El tercer programa de Masterchef Celebrity reunió a los ocho mejores cocineros de las dos pruebas anteriores. El lunes había clasificado el equipo capitaneado por Federico Bal e integrado por Sofía Pachano, Boy Olmi y Martín Fabio, más conocido como el Mono de Kapanga. El martes, en una prueba individual, se sumaron Leticia Siciliani, Patricia Sosa, Iliana Calabró y Vicky Xipolitakis. Los ocho concursantes buscaban ratificar su buen inicio y se disputaban la medalla de oro y de plata que entregaba la prueba.
Donato de Santis, uno de los jurados, comenzó la explicación de la competencia de carácter individual. En lugar de ir al mercado, los ocho participantes debían elegir siete productos que circulaban por una cinta transportadora con una pequeña dificultad. Una elección debía ser un corte de carne de vaca, pollo o cerdo, que venía en un sobre cerrado. El Mono de Kapanga, una de las revelaciones de la primera emisión, eligió un paquete de cerdo, imaginando un solomillo. Cuando lo abrió, se encontró con una salchicha parrillera. Y allí empezaron sus problemas.
El Mono empezó con la preparación de la salchicha a la plancha, salteada con cebolla, ajo y morrón, con un puré de calabaza como guarnición y un séptimo elemento que resultó ser un paquete de tomate secos. La habitual recorrida del jurado permitió anticipar lo sucedido. “¿Cómo lo vas a emplatar?”, le preguntó Damián Betular, otro de los integrantes del jurado, al ver la salchicha desparramada por la sartén. “No tengo idea”, admitió el músico. El chef le dio una sugerencia estética, y el Mono admitió la falla: “Lo estético no lo tengo tanto”.
Pero allí no terminarían las sorpresas para el músico. Para agregarle dificultad a la prueba, el conductor Santiago del Moro anunció una nueva pasada de alimentos por la cinta transportadora. Los participantes debían elegir a ciegas un producto al azar, envuelto en una bolsa de papel madera. Al Mono, que no estaba en su día, le tocó una naranja. Si ya venía en problemas con los ingredientes iniciales, el sabor cítrico de la fruta no lo iba a ayudar.
Se cumplió la hora para cocinar, y llegó el tiempo de la evaluación. Después del buen paso de Iliana Calabró, el Mono fue el segundo en rendir examen ante el jurado. “Yo me tengo confianza, el plato vamos a ver qué sale”, contó el músico mientras se acercaba llevando con cierto orgullo su salchicha parrillera con hongos, tomates secos, puré de calabaza… y un gajo de naranja.
“¿La naranja, cómo iría?”, preguntó Betular, el primero en animarse a probar el manjar, y sugirió exprimirla sobre la preparación. “A gusto personal”, contestó el participante. Los otros jurados, en especial el implacable Germán Martitegui, no daban crédito de lo que veían. El primer duelo de miradas fue lapidario: la ilusión del Mono chocó con la mueca de desaprobación de Betular.
A continuación le tocó a Martitegui, quien fue aún más elocuente que su colega. “¿Vos probaste esto?”, lo interrogó a modo de reto. “Lo probé y no me gustó”, reconoció el cantante. Donato de Santis no se quedó atrás en la reprobación, con una pregunta que cortó el clima del piso. “Mono, ¿vos tenés ganas de seguir adelante en esta competición?”. “Claro que sí”, fue la respuesta. “Cuando estás ahí adelante te sentís intimidado, no es joda”, amplió.
A la hora de interrogar sobre la elaboración del plato surgió un dato relevante que podría explicar parte del fracaso. “No sé qué gusto tiene la verdura”, admitió el cantante. “Se van a empezar a tener que hacer amigos”, le aconsejó Betular. “A eso vine también”, aceptó el Mono, mientras los rostros de los otros participantes daban cuenta de la tensión. Pero todavía faltaba lo peor.
“Lo que vos hiciste fue regalarme música que no escuchaste o que no te gusta. Y eso me saca”, arrancó su devolución Martitegui, quien había protagonizado un duro cruce con Fede Bal el día del estreno y a quien se lo veía más enojado que de costumbre. “Si vos no probás y no sabés el gusto que tiene lo que estás poniendo en el plato, no podés cocinar”, agregó. “Probé los hongos, los tomates que no había probado nunca, el puré y la salchicha parrillera”, enumeró con soltura el músico.
La respuesta pareció enfurecer aún más al jurado. “Cambiá la actitud, porque no es la correcta. Me decís, ‘probé todo, lo puse ahí’ y era todo una porquería y me lo hacés comer a mí. No funciona de esta manera”, continuó Martitegui. “Tenés razón”, se animó a esbozar el Mono. “Parece que no te importara, para mí es una falta de respeto”.
A la hora de las palabras, el cantante recuperó el humor que lo caracteriza. “No es mi intención faltar el respeto a nadie, y menos con la comida, porque podés mandar a alguno al bombo si hacés mal alguna comida”, reconoció. Para aflojar las tensiones, y promover un cambio de actitud, les regaló a todos sus seguidores la cata de un tomate cherry en vivo. “Le falta sal”, juzgó, con la misma cara de desagrado que había visto en los jurados un rato antes.
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