Todos tenemos en nuestra memoria una escena determinada que nos hizo llorar o erizar la piel. Son aquellas historias que tocan algunas fibras íntimas que provocan la explosión de nuestras emociones y sentimientos. Les proponemos un recorrido por algunas escenas que generaron todos esos sentimientos. Alerta Spoilers (aunque se trata de grandes clásicos del cine de Hollywood).
Toy Story 3
“Adiós vaquero…” es la frase con la que Woody, el juguete más amado por Andy, se despide para siempre de su dueño. La escena final de Toy Story 3 es una punzada al fondo del corazón de todos. Un resumen perfecto sobre lo que es crecer y despedirse de la niñez, como el recuerdo más hermoso, puro e inocente que tengamos jamás. El grupo de juguetes de Andy, comandado por el vaquero Woody y Buzz Lightyear, son donados a una nueva dueña porque el adorado niño que los amó durante tantos años creció e irá a la Universidad. Una escena de despedida, duelo, nostalgia y emociones que es imposible que no broten infinidad de lágrimas de nuestros ojos.
Los Puentes de Madison
Es tal vez una de las mejores película de Clint Eastwood. La historia de amor entre Francesca (Meryl Streep) y Robert (Eastwood) envuelve todos los condimentos: la pasión, la culpa, el adulterio, el despertar y el resurgimiento de sentimientos dormidos. Una clásica mujer italiana que vive en una casa campestre, ama de casa, madre de dos hijos y esposa de un hombre al que quiere y respeta. La llegada inesperada de un fotógrafo al umbral de su casa, dará vuelta su mundo y la hará preguntarse si vale la pena tirar todo por la borda y huir con él. La escena final en la que ella lo mira por el retrovisor del auto mientras Robert aguarda bajo la lluvia que regrese para irse juntos, es otra de las partes más desgarradoras del cine que quedará en la retina de todos para siempre.
Titanic
El conflicto amoroso de Titanic es el clásico que hemos visto hasta el hartazgo en la televisión y en el cine: La chica adinerada (o con la obligación de serlo), cansada de los mandatos de clase se enamora del chico bohemio lleno de ideales que solo puede ofrecerle su amor, pero nada de dinero. Rose (Kate Winslet) es la princesa de esta historia mientras que Leonardo Di Caprio le da vida a Jack. Así, el hundimiento del transatlántico pasa a un segundo plano porque lo que el espectador desea fervientemente es que Jack y Kate se salven y vivan juntos forever and ever. Pero James Cameron (director del film) nos regaló una escena antológica en la que Rose intenta sobrevivir a las heladas aguas del Atlántico sobre una madera, mientras que Jack se queda cuidándola con el cuerpo sumergido del mar. La despedida de estos amantes (y las demás teorías si entraban o no los dos en la madera) es un grito desesperado por lo que no fue, por la experiencia frustrada y por un amor que queda en el fondo del mar. El corazón se estruja cada vez que vemos esta parte y deseamos que nunca hubiese sucedido.
Coco
El film animado de 2017 contaba la historia de Miguel, un niño mexicano que desea ser cantante y durante el festejo de Día de los muertos “ingresa” al mundo donde viven todas las personas fallecidas. Su bisabuela Coco es la hija de un cantante, Héctor, que pasó al olvido de la familia porque pensaron erróneamente que los había abandonado. La escena que recrea el regreso de Miguel al mundo de los vivos al lado de su querida Coco y juntos entonan “Recuérdame” (una de las canciones más emotivas de los últimos tiempos) es de aquellas que nos erizan la piel. El miedo al olvido, la muerte que acecha y la necesidad de formar y pertenecer a una familia son el combo perfecto para que nos emocionemos y lloremos sin parar.
Cinema Paradiso
Cómo no llorar de principio a fin con esta película italiana. Totó (Salvatore Cascio) es un niño que vive en un pueblito donde la única diversión es ir al cine al famoso “Nuovo Cinema Paradiso”. Allí trabaja como proyectista, Alfredo, un hombre que no tuvo hijos y se encariña con este pequeño que lo ayuda en su labor. Elegir sólo una parte resulta injusto, pero Giuseppe Tornatore (director) se encargó de que desatemos un tendal de lágrimas al final cuando nuestro añorado Totó regresa al pueblo ya adulto y cineasta consagrado. El hombre se sienta en el cine para ver todas aquellas escenas que habían sido censuradas cuando era pequeño, que incluían besos, las lágrimas le brotan a este niño ya crecido que lleno de nostalgia por el pasado hace que desde nuestros asientos lloremos con él. Y con la música impecable del genio de Ennio Morricone que hace que lloremos sin parar. Porque la magia del cine nunca debe desaparecer.
La sociedad de los poetas muertos
Los 90 fueron años de producciones cinematográficas que nos conmovieron hasta la médula. El film protagonizado por Robin Williams es uno de estos ejemplos. El profesor de literatura John Keating, enseña en un selecto colegio de varones que son pupilos y en su mayoría pertenecen a la clase alta. Es este hombre quien les hace descubrir un mundo diferente sin tantas reglas ni mandatos sociales y familiares y los empuja a disfrutar el día “Carpe diem” (la frase en latín que les otorga para que la utilicen en su nueva vida). Es otra de las películas que nos hace llorar en varios fragmentos pero el final es un resumen de todo lo que vivimos a lo largo del film: los alumnos se suben a su pupitre uno por uno despidiéndose de su amado profesor y declamando “Oh Capitán, mi capitán”, como una especie de homenaje al hombre que les dio las mejores herramientas para ser felices.
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