Los problemas de salud mental serán la principal causa de discapacidad en el mundo en 2030. Una de cada cuatro personas tendrá un trastorno mental a lo largo de su vida. Los datos arrojados para la población mundial de la Confederación Salud Mental de España cierran con una estadística que alarmaría a cualquier madre o padre: el 50% de los problemas de salud mental en adultos comienzan antes de los 15 años, y el 75% antes de los 18. Los números fríos se convierten en monstruos que acechan cuando la personalidad de la persona se está desarrollando y se agigantan aún más, cuando van acompañados de fama, dinero y una cámara que todo lo graba, en pantallas que todo lo muestran.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se le llama salud al “estado de completo bienestar físico, mental y social”, y no sólo a la ausencia de afecciones o trastornos. Por lo tanto, la definición de “salud mental” está ligada directamente con la promoción del bienestar físico y psíquico, y en eso se basa también “la prevención de trastornos mentales y el tratamiento y recuperación de las personas con problemas de salud mental”. No tiene nada que ver con ser nervioso, cambiante, con estar triste o con reaccionar mal, tener un problema de salud mental es algo que debe tratarse y que los artistas sufren como cualquier ser humano. La diferencia es que sus vidas están expuestas constantemente y cuando sus carreras se ven afectadas, enseguida se convierten en protagonistas de una pesadilla apta para todo público.
Alguien que ha sufrido frente a las cámaras es Demi Lovato. Era una nena cuando apareció en la tv norteamericana como parte del staff de Barney y sus amigos. Fue protagonista de dos producciones de Disney y sacó su primer disco en 2008. A los diez era una niña prodigio y a los 18 entró por primera vez en una clínica de rehabilitación por su adicción a las drogas. Tuvo otros diagnósticos además de la adicción, que van desde trastornos alimentarios hasta trastorno bipolar. Mientras a la vista de todos crecía, engordaba, adelgazaba, se enamoraba y se separaba, Demi también maduraba y hoy con 28 años es una activa militante por el cuidado de la salud mental. Aprendió a aceptarse a sí misma y ayuda a otras personas que lo necesitan.
Be Vocal: Speak Up for Mental Health es el nombre de la organización que lidera Lovato y que anima a las personas a compartir sus historias de enfermedades mentales. Como oradora en diferentes eventos de esta iniciativa, reconoció haber tenido pensamientos suicidas desde los siete años y también haberse ocasionado autolesiones cuando era una adolescente y abusaba del alcohol. En una entrevista con la revista Elle en 2015, se abrió y explicó: “Sabía desde muy joven que algunos de mis comportamientos eran un problema. Cuando era bulímica, sabía que era un problema. Cuando era anoréxica, sabía que era un problema. Pero no estaba en condiciones ni siquiera de dejar de fumar por mi cuenta”. Fue en 2010 que abandonó la gira de sus entonces amigos los Jonas Brothers y decidió abocarse a su recuperación.
“Cuatro de cada diez personas con enfermedades mentales reciben ayuda. Tienes que preguntarte sobre las otras seis”, decía Lobato después de contar que cuando le dijeron que era bipolar sintió un gran alivio. “Cuando me diagnosticaron, volví y les conté a mi jefe, mis padres y mis amigos más cercanos. Ya sé por qué me portaba así de mal”. En Be Vocal, la cantante apoya un programa que brinda atención de salud mental a personas que normalmente no podrían pagarlo. La exposición que tanto la afectó en su momento la terminó usando a su favor: “Entrar en rehabilitación mientras estás en Disney Channel fue como si todo se magnificara, me convertí en el centro de atención. Era todo un titular. Y no pude evitarlo. Así que pensé 'puedo usar esto para ayudar a otros’. Y eso es lo que hice”.
Otra talentosa que había ido modificando su comportamiento frente a la vista de todos, pero algunos años antes, fue la cantante irlandesa Sinéad O´Connor. Todo empezó a ponerse raro cuando el 3 de octubre de 1992 rompió una foto del entonces Papa Juan Pablo II ante millones de televidentes de Saturday Night Live. El clásico de la comedia es uno de los pocos programas en vivo de la televisión estadounidense y sus responsables no tenían idea de que iba a terminar así su show, de modo que terminaron disculpándose. En una carta abierta, la artista intentó atajar el rechazo que empezó a recibir de ahí en más: “Mi nombre es Sinéad O’Connor. Soy una mujer irlandesa. Y soy una niña de la que abusaron. La única razón por la que abrí la boca para cantar fue para poder contar mi historia y para asegurarme de que alguien la escucharía”.
