Si de algo no hay dudas es que Hollywood es una máquina de sueños y de muñecas… rotas. Quizá la más famosa sea Marilyn, pero sumamos a Natalie Wood, Judy Garland, Verónica Lake… La lista sigue y lo que es peor sabemos que no se detiene ni se detendrá. Y en esa trágica lista de muñecas rotas figura la protagonista de nuestra historia, Brittany Murphy que hoy llegaría a los 43 años.
Brittany abrió sus ojos color café en la ciudad de Atlanta. Embobada la acunaba Sharon Murphy, su mamá que con su papá, Angelo Bertolotti, parecían una pareja muy normal salvo por un “detallecito”. Don Bertolotti tenía algunos negocios más sucios que limpios con la mafia. El matrimonio se instaló en Nueva Jersey para que Angelo no perdiera el contacto con sus hijos de parejas anteriores. Vaya a saber si fue por las actividades del padre o porque para Sharon lo único que importaba era Britt que el matrimonio se separó cuando la nena cumplió dos años.
Si algo distinguió a Britt fue que siempre tuvo claro que deseaba ser artista. Imagine el lector esta escena. Dos megaestrellas, Burt Reynolds y George Segal, cenan en un restaurant cuando una gurrumina de cinco años que no llega al metro de altura se les planta y asegura que será una “estrella como ellos”. No sabemos si admirarla por la determinación o la desfachatez. Lo cierto es que los deseos de Britt eran tan inamovibles que su madre decidió convertirlos en realidades y se mudaron a Los Ángeles. Fue el comienzo de algo que se mantendría invariable. Una madre dispuesta a todo por el triunfo de su hija y ya sabemos que “triunfo” no significa lo mismo para todos.
Juntas en Los Ángeles, Sharon abonó los sueños hollywoodenses de su hija con formación. La anotó en ballet y por años la acompañó a esas clases que ocupaban seis de los siete días de la semana. Brittany empezó a mostrar su gran oído musical. Aprendió a tocar la trompeta y el piano. “Puedo tocar cualquier instrumento si me das veinte minutos”, reconocería mucho tiempo después
Después siguió el manual de “niña que desea ser estrella”. Obritas en el teatro regional y a los 13, los primeros comerciales. Para esa época Brittany Murphy y no Bertolotti. Fue su papá el que le ordenó que se cambiara el apellido cuando al ser uno de los primeros detenidos por la ley Rico, una normativa federal contra la extorsión criminal y las organizaciones corruptas que fue aprobada en 1970 por el Congreso de los Estados Unidos. Sentenciado a 12 años de cárcel, el padre quedó a la sombra, mientras su hija seguía buscando las luces.
Lejos de desalentarla, su madre la acompañaba a castings y estaba atenta a cualquier oportunidad mínima que les permitiera abordar el tren de la fama. Durante largo tiempo el servicio vino “con demoras” o todavía peor, con “cancelación por tiempo indeterminado”. Pruebas donde llegaba a finalista pero no a elegida, algunos papeles menores en la televisión y no mucho más. Hasta que por fin consiguió el boleto correcto. En 1995 la eligieron para protagonizar Clueless (Ni idea) con la súper famosa del momento: Alicia Silverstone. “Me acuerdo de verla y pensar que era increíble para el personaje. No puedo ni decir cuántas chicas fueron a audicionar para ese papel, pero sí recuerdo ver a Brittany y pensar en lo adorable que era” la recordó Silvestone cuando este año se cumplieron 25 años del estreno.
La película narraba la historia de una chica popular, millonaria y obviamente rubia que se proponía casi como “trabajo práctico” rescatar a la compañera looser, mal vestida y castaña. Sin necesidad de advertir spoilers ya sabemos quién hacía de reina y quién de súbdita. Clueless puso a Brittany en la estación soñada: la de la fama. El problema es que aunque tenía el ticket le quedaban por pagar varios peajes.
Las películas comenzaron a sucederse. Estuvo en Inocencia interrumpida donde confraternizó con Angelina Jolie, pero se hizo amiga de Winona Ryder. Siguió en 8 Mile y compartió elenco con Eminem que le enseñó a levantar el dedo mayor con gracia y puntería. Coprotagonizó Ni una palabra donde midió talento con Michael Douglas. Del thriller pasó a la comedia blanda en Pequeñas grandes amigas junto a una entonces pequeña Dakota Fanning. La peli podría inscribirse en la categoría “no es gran cosa”, pero también en ese rubro llamado “me hizo pasar un buen rato”. Murphy encarna a Molly, la hija huérfana de una estrella de rock. En varias escenas baila y realiza morisquetas. Obvio que no es Meryl Streep, pero se muestra tan espontánea, adorable y graciosa que dan ganas de decirle, dale venite a mi cumpleaños.
Fue en esa época que comenzaron sus grandes cambios físicos. Esa adolescente que no dudó en trabajar de niñera para poder comprar lentes de contacto azules ya que decía que eso le generaría más oportunidades, ahora pasaba del bando de las castañas al de las rubias. Esgrimía la misma razón: más trabajo. Empezó a mostrarse cada vez más delgada lo que provocó rumores de desórdenes alimenticios y algo más que coqueteos con las drogas. “Nunca he probado -droga- en toda mi vida, jamás la vi, y no salgo mucho de casa, excepto para ir a trabajar”, se defendía. También aclaraba que “tengo la misma talla que tenía en Clueless; es solo que el peso en tu cara cambia a medida que creces y envejeces. Este es mi cuerpo. Estoy orgullosa de él y estoy sana”.
