Desde el rancho Neverland de Michael Jackson, hasta la mansión de Sandro en Banfield, pasando por la lujosa casa que posee Elton John en Niza, las moradas de los músicos siempre han causado tanta curiosidad como su obra. Incluso llega a ser una visita obligada para cualquier turista: no es raro que de paseo por Punta Cana te cuenten que por allá vive Juan Luis Guerra o que en Tanti, Córdoba, te señalen el castillo que Wilkins se compró en pleno auge de “Sopa de caracol”, y que aún conserva. A diferencia de estos grandes que de verdad pudieron adquirir sus bienes y mostrarlos, hay otros que en el afán de impresionar a sus seguidores han caído en la tentación de mentir y terminaron alardeando con inmuebles que no les pertenecían.
Robbie Williams fue noticia hace unos meses porque comentó a través de sus redes sociales que puso a la venta su mansión en Inglaterra por miedo a los fantasmas que podrían estar habitando allí. El cantante británico vive junto a su familia en Los Ángeles, Estados Unidos, y no quiere saber nada más con la lujosa (y tenebrosa) propiedad del siglo XVIII erigida en Wiltshire. Pero dos décadas atrás, cuando fue invitado a participar del programa MTV Cribs, Robbie -que en ese entonces tenía 23 años- fingió mostrar su casa, cuando en realidad era un castillo de la actriz Jane Seymour. Williams en ese momento era soltero y aun no tenía las propiedades que tiene hoy, por lo que decidió alquilar esa finca, contratar algunos mayordomos por el día de filmación y hacer pasar todo ese montaje por algo cierto. El músico reconoció la trampa hace poco y se terminó riendo de él mismo.
El programa de la cadena musical era la oportunidad de ver un poco más de cerca cómo vivían las estrellas y nadie quería defraudar. Fue el caso de la cantante JoJo que hoy tiene casi 2 millones de seguidores en Instagram y no necesita mucha más promoción, pero cuando comenzó siendo una adolescente toda exposición le servía. Así fue que apareció mostrando un lugar increíble, que no era suyo. “La cuestión es que no teníamos casa en ese momento. Mi mamá y yo viajábamos muy seguido y solíamos dormir en hoteles. Así que, en realidad, esa era la casa de mi tío, en Cape Cod. No era mi casa. No eran mis cosas. Esa es la verdad. Tal vez debería haber rentado un lugar. Pero no. Usé la casa de mi tío. Así aparecí en Cribs”, le dijo hace poco al Huffington Post.
Otro que gusta de mostrarse espléndido y ostentando es Ja Rule. El rapero cuya música quedó un poco atrás, sigue vigente por un escandaloso fraude como fue el del Fyre Festival. El evento que se vendía como el más espectacular de todos los tiempos, en una isla con modelos y cerdos que nadaban en el mar (y que terminó siendo una estafa mostrada en un documental de Netflix) lo tuvo como anfitrión. Tan involucrado estaba que se lo comparaba directamente con el organizador y principal estafador, Billy McFarland. Recién a fines del año pasado sus abogados lograron desvincularlo alegando que él no sabía nada.
Y así como posó y se filmó bebiendo y riendo en las playas de arena blanca y en barcos que nadie había pagado, también había hecho lo suyo para el programa de MTV. Fue en 2001 cuando lo grabaron gozando de una fastuosa casona en Miami que decía que era suya, pero que en realidad la había alquilado por 46 mil dólares. Lo peor no fue eso, sino que antes de irse y devolverla a su dueña, Ja Rule organizó una fiesta enorme que terminó en desastre: la casa destruida, los muebles hechos polvo, la piscina como un chiquero. La dueña demandó al rapero por 1 millón de dólares alegando que “después de la fiesta, había numerosas jeringas y envoltorios de condones esparcidos por la mansión y evidencia de que se fumaba marihuana en la propiedad”. Además, se sumó que tanto ruido y descontrol terminó causando tensión “en la relación entre la demandante y sus vecinos Gloria Estefan, Rosie O’Donnell y Shaquille O’Neal”.
Los autos de 50 Cent también han dado que hablar. El rapero que se crió en las calles de Nueva York entre dealers y ladrones, reconoció que hoy por hoy le tiene más miedo al fisco que a los narcotraficantes. Será por eso que miente tanto en cuanto a su patrimonio. Le encanta mostrarse y no hace tanto salió publicada una lista con los nombres de algunas de sus naves de colección: Ferrari, Lamborghini, Rolls-Royce, Mercedes-Benz, Maserati y hasta un Jet privado. Cuando salió en MTV Cribs hace más de 20 años se supo que los autos que mostraba eran de alquiler y quiso utilizar el mismo recurso en 2015 cuando en medio de un juicio se declaró en bancarrota. A comienzos de los 2000 la mentira se desbarató porque muchos televidentes se fijaron en las placas de los coches: tenían la marca de la agencia. Pero cuando en 2015 se vio acorralado por la ley lo más probable es que haya sido al revés, lo que él quería hacer pasar por rentado era en realidad un bien suyo.
Los artistas del género urbano son de los que más disfrutan de exhibir sus riquezas, aunque en muchos casos se trate de imitaciones. Entre tanto dorado y brillantes, ¿cómo saber cuándo se trata de una pieza real o de una copia? Así como se autodenomina, “la pesadilla de los relojes falsos”, la cuenta Fake Watch Buster, llegó para sacar de mentira, verdad. Desde sus posteos en Instagram, exponen a los que mienten y a los que dicen la posta. No hay tanta gente que haya estado cerca de un Fugazi Patek Philippe Nautilus para darse cuenta si es verdadero o falso, por eso esta cuenta explica en detalle por qué es un reloj que vale la pena o es una triste imitación. Entre los que lucen originales se encuentran El Alfa El Jefe y Nicky Jam, y entre los que muestran los truchos, el colombiano Reykon y el Papá del Dembow, El Mayor Clásico dominicano. Cada cual, si le conviene, tendrá su derecho a réplica.
La que mejor supo aprovechar la confusión es Rosalía. La cantante hizo famoso un conjunto de joggin estampado con el logo de Louis Vuitton. Lo tenía en varios colores y se convirtió en un fetiche para sus shows en vivo durante 2019. Pero la marca conocida también por sus bolsos carísimos, jamás confeccionó esos trajes. ¿Entonces? Las prendas de La Rosalía forman parte de la colección de la marca Etai Drori, que trabaja por encargo y le creó estos novedosos equipos hechos con toallas y el logo que combina la L y la V. En un mundo que vive de apariencias, la catalana logró sembrar la duda y salirse con la suya.
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