Germán Martitegui es uno de los chefs más prestigiosos del mundo. Y, aunque ya formó parte del jurado de las cuatro ediciones anteriores de Masterchef Argentina, dos de aficionados adultos y dos de juniors, nunca imaginó vivir la experiencia que está atravesando en la versión Celebrity del reality de Telefe. ¿Por qué? Porque no sólo se tuvo que enfrentar al suceso de estar en un programa de veinte puntos de rating y tener que ir al supermercado camuflado, sino que también se tuvo que acostumbrar a lidiar con los famosos y sus personalidades.
“El amateur, que quiere cocinar en su casa, viene, te escucha con admiración, baja la cabeza y te dice que lo va a hacer mejor. Después estaban los nenes, a los que había que hablarles con mucha paciencia. Y un celebrity es más parecido a un chico, es súper sensible y le tenés que hablar siempre desde lo positivo”, comenzó diciendo el cocinero en diálogo con Moskita Muerta y Nilda Sarli para Por si las Moscas, en La Once Diez.
Y luego se refirió, específicamente, a Vicky Xipolitakis, quien desde las primeras galas del concurso de gastronomía que conduce Santiago del Moro comenzó a hacer con él un juego de seducción. “Mi vida pasa adentro de una cocina. Yo tenía proyectos de viajes a distintas partes del mundo a cocinar. Esa es mi vida. Así que, para mí, ella y muchos de los que están ahí son gente nueva. No tengo una carga detrás de saber quiénes eran”, explicó Martitegui.
Sin embargo, el cocinero reconoció que, aunque se acerca a cada uno de los participantes de la manera más objetiva posible, tras días enteros de grabación se empezaron a generar vínculos más cercanos con ellos. “¡Qué se yo! Yo tengo dos hijos, Vicky tiene un hijo, ponele. Cuando ella medio que lloriquea y dice ‘dejo a mi hijo solo en casa porque...’ ¡Es imposible no sentir cierta identificación! Son cuestiones totalmente humanas”, aseguró.
No obstante, el chef echó por tierra todas las ilusiones de que entre la griega y él pudiera estar naciendo el amor. “Lamento decirles que no hay absolutamente nada más que eso…”, dijo sin dejar lugar a dudas. Pero insistió: “Claramente, es como que te vas identificando como seres humanos, que tienen sus cosas, sus problemas. Y vas teniendo cierta empatía también”.
Lo cierto es que los episodios que Martitegui vivió junto a la griega en el programa fueron bastante particulares. Y que ella pasó de intentar arreglar una cita con él a bromear con su calvicie sin solución de continuidad. ¿Si todo eso le resulta indiferente? “No, no. Yo no estoy acostumbrado a que me saquen de mi eje. Si me ven, estoy siempre bastante concentrado en lo que tengo que hacer y jugando ese papel. Y también está bueno por la gente que yo trate de ser un jurado de lo más objetivo posible. Porque a los demás los ven por otra cosa, a mí me ven por eso”, explicó.
Y luego definió la necesidad de atención de Xipolitakis como “una demanda insaciable”. “Paso yo, pasa Donato (De Santis), pasa otro... ¡Nada le alcanza! Todo te está preguntando y todo te está diciendo”, dijo. Y luego reconoció que, con sus actitudes, hay momentos en los que Vicky logra descolocarlo.
“No me voy a olvidar nunca la primera frase que ella me dijo. Cuando yo me acerco, me dice: ‘¡Ay, qué linda sonrisa que tenés!’ O sea: era mi quinta temporada de este programa. Y nunca nadie jamás me había dicho una cosa así. El personaje se me cae. ¿Qué hacés ante eso? Sonreís, no te queda otra”, confesó Martitegui rememorando el instante en que conoció a la griega.
Sin embargo, el chef también se encargó de señalar que hay mucho prejuicio con respecto a Vicky por venir de la parte mediática del mundo del espectáculo. “Piensan que va a hacer todo mal”, dijo. Y explicó que, según su opinión, la destreza en la cocina es algo que Vicky no había mostrado nunca y que “hasta le da vergüenza” mostrar.
“El otro día vino de visita la hermana (Stefy), que la mandó al frente en un montón de cosas. ¿Viste como son los hermanos? Y dijo: ‘Veía Utilísima todo el tiempo cuando era chica’. Yo no sé si ustedes llegaron a detectar eso. Pero, para mí, Vicky oculta que siempre le gustó cocinar un poquito. Pero, por más que la gente crea que ella no sabe cocinar, si lo que hace está bien yo la voy a felicitar. A mí no me importa nada, porque ese es mi papel”, concluyó Martitegui.
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