“La mentira está presente siempre en nuestra vida y el que diga que no, está mintiendo”, dice Claribel Medina sobre el espectáculo vía streaming que presentará el 15 de noviembre. En Mentiras Piadosas la actriz se anima a repasar su vida con una cuota de humor, pero también haciéndose cargo de su propia historia con un monólogo único en el que le hace frente a todo. “Mentí millones de veces”, revela.
Además, acompañada por su perro Caribe que se suma a esta entrevista con Teleshow, la comediante habla de la relación con su hija Agostina Alarcón y cómo fue la decisión de encarar juntas el Cantando 2020.
Tras asumir públicamente su adicción al alcohol, Claribel dice: “Cada uno resurge desde donde puede” y cuenta que logró perdonarse por esa etapa de su vida. “Elijo vivir, amar y seguir”.
—¿Has sido muy mentirosa en la vida?
—Mentí millones de veces y, otras veces, no sé si mentí o dije la verdad de lo que yo sentía. De ahí nace este monólogo muy complejo que trata sobre la mentira. A veces sí, a veces no. He sido mentirosa conmigo misma. ¡Cuánto hay de engañarse a uno mismo para llegar a un lugar! Es una defensa del ser humano. No creo que la mentira sea buena, pero a veces uno se ve envuelto en situaciones en las que te ponés a la defensiva y a partir de ahí creás una propia realidad. Además, le sumé al espectáculo una cosa que tiene que ver con los mandatos. En mi caso los mandamientos, porque mi familia era muy religiosa.
—¿Qué quedó de esa nena de una familia de fe?
—La fe. Amo la fe, creo en ella. Me ha costado mucho volver, no te miento, pero es la fe la que siempre me salva. La fe en la vida, en el otro, en el amor. Aceptar que no somos iguales y hacer un stop de silencio para mirar al otro. Si me callo la boca y escucho un momento lo que el otro piensa, aparece algo de verdad en la vida. Me da la esperanza de que este mundo va para adelante. Si me parara en otro lugar, este momento que estamos viviendo no lo comprendo, sería un lugar oscuro y negativo. Elijo pararme donde pienso qué me ofrece el otro.
—Hablabas de la fe en el amor y ya van casi cuatro años de noviazgo, ¿cómo anda esa relación?
—¡Mirá que se pudo haber roto la situación en esta pandemia! Convivir y no saber para dónde vas. El Negro es un compañero enorme, un hombre muy silencioso (risas), la que habla soy yo. Hay un acuerdo también, ¡ojo! por momentos no nos damos ni bola. La cuarentena te obliga a esta cosa de las 24 horas por día. Acá nos encontramos cuando queremos. Inclusive, hicimos citas dentro de la casa.
—¿Cómo fue eso?
—Con el laburo y la supervivencia era como cada uno tiene la maquinita y trabaja en la maquinita, y busca y escribe, compone, toca, y el otro va, rasga una pared, porque ya saben todos que es constructor. De golpe llega un mensaje y dice: “¿Nos vemos el sábado a las 9 PM? ¿Qué cenamos?” “Una cita en el comedor de arriba o en la terraza del fondo.” Y bueno, empezamos a encontrar como una especie de juego en eso que yo le encontré muchísima gracia, esta cosa de decir, y yo preguntaba, por decir, “¿Llevo el perro?” Es un juego. Bueno, tal cosa. Ok. “¿Y querés que lleve helado?” Entonces eso empezó a ser una especie de juego de citas adentro de la misma casa.
—¿Te arreglaste para la ocasión? ¿Quién originó el juego de citas?
—¡Más vale! Él. Un día se fue a trabajar y tiró: “Hace mucho que no te veo, ¿Querés que nos encontremos el sábado?” Esa cita fue fracasada porque yo estaba de mal humor. Contesté “sí” la primera vez y después dije “no, no voy a ir nada”. Entonces, dije “perdón, perdón ¿nos encontramos el lunes a las 23:30?” Se fue buscando cuál era el tiempo de cada uno en medio de la pandemia.
—¿Hay baile en las citas y final con besos?
—Puede empezar por ahí. Lo dejo a tu discreción. No somos tanto de bailar, somos de escuchar mucha música, de reírnos mucho, de tocar instrumentos juntos. Va apareciendo una relación que es hermosa, que se va proyectando según lo que cada uno siente.
—Algo muy divertido de esta historia es que cuando se conocieron él no sabía que vos eras famosa y no te creía..
—Es gracioso, hay una realidad aparte que los demás no sabemos. Hay gente que realmente no sigue las redes sociales, ni la televisión, ni las figuras públicas. Hay figuras que son híper famosas. Uno sabe que si mencionas a Susana Giménez o Mirtha Legrand es inevitable que las conozcas, pero hay otros personajes dentro de la cultura que la gente que no sigue la historia televisiva…
—No tiene por qué conocerlas.
