Después del torbellino, la reflexión. A bordo de las canciones de “BACH” (2018), los Bandalos Chinos vivieron un año y medio, casi dos, a toda velocidad: giras, escenarios, el agobio de los compromisos, las agendas apretadas, el hastío de la convivencia, la felicidad de tener una legión cada vez más grande.
Pero al poco tiempo de editarlo, ya estaban pensando en lo siguiente. Y lo que le imprimieron a esas nuevas canciones tuvo que ver con ese movimiento: con “Paranoia Pop” la banda bonaerense retoma su pulso pop sexy, bailable y sensible, puliendo pero no pasteurizando su estilo; con un pie en lo retro, otro en lo moderno y el dial sintonizando las estaciones de Charly García, Virus, Spinetta, Beach Boys, The Beatles, Daft Punk, Phoenix, Tame Impala y más.
Los textos contienen pequeñas fábulas y parodias en las que observan lo que les viene pasando, desde afuera hacia adentro: “Nos resultaba extraño salir al escenario y que un público de miles de personas estuviera cantando nuestras canciones. Eso, más los problemas que pueden surgir cuando te empieza a ir bien, sirvió de inspiración para este disco”, le dijo Salvador “Chapi” Colombo -a cargo de los sintetizadores chinos- a Infobae.
Para muestra, basta un botón... o una canción. El track inicial, homónimo, avisa: “Soy tan influencer, me quiere la gente, todes quieren ser como yo”, ironiza Gregorio “Goyo” Degano, en inclusivo y con su falsete irrompible, inmune al ridículo, sobre un oblicuo groove que bebe tanto de Prince como de Chic. ¿Querían (más) pop? Ahí llega Louta, con un guiño a Sumo y reforzando la idea con su rap atropellado: “Yo no sé lo que yo quiero, pero lo quiero ya / No me cuentes las pestañas si me vas a encarar”.
Al igual que el trabajo anterior, “Paranoia Pop” contó con Adán Jodorowsky (hijo del multifacético Alejandro) en la producción, lo que libera a Bandalos Chinos de todo tipo de estructuras y planes en la previa a la grabación. “Adán es muy amigo de lo espontáneo y le encanta propiciar esos espacios. Logra empujarnos al abismo y llevarnos a un lugar nuevo. Esta vez nos preparamos de una manera consciente respecto a nuestros instrumentos, a nuestras emociones, para llegar ahí a darlo todo, como si fuera el mundial”, detalló Degano, que en vivo interpreta a un frontman carismático, dramático e impúdico -de los pocos que se animan a bailar-, para el grupo que completan Tomás Verduga (guitarra), Iñaki Colombo (guitarra), Nicolas Rodriguez (bajo) y Matías Verduga (batería). “Lo copado es dejarse llevar, no cranear demasiado, sino ir día por día, instrumento por instrumento, toma por toma y confiar en que los elementos están”.
Ese trabajo sin red permitió que, incluso cuando el disco ya estaba cerrado, surgiera una última canción: “Los puntos”, con Tei Shi y David Aguilar como invitados. “El deal con Adán era de hacer 9 canciones para el disco, pero la situación lo llevó a decir: ‘Chicos, les regalo la producción de este tema, pero hagámoslo, siento que hay que hacerlo’. Y ahí quedó, una canción hermosa con dos colaboraciones tremendas”, recuerda Degano.
“Estuvo buenísimo poder profundizar no sólo la relación musical que tenemos con él, sino la personal. Y creo que parte del sonido del disco se desgaja de esa confianza que fuimos adquiriendo con Adán. Y nuestra capacidad para decirle: ‘Vamos más allá, experimentemos un poco, tomemos riesgos que no tomamos en el disco anterior, hagamos algo más ecléctico’. Todo se resolvió in situ: no teníamos mucha idea de lo que iba a pasar en el estudio, pero eso también es lo divertido de grabar con él, porque lo que más le gusta es tomar decisiones en el momento”, completó Colombo.
-Uno de los adelantos del disco fue “El ídolo”, que en la letra y, sobre todo, en el videoclip, reflexionan sobre el egotrip del artista y la adoración que genera a cada paso. ¿Cómo se llevan con la idea de que, probablemente, muchos de sus seguidores los vean como ídolos?
Colombo: Me gustaría desmitificar eso. No sentimos que seamos ídolos de nuestros seguidores. Esa construcción se da a partir de la música que hacemos y es lo que nos pasa a nosotros con nuestros ídolos: nos gusta la música que hacen, o las películas, o las cosas que hacen, pero la realidad es que no conocemos a esa gente y capaz que pueden ser unos forros absolutos, abusones o mala onda. Capaz que te le acercás a alguien y le decís: ‘Che, me encanta tu música’ y responden para el orto. Nunca sabés si una persona está en un mal día y no quiere hablar con nadie. Lo que idealizamos es el personaje, pero el origen de la idealización está en que la música nos gusta. Y creo que para la gente hacia nosotros, es lo mismo.
Degano: Lo que decimos en “El ídolo” se desprende de una idea que, en un mundo ideal, lo que importa es la obra y no el artista. Nosotros somos chabones normales que hacemos canciones… y si eso le genera un montón de emociones copadas a las personas, mejor que idealicen a nuestra música y no a nosotros.
