Sólo un artista con la creatividad de Humberto Poidomani, podía llegar a seducir a un ícono vanguardista como Moria Casán. “Yo no soy una crítica de arte, pero a mí me enamora lo que él hace”, asegura la diva en diálogo exclusivo con Teleshow. Y se muestra feliz de estar casada con un hombre al que no ve desde que celebraron su boda en Florencia, en diciembre del año pasado, pero con el que parece haber encontrado todo lo que necesitaba a esta altura de su vida.
“Soy una fan de las pinturas, de las esculturas, de las instalaciones de arte y de todo lo que hace. Y veo un realismo social en toda su obra . Algunas veces mete cosas naif, muy ingenuas, pero hay una gran nostalgia por nuestro país y, sobre todo, por la noche que el vivió acá. Él estuvo en la dictadura y en los años posteriores, cuando era todo romper reglas y atreverse a crear. Y es un artista que hizo mucho por la noche de Buenos Aires, que la ha influenciado mucho”, asegura Moria al hablar del artista, quien reside en los Estados Unidos.
En un articulo publicado recientemente por el portal Art Miami Magazine, la especialista en arte Lieska Husband Sosa analizó el trabajo del argentino y aseguró: “Observar la obra de Humberto Poidomani (Buenos Aires, Argentina, 1942) como espectador es recorrer un amplio camino de variedad temática con una compleja técnica compositiva cargada de simbolismo y en un perfecto equilibrio entre lo absurdo y lo razonable; un excéntrico giro de sensaciones y explosión de colores donde la fantasía y la paradoja se entrelazan”.
Y luego detalló: “Poidomani es un prolífico artista de incansable productividad. Crea su discurso superponiendo materiales en combinaciones tontas, creando historias fantásticas con un formalismo centrado en nociones ideológicas que plasma en complejas esculturas, ensamblajes, collages, pintura y objetos diversos, donde el recurso de la escritura está presente en trazos densos y continuos en ocasiones, ininteligible muchos otros, comprensibles (...) La complejidad social de la vida en Argentina es tratada con humor inteligente y sarcasmo".
¿Qué opina Moria al respecto? “En cuanto a la descripción de obras, cada uno tiene su touch. Me parece que en realidad, en él hay una mirada realista y nostálgica sobre la Argentina. Pero no es un tango, es un tipo súper evolucionado”, explica. Y asegura que en esta época de pandemia, ambos están en “modo covida” y Poidomani experimenta “su mayor momento de creatividad”.
“Argentina es un país que le dio todo. Pero ahora, lamentablemente, Humberto siente que el argentino es como un viviente, más que un sobreviviente, porque siempre tiene que empezar de nuevo. ¿Cómo te podría decir? Hay cosas que ya son imposibles de modificar. Así que está atravesando esto como todos, pero ya hace tiempo que no le gusta lo que ve. El está a favor de la vida y la creatividad. Y tiene un gran amor por este país. Pero de momento lo mira desde afuera y no creo que quiera volver”, reflexiona Moria.
¿Cómo es la rutina de este misterioso hombre que deslumbra a la diva, por ejemplo, reciclando cds viejos en una obra a la que denominó I miss you Sony? ¿El mismo que mezcla textos griegos en sus pinturas? “En realidad se llama Francisco Humberto Poidomani, pero yo lo llamo por el apellido. Se levanta todos los días a las cinco de la mañana para pintar, porque si no siente que le falta el oxígeno. El vive en la playa y nada como una hora y media todos los días, primero en el mar y después en la piscina. Su vida es pintar, leer y nadar”, cuenta la diva.
Y luego agrega: “Yo le dije que para mí él está en líquido amniótico, porque nadar le hace bien a sus neurotransmisores. Está con su sensibilidad a full y pinta muchas horas. Después descansa. Hace el ayuno intermitente como modo de vida. Y, prácticamente, no sale de su casa. Pero si recibe gente cuando puede, es muy amigo de Graciela Borges, que fue la que me lo presentó, y de Geraldine Chaplin, que vive al lado de él. Y tiene un lugar que se llama Casa Poidomani, que es un showroom de arte, en Miami Beach”.
Sin intentar disimular su admiración, Moria recuerda que apenas se conocieron, con Poidomani se sacaron una foto debajo de un mural que él había pintado y se llama Apocalipsis Nice (Apolalipsis agradable). Y reflexiona: “Fue medio premonitorio”. Por lo demás, ella prefiere disfrutar de su arte y dejar que los críticos se encarguen de analizarlo.
“Acercarse a la obra de Humberto Poidomani se convierte en un destello liberador sin ataduras al gusto ni al trabajo complacido. Gesto, humor e ironía se unen de forma estimulante y ruidosa; un tránsito alegre donde el espectador nunca pierde su capacidad de asombro", concluye Husband Sosa. La diva, por su parte, asegura que a ella le gusta “todo lo que él hace”. Y concluye: “Yo estoy feliz de tener un hombre tan elevado a mi lado, que tenga tanto arte y tanta sensibilidad y que haga sincro energética con mi cabeza”.
Seguir leyendo