Ya pasaron quince años de su primer tattoo: Candelaria Tinelli tenía 14 años cuando en un hombro asomó, casi tímidamente, una pequeña estrella sin mayor significado que una intención estética. Lo atribuyó a un “impulso". “Quería tatuarme algo”, explicaría mucho después sobre aquella sesión inaugural con el tatuador, al que concurrió acompañada por su papá, Marcelo Tinelli. Curiosamente, no quedó conforme con el resultado, al punto que una década más tarde decidió borrarla media la intervención láser. “Ya cumplió su cicló”, justificó.
Con el paso del tiempo los dibujos grabados en tinta sobre su fisonomía distinguieron a Cande. Lugar común: se convirtieron en su marca registrada. Los tiene de todos los colores, estilos y motivos, en la completa extensión de su cuerpo. También en su cara (tiene desde un Hello Kitty y la palabra “Ángel” hasta un corazón). Y ahora, incluso por debajo del cuero cabelludo, aunque el rapado permite dimensionar la silueta de una araña que parece tomarla a un costado de la cabeza, desplegando sus ocho patas entre la frente y el parietal.
En la parte superior de la oreja una telaraña tatuada con anterioridad completa el flamante diseño, que en estas horas la cantante presentó en su cuenta de Instagram ante sus 4,2 millones de seguidores. “Incy Wincy”, escribió al pie de las fotos, en referencia a la célebre canción infantil de La Granja de Zenón (aquella de “Incy Wincy araña, tejió su telaraña...”).
Los seguidores que dejaron sus comentarios en el posteo fueron por la aprobación del nuevo tattoo. Aunque hubo algunas excepciones, críticas que en un par de casos, la hermana de Micaela Tinelli se encargó de responder. “¿(Busca) llamar la atención?", se preguntó un joven. “La verdad que no -le respondió Cande-. Me gustan los tatuajes como verás, y me seguiré tatuando. Espero no llamar más tu atención. Disculpame”. “Horroroso. ¿Que tiene en la cabeza?", indagó una mujer. “Aire”, le contestó la también diseñadora, a pura ironía.
Del mismo modo que su papá la acompañó en la primera oportunidad, su hermano menor, Lorenzo Tinelli -más conocido como Toto-, fue con ella en esta ocasión. Y ahora el cuello del hijo de Guillermina Valdés también lleva un tatuaje: un escorpión. Aunque se trata de uno temporal, por supuesto. “Cagamo'”, advirtió Candelaria, al postear la foto.
La pandemia pareció colocar en pausa su carrera como cantante, que asomaba en ascenso luego de sendas presentaciones en el Lollapalooza y en shows propios. No obstante, en cuarentena se probó en una nueva faceta artística, hasta aquí desconocida en ella: la actuación. Lo hizo a través de Dígalo con mímica, una ficción muy breve producida por su ex novio, Nacho Lecouna, y publicada en las redes.
En la historia, que no llega a los 30 segundos, Lecouna interpreta a un psicópata que participa entre amigos de ese clásico. Pero todo termina en una tragedia, y con una Candelaria desconcertada ante el horroroso desenlace.
En estos meses también se ha mostrado más activa en un rol en el que suele incursionar, aunque no volcándose por completo. Sin embargo, las fotos que sube -la mayoría muy sensuales- le valieron la censura por -al parecer- incumplir con las políticas de privacidad de Instagram. “Me preocupa mucho que siga habiendo gente tan cerrada mentalmente -lamentó, reparando en los seguidores que denunciaron una de las imágenes- Me tienen podrida: que la cola, que las lolas… Solucionen ustedes si ver el cuerpo natural de una mina les genera eso”.
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