El 27 de octubre de 2002, María Marta García Belsunce apareció muerta en el baño de su casa en el country El Carmel. Minutos antes había compartido una merienda en la casa de su hermana, Irene Hurtig, donde también se encontraba Guillermo Bártoli, su cuñado, y su esposo Carlos Carrascosa. El caso, conocido por todos en Argentina, atravesó a toda la sociedad. El pituto, la llamada a la ambulancia de Osde, el certificado de defunción, el testimonio de la masajista, el pedido de ADN a toda la familia que arrojó resultados negativos, todo ello formó parte de las tapas de los diarios y de los programas de televisión que se consumía como una serie por entregas.
Como si se tratara de un partido de fútbol, todos eligieron un bando sobre este caso. ¿Era la familia, o su esposo, el culpable del asesinato como afirmó siempre el fiscal del caso, Diego Molina Pico? O María Marta había sido víctima de alguien que entró a robar su casa, como afirmaba la familia? Lo cierto es que a casi 20 años de su muerte nadie sabe qué pasó con esta mujer. Ni siquiera la justicia que ahora se encuentra en la etapa de un un nuevo juicio contra Nicolás Pachelo, vecino del country y señalado como sospechoso por varios testimonios. y dos vigiladores de El Carmel.
Cuando todavía no hablábamos de femicidios, el asesinato de María Marta nos impactó como sociedad sin imaginar la cantidad de muertes de mujeres que vendrían después. Un caso que nos enfrentó no sólo con un crimen sino con el poder, el dinero y nuestros propios prejuicios.
El documental Carmel: ¿Quién mató a María Marta?, que se estrenará este jueves en la plataforma Netflix, reúne a lo largo de los 4 episodios de 47 minutos cada uno todas las voces y las teorías sobre este caso que aún no tiene culpables firmes.
En diálogo con Teleshow, Alejandro Hartmann, director del documental y Vanesa Ragone, su productora ejecutiva, contaron cuáles fueron las cosas que descubrieron de este caso y el rol de los medios en las decisiones de la justicia.
—En el documental sobre el asesinato de María Marta García Belsunce lograron reunir los testimonios más importantes del caso, ¿Cuál fue el que más les costó conseguir?
—Hartmann: El que más queríamos tener era del del fiscal Diego Molina Pico, porque prácticamente no había hablado y era muy importante tenerlo. Siempre nos recibió muy bien. Es una persona muy amable e interesante. Le pareció que era el momento de hablar y para nosotros fue un honor contar con su testimonio. Y nos hubiera encantado tener a Nicolás Pachelo porque es el otro protagonista de la serie. Pero en el caso de él, decidió que no era su momento de hablar
—¿Cuánto creen que influyó el caso por ser en un country?
—Hartmann: Este caso cayó en un momento justo de la sociedad. Veníamos de los 90 de una mega exposición de la cuestión social y del dinero. Había pasado el 2001 y la crisis socioeconómica. Estos personajes de alguna manera representaban a los 90. La idea del country, que a su vez ellos no eran la aristocracia argentina. Carrascosa era un corredor de bolsa con mucha plata y ya. Y había un morbo ahí, de ricos y famosos que a la gente le atraía mucho. Y fue la posibilidad para los medios de comunicación de descubrir algo que les renovaba el rating. No olvidemos que todas las noticias eran sobre la crisis, todo era un bajón, era un año durísimo el 2002. Me parece que renovó la pantalla. Entonces entre el morbo de la gente con interés natural por todo esto y los medios que mostraron cómo algo renovador. Y luego cosas insólitas: el pituto tirado por el inodoro y todo lo que ya sabemos que daba para hablar.
—¿Qué creen que fue lo más desprolijo del caso?
—Ragone: Yo creo que el problema que tiene el caso es que no hay pruebas concretas, es un caso de oídas. La demora de la autopsia el hecho de que no haya un arma homicida. Entiendo que el fiscal lo que intentó hacer fue retratar a las personas en tiempos y lugares, todo eso está retratado en el documental con bastante detalle, con esas líneas de tiempo complejas. Es un caso que está construido sobre testimonios y eso es bien difícil para la justicia: uno dice una cosa y otro dice lo contrario y nadie desempata.
—Hartmann: Y no está el testimonio de alguien que acepte haber estado ahí dentro en ese momento.
—¿Han llegado a una conclusión luego de terminar de hacer esta serie documental?
—Ragone: Lo cierto hoy por hoy es que no sabemos quién mató a María Marta, como dice el título de esta serie. Y la justicia aún no ha podido determinarlo y a nosotros nos pesa como sociedad. Los crímenes impunes son una herida en la sociedad. Lo que quisimos transmitir es eso, luego las ideas que cada uno pueda tener son personales. Por supuesto que pasamos por muchas sensaciones pero lo que la serie nos permitió fue conocer a la mayor parte de las personas que estuvieron involucradas en el caso y conocer su humanidad. Para mi eso fue transformador. Y conocer a María Marta porque ella estaba ausente como persona desde la crónica periodística. Era una mujer que la conocimos ya muerta. Entonces fue un trabajo para nosotros ir a buscar a la María Marta viva: cuáles eran sus intereses, qué hacía, qué contaban sus amigas. Teníamos poca información de ella y nos pareció que era fundamental no quedarnos en la víctima y sí en la persona.
—¿Qué dato fue el que más les llamó la atención?
—Hartmann: A mí lo que me sorprendió fue que conocí a personas increíbles, complejas. Por ejemplo, el paralelismo entre Carrascosa y Molina Pico por sus gustos por el mundo naval. Algunas cosas del pasado en la Bolsa de Carrascosa. O de María Marta, yo tenía una idea sobre ella y descubrí a una persona mucho más compleja, dinámica, deportista, gritona, “puteadora” como dice alguien en algún momento... eso me pasó con casi todos los personajes, que se salían del lugar común que yo tenía construido desde mi prejuicio.
—¿Cómo fue entrar al country Carmel y a la casa donde se cometió el crimen?
—Hartmann: A mi en lo personal me daba fantasía, miedo. Entré con mucho respeto. La casa estaba vacía. Hace muchos años que nadie vivía en ella. De hecho después del crimen nadie vivía allí. Traté de imaginarme a María Marta viva, cómo transitaba por ahí con su perro. Por eso traté de empatizar con la idea de María Marta viva, allí en esa casa.
—¿Creen que si esto sucediera hoy, habría tenido la misma mirada desde la gente y los medios?
—Hartmann: No creo, porque de nuevo ese momento particular, la idea del country. Pienso en el caso de Nora Dalmasso donde se tiraron cualquier tipo de teorías y se acusó primero a la víctima y sus conductas. Pienso en el morbo de los rugbiers y el caso de Villa Gesell. Hay un morbo con los buenos y los malos y ahí me parece que enseguida explota, hay algo que nos llama la atención a nuestra sociedad. Creo que los medios ponen lamentablemente el foco de manera irrespetuosa y no tienen en cuenta todas esas cuestiones de la víctima que no ayudan a la investigación.
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