Aunque aclaraba y desmentía, los rumores seguían y crecían con más fuerza que su carrera. Entonces llegó la oportunidad de protagonizar Recién casados con Ashton Kutcher. En esa comedia romántica parecía que le quitría el trono de “novia de América” a Meg Ryan. No lo logró pero al menos se convirtió en novia de Ashton Kutcher. Salieron durante un año, ni muy en serio ni muy en broma.
Brittany seguía en el tren del éxito pero sin terminar de alcanzar el mega éxito estilo Angelina Jolie. De hecho en los rankings de “la más linda”, “la más sexi” siempre figuraba, pero jamás en los primeros puestos. Algo que para cualquier mortal es anecdótico en el planeta Hollywood puede resultar devastador.
La prensa cuando no se ocupaba de su peso dejaba trascender otros datos, un poco menos densos. Compró la casa donde Britney Spears y Justin Timberlake habían convivido y conservó varios de los muebles. Mientras investigaba en un bar de nudistas para su papel de Spun, un hombre que no la reconoció le ofreció ser bailarina de caño. Perdió la virginidad en un auto, experiencia que recordaba como “muy poco agradable”. También dejaba reflexiones como “Si no puedes cambiar tu entorno cambia tu color de cabello”, “Cansada no es un palabra que está en mi vocabulario”, “Todos tienen un demonio y un ángel en el hombro, tentándolos a hacer algo” o “Ni siquiera me tomo a mí mismo en serio, así que ¿cómo podría tomarme a Hollywood en serio?”.
Sin un rumbo definido en su carrera, la vida le presentó un escollo complejo. Su mamá se enfermó de cáncer de mama que le generó una neuropatía compleja que la debilitó mucho. Su hija se encargó de cuidarla porque como repetía “mi hogar es donde este mi mamá”. Cuando le preguntaban de dónde sacaba fuerzas contestaba sin dudar: “Si pudiera ser un tercio de la mujer que es mi madre y tener un tercio de la fuerza que ella tiene, entonces habré hecho el bien con esta vida”.
Después del romance con Kutcher, Britt vivió otros amores con el manager Jeffe Kwatinetz y Joe Mancaluso, un asistente de producción. Pero en 2007 se casó con Simon Monjack, un guionista británico. Monjack no contaba con buena prensa. Trascendió que debía más de 300 mil dólares por un crédito y se decía que usaba la fama de su ahora mujer para intentar conseguir proyectos propios. Pese a todo, el matrimonio se mostraba feliz. Fue entonces que la muchacha frágil se convirtió en una muñeca rota.
El 20 de diciembre de 2009 Brittany Murphy colapsó en el baño de su casa. Durante varios días había presentado dificultades para respirar hasta que su cuerpo no resistió más. Su madre la sostuvo en sus brazos, pero la muerte se la arrebató.
¿Las causas oficiales de la muerte? Intoxicación por fármacos, neumonía y una deficiente cantidad de hierro por anemia. Según la autopsia, se trató de una muerte accidental por consumir varios medicamentos, algunos de los cuales requerían de receta, incluidos fármacos para calambres y jarabe para la tos. Algunos creen que si su esposo y su madre, que vivió con ellos hubieran puesto más atención a los síntomas de Brittany y pedido ayuda al menos un día antes, su muerte se habría evitado.
Pero según su esposo Simon, los responsables de la muerte de su mujer eran nada menos que los estudios Warner Brothers porque dos semanas antes habían prescindido de sus servicios para el doblaje de voz en la continuación de la película Happy Feet.
Pero no quedó ahí. Comenzaron a desatarse teorías alrededor de las extrañas circunstancias en que falleció la actriz. Se dijo por ejemplo que había moho tóxico en su casa y eso la envenenó, pues en su cabello se encontraron altos niveles de metales pesados.
Como si el misterio, el dolor y el morbo fueran poco se sumó otra muerte. Simon Monjack, falleció el 24 de mayo de 2010, cinco meses después y por las mismas causas: neumonía aguda y anemia severa.
¿Qué había ocurrido con la pareja? ¿Por qué murieron con apenas cinco meses de diferencia y por las mismas causas?
Las teorías se dispararon. El padre de Brittany aseguró en noviembre de 2013 que la actriz fue asesinada por una conspiración del gobierno de EEUU. Según el hombre, el gobierno vio con malos ojos el apoyo de Murphy a Julia Davis, una funcionaria del Departamento de Seguridad de Estados Unidos, quien dio a conocer sobornos a autoridades de la aduana para permitir el ingreso de terroristas.
Linda, la madre de Simon, apoyó esa versión. “Mi hijo decía que estaba bajo vigilancia. Fue detenido por el gobierno porque su pasaporte expiró y luego fue golpeado y detenido por nueve días. Brittany lo sacó, pero desde entonces sintieron que había una conspiración profunda. Ahí definitivamente hay algo que no está bien, pero qué es, no lo sé”.
Para sumar otro ingrediente, cuando se conoció el testamente de la actriz se supo que legaba todo a su madre y no a su marido. Por eso, se llegó a señalar que la propia madre de Brittany la asesinó. “He optado por mantenerme alejada de los focos desde la trágica y repentina muerte de mi maravillosa, talentosa y amada hija. Su fallecimiento y el de mi yerno, Simon Monjack, fue devastador”, confesó Sharon en exclusiva a The Hollywood Reporter, “Pero no he tenido opción al ver los inexcusables esfuerzos por manchar la memoria de mi hija de un hombre que puede que sea su padre biológico, pero que nunca fue un verdadero padre para ella”.
Las acusaciones se suceden, las dudas siguen, lo único que permanece inalterable es que Brittany ya no está más. La muchacha que soñaba con llegar a ser “muy muy muy mayor” y que aseguraba que “encuentro esta vida muy interesante” ya no sueña los sueños de Hollywood. Es otra muñeca rota.
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