—No tenés por qué. Lo genial fue esa aparición verdadera, única de decir “pero, ¿en qué series trabajaste?” y dejar al otro como diciendo “mirá, la verdad…”, porque te nace humildad, decirle al otro “algunas novelas hice, Los Roldán”, y el tipo no sabía qué era Los Roldán. “Cuestión de peso”, “Ah, he oído mencionar ese programa”, “Bueno, yo conducía”, “Mentira”. Hasta que pasó a segundo plano porque esto fue el primer fin de semana de encuentro. Después, en Córdoba ve un cartel gigante de un espectáculo que era Los Corruptelli, se baja del colectivo y ve los carteles y dice “ah caramba”.
—¿Cómo está ese orgullo de mamá con tu hija ahora que comparten el Cantando?
—Es fuerte porque recibís millones de críticas. Cuando me llaman para hacer Cantando 2020, lo primero que tenía que preguntarle a mi hija era “¿vos realmente querés cantar conmigo dadas las circunstancias que hemos vivido juntas?, ¿te vas a sentir cómoda?, ¿vamos a ser felices?” Fue una charla previa, hermosísima, donde ella dijo que le encantaría y le dije: “Cuando entremos a ese mundo es un mundo aparte, de fantasía, en el cual vamos a recibir una devolución que por ahí te duele, nos moviliza”, ¡qué sé yo! Hablamos mucho sobre cómo encararlo y lo que nos pasó a las dos es que teníamos ganas de hacer algo juntas y felices.
—¿Y cómo la están pasando?
—Ahí viene el tema. Una cosa es lo que uno sueña y otra cosa es la realidad. La primera devolución, que fue Amor a la mexicana, entramos felices, re chochas y nos fuimos re contentas porque hicimos un buen papel. Después, empieza una realidad que no te pertenece que es la opinión de afuera y cómo crecés desde ahí. Desde ese lugar, nos nació una nueva propuesta de pensar hacia dónde queríamos encarar este camino. Somos dos generaciones muy distintas y dos actrices muy distintas. Tomamos este proyecto como un crecimiento personal, no como un proceso de competencia sino de creatividad. Estoy muy contenta con que esta sea la decisión.
—¿Cómo te parás frente a las devoluciones? Debe ser difícil recibir críticas al trabajo de uno, no me imagino cuando te tocan a una hij
—No quise pararme en ese lugar porque perjudicaría a Agostina. Una madre también podría decir “me achico para darle lugar a ella”, como cuando alguien pide perdón. Pero pensé que eso no era correcto, no me puedo achicar ante una hija artista porque, si lo hago, no le doy vuelo y ese es el poder de nosotras dos pase lo que pase. Uno diría “pero Claribel, ¿vos tomás Cantando 2020 como una terapia?” No, no es que lo tomo como una terapia, pero estamos ahí juntas y lo mejor es que la pasemos bien.
—Que así sea...
—Ya hay parejas favoritas que llevan un montón de tiempo. Hay algo que tiene que ver con relajate y brillá desde el lugar que la vida te está regalando. Aprovecho esta experiencia para sobrevivir en una comunión familiar y artística. Mi mirada hacia mi hija es de agradecimiento y de luz. Quiero ser honesta con esto. Estuvo, con la Bomba Tucumana y Tyago (Griffo), una persona (Rodrigo Tapari) que habló de la adicción. Cada uno resurge desde donde puede y esa es la única verdad. Resurgir desde donde podés, amar desde donde podés y perdonar desde donde podés. Aunque me crucifiquen y me digan cualquier cosa, me tocó vivir ésta y me la banco, pero esas dos mujeres que crié, son dos verdades, dos luces. Mi sensación es que, no importa lo que pase, vibraré eternamente sobre esas dos luces, aun cuando me equivoque.
—Sé que sufriste mucho y fuiste muy valiente contando tu historia, ¿pudiste perdonarte?
—Sí, me perdoné. No es que no me duela, me sigue doliendo, pero elijo no ponerme en el lugar de víctima. Elijo vivir, amar, seguir. No importa. Las redes sociales te pueden decir “vieja borracha”...
—¿Eso te han escrito en las redes sociales?
—Sí, “vieja borracha”. Es una frase que una vez le contesté a un pibe tratando de explicarle que alguien de su familia puede tener este dolor.Trabajo para ayudar a todo el que me escribe.
—El hecho de hacer pública tu historia ayuda a gente que puede estar pasando por una situación similar pero, también hay mucha impunidad en las redes y los comentarios que se reciben. Fue de una gran valentía lo que hiciste
—Por eso me di de baja de Twitter, porque elegí ayudar, no recibir insultos. Entonces, aquello que hace daño lo corrí y me paro en los lugares que tienen que ver con el amor, pase lo que pase. Cualquier persona que se me acerque sabe que tiene mi mano para que yo se la dé y la puedo llevar a donde sea que quiera que la lleve. Ya lo he hecho. Aquel que esté escuchando sabe que si me escribe yo tomo su mano y lo llevo a donde lo tengo que llevar.
—¿Te ha pasado literal tener acompañar gente a una reunión?
—Sí claro, sí. Yo he llevado a mucha gente.
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