A partir de allí, con una carrera irregular, pero con el talento intacto, Sinéad fue noticia por convertirse al Islam, por perder la custodia de uno de sus hijos y por desaparecer por un día en el que casi la terminan dando por muerta. El 3 de agosto de 2017, O’Connor se grabó en una habitación de hotel en un video de 12 minutos. Estaba en Nueva Jersey, sola, y explicó: “No hay absolutamente nadie en mi vida excepto mi médico, mi psiquiatra, el hombre más dulce del mundo, que dice que soy su héroe, y eso es lo único que me mantiene con vida en este momento. ... Y eso es algo patético. Toda mi vida gira en torno a no morir y eso no es vivir. Y no voy a morir, pero, aun así, esta no es la forma de que la gente viva”.
“No me mantengo viva por mí. Si fuera por mí ya me habría ido derecha hacia donde mi madre, porque he caminado por esta Tierra durante dos años sola como castigo por estar mentalmente enferma y muy enojada porque nadie se haría cargo de mí, específicamente por tener tendencias suicidas”, decía en el video mientras lloraba. En la actualidad se hace llamar por su nombre musulmán Shuhada Sadaqat, y a los 53 años sigue batallando con sus problemas y le sigue buscando la vuelta a su trastorno límite de la personalidad, una afección mental que se caracteriza por un patrón continuo de estados de ánimo y comportamientos inestables.
Sin ir más lejos, el jueves de esta semana pidió en Twitter que la ayudaran a conseguir comida a domicilio: “He estado viviendo en secreto con un caso de baja autoestima aguda relacionado con un trauma físicamente paralizante durante los últimos años y meses y semanas y últimamente no estoy comiendo porque me ha vuelto tan agorafóbica que no puedo ir a las tiendas. Y me muero de hambre”. Finalmente, sus seguidores la ayudaron y se manifestó feliz de haberse alimentado por fin.
La psiquiatría se mueve en un terreno fronterizo donde no hay blanco y negro, no hay enfermedad y curación, sino grises en los que la recuperación y la recaída son cuestiones del día a día. En el caso de Brian Wilson, fundador de los Beach Boys, su último brote de 2019 lo obligó a posponer algunos shows de su último tour. La explicación que dio dentro del comunicado de rigor fue clave, se sentía “mentalmente inseguro” y se iba a dedicar a “descansar, recuperarse y trabajar con los médicos”. Luego sí iba a estar listo para retomar su Pet Sounds & Greatest Hits.
Wilson tiene 78 años y lleva más de 50 lidiando con un trastorno bipolar y una depresión maníaca leve. En 1984 fue diagnosticado como un esquizofrénico paranoico, luego de que los médicos encontraran evidencia de daño cerebral por el uso prolongado y excesivo de drogas psicodélicas como el LSD. “No es ningún secreto que he estado viviendo con una enfermedad mental durante muchas décadas. Hubo momentos en los que era insoportable, pero con los médicos y los medicamentos he podido vivir una vida maravillosa y saludable y productiva con el apoyo de mi familia, amigos y fans que me han ayudado en este viaje”, le dijo el músico a Forbes el año pasado. Sin vueltas, el artista se abrió: “He estado luchando con cosas en mi cabeza y diciendo cosas que no quiero decir, y no sé por qué. Es algo con lo que nunca me he enfrentado antes y no podemos resolverlo todavía”.
No sin algunas dificultades, Brian Wilson pudo avanzar a través de las décadas y ha llegado a la tercera edad haciendo música. En el caso de Britney Spears todo parece acelerarse y complicarse cuando todavía le faltan unos meses para cumplir 39 años. Hay tazas que tienen estampada la frase “Si Britney sobrevivió al 2007, vos también podés”. ¿Qué había pasado? Ese año, la pop star se fue a tatuar después de raparse la cabeza. “No quiero que nadie me toque la cabeza. No quiero que nadie me toque la cabeza. Estoy harta de que la gente toque mi pelo”, dijo la tatuadora que la rubia repetía cuando entró con la cabeza como una rodilla. Según su ex manager Sam Lufti, Spears buscaba borrar pruebas de su consumo de speed. De esas que quedan en el cuero cabelludo.
Lo cierto es que fue raro, ella se arrepintió al ratito y ahí empezó a protagonizar una serie de hechos desafortunados que terminaban con esa temporada de rubia rica y reventada que había protagonizado junto a Lindsay Lohan y Paris Hilton para beneficio infinito de paparazzi y curiosos. Entre un trastorno de ansiedad y un trastorno bipolar, el desorden está y por eso a pesar de ser una adulta sigue bajo la tutela de su padre y perdió la custodia de sus hijos aunque tiene derecho a verlos. Hace un tiempo, sus fans movilizaron la campaña #FreeBritney para que ella pueda hacerse cargo de su propia vida, pero ella no se pronunció al respecto. La rubia no quiere estar bajo el ala de su padre, porque prefiere que su hermana se haga cargo de su fortuna y de sus decisiones, porque sabe que sola no puede. Por ahora, las cuestiones legales seguirán su curso mientras Britney se muestra en su cuenta de Instagram errante, con el maquillaje corrido, bailando como una niña, enamorada de su novio. Sus seguidores la ven rara, pero ella asegura que está feliz.