Colombo: También está el juego que hay que jugar, que siento que te lo piden. Parte del marketing de la música es hacer creer que vos sos especial, pero no es real.
-Pero por algo hay alguien arriba del escenario y otro abajo, mirándolo, más allá del marketing.
Degano: Obvio.
Colombo: Sí, pero toda la vida te hacen creer que esa gente tiene una cosa muy especial que otros no tienen. Para mí, lo especial es que tomaron una decisión, no el talento; decidieron hacerlo y lo hicieron. No siento que tengamos algo tan especial: lo especial es que lo hacemos.
-En la era de las programaciones y los raperos, llevar adelante una banda de seis personas se ve como una “epopeya”. ¿Cómo trabajan la relación entre ustedes?
Degano: Es verdad que somos una suerte de especie de extinción, no somos lo más trendy de este momento. Pero surge de la creencia que así, colectivamente, podemos dar lo mejor de cada uno y hacer algo que sea mucho más elevado de lo que podríamos hacer cada uno individualmente. El hecho de ser muchos yo no lo vivo como una cruz. Al contrario, es un beneficio porque hay cinco personas más en las que puedo descansar, en un montón de niveles. Y no porque no quiera hacer nada, sino porque la vida fluctúa y no podés estar siempre ATR, dando todo. Nos vamos atajando entre nosotros. Después, obvio, necesitamos estar charlando mucho y revisando: somos seis personas igual de importantes en este proyecto, todos tenemos el mismo poder de decisión y eso nos lleva a debates eternos. Y discusiones, peleas y momentos que obviamente nos hacen crecer, pero buscamos la manera de que sean lo más llevaderos posible. Sabemos que hay que rozar para poner suavecita la piedra, pero hay que rozar en buenos términos, porque sino se hace infumable la secuencia.
Colombo: A veces es un arma de doble filo: tiene cosas increíbles pero la individualidad se ve comprometida en pos de algo grupal. Creo que la banda maduró a lo largo de los años y hemos sabido dejar a un lado el ego para realmente ir hacia donde el grupo puede explotar mejor. Y está buenísimo, incluso es mucha presión ser uno solo: si estás solo, tu carrera y tu desarrollo como artista va muy de la mano de tu ánimo personal. Eso lo vemos en un montón de colegas.
-¿Qué es el pop para Bandalos Chinos?
Degano: ¡Todo!
Colombo: Para mí es lo popular, de hoy y de siempre. No pasa por un género.
Degano: Sí, totalmente. Yo tampoco lo vivo como un género. Está muy relacionado a lo literal de la palabra.
Colombo: En este caso, hicimos un disco de pop pero que no es tan pop. Sigue siendo alternativo. Incluso nos han nominado en categorías alternativas y no en categorías pop. Hay algo interesante que dijo Tyler, The Creator en los Grammy, que se quejaba -a pesar de haber ganado- de que nunca a la música afroamericana la consideran pop. Pero en realidad es música popular y es pop. ¿Por qué no le vas a dar el mejor álbum de música pop?
Degano: Por suerte, el público cambió y de alguna manera eso permite que existan grupos como nosotros, o incluso más disruptivos con respecto a lo más tradicional de lo que es nuestra cultura rockera. El público pide, acepta y está en busca de algo diferente, algo que responde a esta era de Internet, las playlist, cómo escuchamos música hoy en día y cómo aceptamos y no nos fanatizamos por la música, sino que dejamos que nos atraviese. Hemos sufrido que nos juzguen por usar pistas, por los recursos que usábamos para un show, que eran los que teníamos para dar el mejor show posible. Siempre estuvo esa cosa innecesaria de juzgar por cómo se están haciendo las cosas y no por el resultado final, por lo que le pega a la gente en el cuerpo.
-Este jueves 29 tocan en el Movistar Arena, que de no ser la pandemia, probablemente lo hubieran llenado. ¿Qué se imaginan de tocar en un estadio gigante y vacío?
Degano: Lo vivo como una contradicción: por un lado, la motivación de poder seguir adelante, poder subirnos a un escenario, aunque el lugar esté vacío. Y por el otro, la tristeza de lo que ese vacío va a representar. En este momento, que me siento más optimista, nos llevó a cranear un show distinto, que no hubiéramos hecho si no fuera por este contexto. Vamos a plantear un musical, con intervenciones de actores y actrices y un trabajo distinto desde la puesta en escena, con Tomás Terzano.
Colombo: Es muy loco porque creo que la dinámica será casi como ir a un estudio a grabar. No hay parlantes, no hay gente, va a haber silencio. Lo abordamos desde ese lado y no como yendo a tocar a un estadio, sino como ir a un estudio y tratar de generar ese mood. Al fin y al cabo, la gente lo va a escuchar como escucha discos en su casa: con el celu, con auriculares, con parlantes… La experiencia no será la misma de un vivo, porque es imposible de replicar. Pero estamos tratando de lograr un audio tremendo y actuar para las cámaras, no hacia un público estático.