanear con su teléfono el programa de mano. Y, obviamente, contó también con personal encargado de controlar la temperatura de la gente que ingresaba a la sala.
Entre otras personalidades, todas ocultas detrás de sus barbijos, pudo verse al ex titular de Medios Públicos, Hernán Lombardi, y las actrices Linda Péretz y Soledad Silveyra. Sin embargo, lo más emocionante fue encontrar a muchos amantes del teatro anónimos, que se mostraron felices de poder volver a vivir la fascinante experiencia de ver una función en vivo.
La semana que viene, se sumará a la cartelera porteña Después de nosotros, con Julio Chavez y Alejandra Flechner, en el Paseo La Plaza. Y también está previsto el regreso de Happyland, en el Teatro San Martín, para los próximos días. De esta manera, con muchos cuidados pero con más ilusión, la Calle Corrientes comenzó a recuperar la vida nocturna que la caracteriza.
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