El desequilibrio mental a veces se traduce en comportamientos realmente extraños. Uno de los más llamativos fue seguramente el protagonizado por Kanye West cuando el 4 de julio se postuló como candidato a presidente de los Estados Unidos y a las dos semanas se bajó. El fugaz apoyo que tuvo lo perdió de igual manera después decir en Forbes que las vacunas para el COVID-19 “llevan la marca de la bestia” y que proyectaba un modelo organizativo de la Casa Blanca basado en el país ficticio Wakanda, de la película Black Panther. El rapero de 43 años fue diagnosticado con trastorno bipolar en 2016 y es bastante reacio a tomar medicamentos.
Su esposa, la archifamosa Kim Kardashian dijo públicamente que le preocupaba que West pudiera estar pasando por un período maníaco. En una entrevista de 2019 para la revista Vogue, Kardashian reveló que a su esposo le había costado aceptar que tenía trastorno bipolar y que se justificaba diciendo que sus problemas de comportamiento radicaban en la falta de sueño. “Como muchos ya saben, Kanye tiene un trastorno bipolar. Cualquiera que lo padezca o tenga un ser querido en su vida con la enfermedad, sabe lo complicado y doloroso que es. Nunca he hablado públicamente sobre cómo nos ha afectado, pero siento que debería comentarlo debido al estigma y las ideas erróneas sobre la salud mental”, dijo Kim y a pesar de los rumores de separación sigue al pie del cañón, mientras su esposo busca la manera de sentirse mejor.
Las enfermedades mentales tienen muchos orígenes y estadíos, algunas comienzan en la infancia, otras se desatan en la adultez, pueden tener un motivo desencadenante o simplemente despertarse sin un sentido aparente. El caso de Ariana Grande es de esos que se pueden leer a la distancia: sufre de estrés postraumático desde el ataque terrorista del que fue protagonista. Sucedió en medio de uno de sus shows, en Manchester, el 22 de mayo de 2017 cuando murieron 22 personas. Luego del shock, irrumpieron en la vida de la cantante la ansiedad y la depresión, que la frenaron a seguir actuando por un tiempo.
Le pasó en Amberes, Bélgica, cuando suspendió la fecha y se disculpó en redes: “Es momento de ser honesta. Últimamente, mi depresión y mi ansiedad han estado en su punto más fuerte. He estado dando todo de mí y tratando de dejar estos problemas a un lado, pero no puedo esconderlo más. No quiero que nuestro encuentro sea algo rápido o parecer inestable o incómoda. Me gusta pasar tiempo con ustedes, pero hoy no soy capaz de dar lo mejor de mí. Desearía poder controlar estos ataques, pero como cualquier persona que sufre de esto sabe, no es posible”. Ariana pidió ayuda profesional y también decidió tomar el toro por las astas y convertir su dolor en algo positivo.
Así como Demi Lovato, Ariana Grande transformó su tristeza en solidaridad. Después de lo que le tocó vivir, fue a ver a los afectados que estaban en los hospitales, fue nombrada Ciudadana de Honor de Manchester y organizó un concierto benéfico en el que juntó a grandes figuras de la música. Gracias a ese evento llegó a juntar tres millones de libras para la fundación de ayuda a las víctimas y familiares del atentado. En 2018 le dijo a la revista Vogue: “Es difícil hablar porque muchas personas han sufrido una pérdida muy dura y tremenda, pero sí, el estrés postraumático es real. Creo que nunca sabré cómo hablar de esto y no llorar”.
Sus relaciones personales tampoco han tenido un impacto positivo en su salud mental. Primero se separó del rapero Mac Miller, por culpa de las adicciones de este. Después se puso de novia con el humorista Pete Davidson, que sufre de trastorno límite de la personalidad. Todo se puso peor cuando Miller murió por sobredosis, Davidson no fue muy protector con Ariana e incluso terminó haciendo chistes con lo del atentado en Inglaterra. Entrevistada por la cadena británica BBC One, la cantante dejó en claro que va mejor (está por sacar un nuevo disco), pero que le cuesta: “En mi caso, he tenido altibajos muy pronunciados, episodios en los que soy consciente de que me está saliendo todo bien y en los que no hay ni rastro de esa ansiedad… Pero luego ocurre cualquier cosa y me quedo hundida durante un par de días”. ¿Quién dijo que es fácil?
Líneas de acompañamiento, apoyo y orientación en salud mental en contextos de cuarentena en Ciudad de Buenos Aires. Teléfonos: 4863-8888/ 4861-5586. Horario de atención: lunes a viernes de 8 a 20 horas. Para toda la provincia de Buenos Aires, Subsecretaría de Salud Mental, consumos problemáticos y violencias en el ámbito de la salud 0800-222-5462.
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