Asegura que está en su mayor momento de exposición y eso no lo inquieta. Entiende cómo se maneja la televisión y su única prioridad es resguardar la intimidad de su familia monoparental. Germán Martitegui es padre de Lorenzo y Lautaro, quienes nacieron con seis meses de diferencia y a través del método de subrogación de vientre.
En una entrevista exclusiva con Teleshow, el prestigioso chef habla de la única condición que le puso a la producción de Masterchef Celebrity para ser parte del jurado -junto a Damián Betular y Donato de Santis-, qué analizó antes de aceptar y los miedos que se le presentaron para poder seguir con la rutina y crianza de sus hijos. Además, su relación con los participantes y por qué lo ven como el más estricto del certamen.
—¿Cómo viviste la primera semana de Masterchef Celebrity?
—Tengo la sensación de que es el programa que hacía falta en este momento y eso me pone muy feliz. Cuando no estás haciendo televisión, o no sos de este rubro, y escuchás que la televisión es un trabajo esencial pensás: “¿es así?”. Y ahora, que veo la respuesta de la gente que está en su casa hace meses y que se está divirtiendo, me llena de alegría el corazón.
—Por lo que viste hasta ahora, ¿qué opinás de los participantes? ¿Alguno te sorprendió más que otro? ¿Venías con alguna expectativa?
—Yo vivo adentro de una burbuja de la cocina. No veo lo que pasa en ese momento, así que para mi son todos bastante desconocidos. No tenía ninguna expectativa, sí tenía un poco de miedo de cómo iba a ser mi relación con alguien tan famoso que sabe hacer muy bien otra cosa que yo no sé hacer. Pero me parece que nos llevamos muy bien. En el set hay muchísimo respeto y también emociones. Cuando estás parado en una tarima y juzgás lo que hace otro, evidentemente estás en una posición de superioridad. Primero, porque sabés más, y después porque decidís quién pasa a la próxima rueda. Es algo hay que manejar con mucho cuidado, porque también por lo que he visto es gente muy sensible.
—¿Y cómo reaccionás vos ante esa sensibilidad de algunos participantes?
—No sé si voy a modificar mi actitud en el futuro, pero me tomé muy en serio esto de que soy un jurado y que no los quiero ni ver. No quiero tener contacto con ellos porque evidentemente son todos muy entradores. A ver, me dan ganas de ir a comer con ellos porque son todos muy divertidos, pero pero me tomo en serio el trabajo que estoy haciendo. Quiero ser imparcial y no quiero que nada me saque de eso. Y la verdad es que la paso mal porque a veces ellos están divirtiéndose en otro lado y yo, con Damían y Donato estamos sentados en otro sector, aislados, sin que nadie influencie al jurado, como si fuéramos la Corte Suprema. Pero ya habrá tiempo para conocerlos un poco más.
—O sea que no hay vínculo detrás de cámara.
—El coronavirus tampoco ayuda. Las veces que nos cruzamos fuera del aire estamos con barbijo y máscaras protectoras. Tampoco nos acercamos porque se mantiene la distancia social. Está todo preparado para que yo no pueda tener contacto con ellos. Cuando me ven de lejos, me gritan. Yo los saludo, pero no hay forma de interactuar con ellos.
—¿Qué te genera que en las redes, y también entre los participantes, se te vea como el jurado más estricto?
—(Risas) Aunque mucha gente no lo crea, yo no hago un personaje. No soy actor. Yo reacciono a cómo soy. Y lo van a ver en el programa. Mi personaje va a evolucionar. Este es el tercer tipo de Masterchef que hago. Empecé con el muy estricto, que era el de los amateurs, y después pasé al de los chicos, en donde tuve que aprender todo otra vez porque al chico le hablás desde el lado positivo, son muy sensibles. Aprendí a dirigirme a ellos de otra forma. Y terminé llorando con ellos. Jugaba a la mancha con todos los chicos y la producción me decía “comportate”. Y esto va a evolucionar de otra manera supongo, pero empecé así y probablemente me vaya soltando porque no estoy en un concurso de cocina profesional. Voy a empezar a juzgar otras cosas. No quiero adelantar nada, pero ese personaje de malo va a seguir siendo estricto pero va a empezar a tener una relación mas humana con los participantes. Van a estar las dos cosas.
—Decís que no sos un personaje. Entonces, cómo es Germán Martitegui cuando termina la grabación de Masterchef y regresa a su casa?
