La decisión de Ronnie Arias de radicarse en Uruguay nada tuvo que ver con la pandemia, como puede ser el caso de muchos argentinos. Incluso, de famosos como Susana Giménez y Oscar González Oro, quienes están en Punta del Este sin fecha de retorno. El conductor, en cambio, supo desde hacía seis años que un día se mudaría al otro lado del charco. Y la fecha de su viaje fue clara: ocurrió cuando le dieron el alta por un cáncer de laringe.
Primero probó alquilando un año, yendo y viniendo los fines de semana para ver si se adaptaba. Hasta que se animó. Hoy, Ronnie vive en Colonia con Pablo, su pareja desde hace 25 años. Y ya tiene la ciudadanía. “En Uruguay encontré mi lugar en el mundo”, declaró este sábado en una entrevista concedía al diario El País, en la que también trazó una comparación clara -de acuerdo a su criterio- entre la manera de ser de unos y otros, al ser consultado sobre este fenómeno que provocó el coronavirus.
“El que quiere venir a hacerse a la América, éste no es el lugar -advirtió Arias, de 58 años-. No es joda: acá hay que trabajar. El uruguayo está acostumbrado a laburar. El argentino está acostumbrado a que se tira un pedo y espera a alguien para que se lo sople”. No obstante, evitó criticar a quienes ya se radicaron. “¿Cuál es el problema? -interpeló-. ¿En dónde va a estar mejor Susana con su brazo roto y los perros que acá? Que cada uno haga lo que pueda. Yo no formo parte del exilio dorado, no estoy en La Juanita (en José Ignacio). Vivo en una casa de machimbres sostenida con cuatro palos en el medio del campo”.
Ronnie aseguró que en Uruguay es “una especie de celebrity de segunda línea”, a diferencia de lo que le pasaba en la Argentina. “Voy al supermercado de barbijo y la gente me reconoce. En el colectivo veo que se pasan mi foto para mostrar con quién están. Eso me hace sentir satisfecho de que construí una carrera interesante. Ese tipo de cosas son como parches de nicotina”, dijo.
Sin embargo, cuando le preguntaron si extrañaba ser “una celebrity de primera línea”, contestó terminantemente que no. “Eso de que en Uruguay no hay estrellas, salvo Natalia Oreiro, me sorprende positivamente. Nadie cag… más abajo ni más arriba que nadie. En Argentina la gente se olvida de eso. El star system argentino es muy pedorro y muy creído. Y ya no quedan figuras. Mirá lo que pasa con Ángel De Brito, por ejemplo. Lo que hace como conductor del Cantando es horrible. ¡Horrible! Lo que tiene de genial él es cómo pregunta y cómo maneja a las minas esas de su otro programa. Pero no sirve para un gran show”, aseguró Arias.
En otra parte de la charla, Ronnie habló de su pésima relación con Ernestina Pais, con quien compartió la conducción de Mañanas Informales. ¿Qué tan mal la pasó? “¿Del 1 al 10? ¡9,5! Eran ‘Mañanas Infernales’. Engordé 15 kilos. Llegaba a las 8 de la mañana y me ponía a tomar fernet. Ernestina pensó que me iba a poder manejar y que yo iba a pasar a ser un personaje como El Payaso Mala Onda. Me decía: ‘Hablá de moda que es de lo único que sabés’. Yo puedo manejar la política, lo policial... El problema fue que se murió Jorge (Guinzburg), que era el que tenía los roles definidos. Era toda una situación de mierda. Uno no elige a sus compañeros, salvo que sea (Marcelo) Tinelli o Susana (Giménez)”, recordó.
No obstante, Ronnie aseguró que también tuvo muy buenos compañeros, como fue el caso de Juan Castro. Pero negó haberse enamorado de él. “Era demasiado lindo. Él era para marido, no para cog… Cuando yo trabajo con alguien, se me apaga el sexo. El secreto para hacer una buena pareja de conducción es verle los hilos al otro y, cuando le ves los hilos a alguien, ya no te calienta. Por ejemplo, yo a Fernando Peña le conocía todos los hilos y ahora cuando lo veo a (Sebastián) Wainraich, veo todo lo que absorbió de Peña. Wainrach es genial y hace el mejor programa de radio del momento, pero le veo los hilos de Fernando”, explicó.
Y luego detalló cómo había sido su relación con Peña. “Era la persona más mentirosa con la que yo trabajé en mi vida. Él contaba su infancia y era la de Elizabeth Vernaci. Contaba que cog… con minas y era algo que había contado yo. Era un mitómano. Por eso podía hacer todo eso que hacía. Agarraba un estereotipo, lo exprimía y hacía magia. El nivel de locura que tenía era increíble. Cuando yo tuve éxito en Kaos, él se puso celoso y denunció en Intrusos que yo le había robado $40. Lo que había pasado era que lo habíamos ido a buscar al Sheraton, estaba recontra pasado, había pedido un gin tonic y le había dado $40 de propina al mozo de lo borracho que estaba. Él contó que se conoció con Juan Castro haciendo picadas por Panamericana. ¡Y Juan Castro nunca supo manejar! Fernando era adorable, un nene. En la última época de su enfermedad dejamos de vernos y sólo hablábamos por teléfono. Tenía el nivel de agresión de una persona que se estaba yendo y yo no lo podía tolerar. No me pude despedir, pero nos despedimos tantas veces…”, confesó.
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