“Si me muero estando juntos, tenés que saber que quiero que me cremen".
Carlo Di Domenico fue el compañero de César Juricich durante 13 años. Fueron pareja y también socios, llegando a conformar una de las duplas de la moda. Y en todo ese tiempo juntos, le confió sus intenciones más de una vez. “Ese era el deseo de Carlo", le revela Juricich a Teleshow, entre la incredulidad y el desconcierto por el destino de quien tanto amó.
Hijo de modista y padre de dos hijos -Stéfano y Carla, quienes también se dedicaron a la moda-, Di Domenico murió el 16 de mayo de 2018, a los 66 años. La noticia generó una gran conmoción ya que hasta ese entonces se desconocía su diagnóstico: tenía leucemia, y estaba internado en un hospital de Rosario. Su último año de vida lo había pasado acompañado por Juan Manuel Campillo, quien fuera su marido desde 2010, y alejado de sus amigos. Muy pocos sabían que estaba enfermo: Carlo había decidido transitar su batalla en soledad, a la sombra de los medios y de la vida pública.
Poco después de su fallecimiento, sus hijos se presentaron ante la Justicia: pidieron que se investigaran las causas de su deceso. “Estiman en el núcleo familiar que no fue de forma natural el deceso de su progenitor”, indicaba la denuncia que realizaron Stéfano y Carla, frutos de la relación de Di Domenico con Susana Ortiz, su primera mujer.
Tomó intervención el Juzgado en lo Criminal y Correccional N° 58, a cargo de María Rita Acosta, quien notificó al Cementerio de la Chacarita para que no se cremara el cuerpo, incumpliendo la intención de Campillo, quien buscaba seguir aquel deseo que Di Domenico también le había comunicado. Acosta ordenó entonces que sobre los restos del diseñador se realizaran las pericias correspondientes.
Después de tres autopsias, en marzo de este año la jueza determinó que el modisto -que vistiera a celebridades como Mirtha Legrand, Susana Giménez- murió a causa de la enfermedad que transitaba. Y cerró la causa.
Pero el cuerpo del diseñador continúa en la morgue de la Chacarita: según informó el periodista Rodrigo Lussich, aún no fue retirado.
“Me sorprende que siga ahí porque el fallo fue en marzo. Lo que menos se merece Carlo es esto. Me parece un horror -sostiene Juricich-. Sus hijos, o el marido, deberían retirar el cuerpo y darle sepultura. No se lo merece. Con el tipazo y el padrazo que fue... En un punto me da bronca: tendría que estar descansando en paz”.
César asegura que, si bien mantiene un vínculo “relativamente cordial” con los hijos de su ex pareja, no considera que esa relación sea lo suficientemente cercana como para preguntarles por qué aún nadie ha retirado el cuerpo de su padre. Entiende que en principio se trató de un proceso judicial, pero que ahora que la jueza dio su veredicto, los seres queridos de Carlo deberían “darle sepultura”.
“Fue el primer hombre que amé en mi vida”, confía Juricich sobre Di Domenico, cuya sociedad no concluyó de la mejor manera. Un juicio los distanció durante ocho años, aunque no logró opacar el amor que construyeron durante el tiempo que estuvieron unidos, tanto en el plano sentimental como en el laboral.
Por esos años, cuando todavía desconocía el día en que la vida se le escurría en un último suspiro, Carlo Di Domenico lo había dejado claro: no quería ser enterrado. Prefería la cremación. Lo supo quien fuera su pareja durante 13 años, también su marido y sus hijos. A casi dos años de su muerte, su cuerpo permanece en la morgue de un cementerio. Hasta hoy, ese parece su destino. “Y no se lo merece...”, repite un César Juricich que se debate la incredulidad y el desconcierto. Porque no le alcanza el consuelo de saber que en su propia memoria Carlo sí ocupa el lugar que le corresponde.
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