—Ahora fue un shock porque estamos grabando muchísimas horas y casi no veo a mis hijos. Venía de verlos todo el día, de trabajar desde casa y verlos casi todo el día. Entonces, lo primero que hago cuando llego es pasar tiempo con ellos. Se duermen a las 22 y yo vuelvo a las 20:30, trato desesperadamente pasar una hora con ellos. Y cuando se duermen miro Masterchef Celebrity porque no sé cómo lo van a editar, tampoco sé qué hablaron los demás, así que estoy tan enganchado como todos. Me acuesto a las doce y vuelvo a trabajar al día siguiente.
—¿Cómo te manejás estando tantas horas afuera de tu casa, con ellos tan chiquitos?
—Los despierto y los acuesto yo todos los días. Si me pierdo algo de eso me pongo muy mal. A la mañana trabajo mucho desde casa: estoy haciendo cosas de mi restaurante Tegui, y estoy editando material de Tierra, un proyecto de viajes. Trabajo un ratito, hago un zoom, o mientras estoy en una charla en la que me puedo distraer, la escucho con auriculares mientras juego con ellos. Así que ahora podrían estar acá, por ejemplo. Uno se las va arreglando.
—Pensando en ellos, ¿qué analizaste antes de aceptar de ser parte de Masterchef Celebrity?
—Pensé mucho porque mi única referencia con famosos era un programa de otro canal y le dije (a la producción): “Tengo una vida muy privada y no tengo ganas de estar metido en conventillos”. Y ellos me aseguraron que esto iba a ser completamente distinto. Me daba miedo por mis hijos. Una cosa es haber hecho un programa que iba solo los domingos y otra cosa es estar todos los días en la televisión. Es mega exposición. Lo que sí me pregunté fue “¿cómo va a afectar a mis hijos esta súper exposición? Por ahí no podré ir más a una plaza”. Pienso esas cosas, como alguien que no sabe lo que va a pasar.
—Hay gente que te ve como el “malo” de Masterchef Celebrity pero después te ve con tus hijos y piensa que sos un dulce. ¿Cómo se mantiene esa especie de doble imagen?
—Me llama la atención que me digan “malo”. La gente puede tener la percepción que quiera, pero creo que me emociono tantas veces con algo que me gusta como me enojo: si vos contaras cuántas veces me emociono o me alegro, es la misma cantidad de veces que me enojo. Lo que pasa es que cuando me enojo, me enojo como lo que soy, una autoridad de lo que estoy haciendo.
—¿Quién es Germán Martitegui? ¿Cómo te definirías?
—Nunca pensé que iba a decir esto, pero primero soy padre y después todo lo otro. (La paternidad) te cambia todo, tu ego y tu trabajo pasan a un segundo plano. Estoy en esa: hoy en día Germán Martitegui es un papá que tiene un restaurante en un sector que la está pasando muy mal como la gastronomía y encima empezó a hacer televisión y todo el mundo está hablando de él.
—¿Y cómo te llevas con el hecho de que se hable tanto de vos?
—Este es mi quinto Masterchef. Siempre recibí 99 por ciento de cariño de la gente, mucho afecto. Y eso sigue pasando. De cada 100 mensajes, 99 son con mucho cariño o haciéndome chistes. Lo que pasa es que ahora cada participante tiene una hinchada: “No te metas con el Mono (de Kapanga), no podés venir más a Quilmes”, “No te metas con el Turco (García), no pises Villa Lugano porque te hacemos m...”. Me van quedando pocos barrios a donde ir (risas). O Dalma (Maradona) que me dice “no te netas con La Tata” por Claudia Villafañe. Me llevo re bien con todos. La gracia de este programa es que vos agarrás a alguien que no sabe cocinar y lo enfrentas a alguien que cocina profesionalmente. Y ahí chocan los planetas. Si eso no pasara no tenés programa. Lo que yo trato de hacer es decirte cinco cosas que hiciste mal y cinco cosas que podés mejorar.
—¿En tu casa cocinás vos?
—El Germán que cocina en la casa es muy distinto al profesional porque el tipo de cocina que yo hago requiere mucha gente ayudándome y muchas máquinas. Una serie de cosas que en casa no tengo. Además, estos dos chicos (por sus hijos) comen como si tuvieran 18 años y como cinco veces por día. Así que hay que estar cocinando todo el tiempo. Comen mucha verdura así que estoy en ese tipo de comida.
—¿Vos comés lo mismo que ellos o te cocinás otra cosa?
—Durante la cuarentena, como todos, comí mucho. Ellos comían una cosa y yo otra, porque con mis colegas empezamos a hacer delivery y nos mandábamos mucha comida. Fue medio caótico. Ahora, que tengo que estar en televisión, estoy comiendo lo mismo que ellos, que es muchísimo más sano.
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