En un hecho único, la versión uruguaya de Polémica en el Bar, de Gustavo Sofovich, realizó una emisión histórica desde el Palacio Legislativo. El programa fue elegido para participar en el Día del Patrimonio, el evento cultural más importante del país hermano. Y no solo tuvo un alto rating sino que además cosechó el agradecimiento de Beatriz Argimón, vicepresidenta de Uruguay, y en esta ocasión, invitada y anfitriona en la significativa transmisión. “Gracias a todo el equipo de @Uypolemica por este programa especial desde el @Parlamento_UY previo al Día del Patrimonio. Una oportunidad más para acercar a todos los rincones del país un poco de nuestro maravilloso y significativo Palacio Legislativo”, manifestó en sus redes.
“Es un logro no solo importante, también histórico” afirma Gustavo Sofovich. Consolidado como productor, no solo recupera las creaciones de su padre sino que las revitaliza y lanza en otros países. “Desde noviembre de 2019 tenemos la versión uruguaya de Polémica. Hace dos años que lo llevamos con éxito a Paraguay y estoy en tratativas para desarrollarlo en otros países de la región, siempre conservando el formato pero adaptados a cada idiosincrasia”.
La versión uruguaya de Polémica en el bar es conducida por Jorge “el Piñe” Piñeyrúa y tiene en su elenco a Alberto Sonsol, Álvaro Navia, Sergio Puglia, Patricia Madrid, Gaspar Valverde y Nicolás Lussich. Como su par argentina cada semana se debaten temas de actualidad que van desde la política al deporte y desde el espectáculo a los temas sociales. Una de las diferencias que es que no solo se comenta la actualidad charrúa también, la Argentina.
El programa es un éxito en la tierra de Artigas y Álvaro Navia explica una de las razones del suceso. “Los uruguayos que pasamos los cuarenta crecimos viendo Polémica. Personajes como Minguito, Porcel, son parte de nuestra historia. Es un ciclo recordado y querido”. Pero ¿solo el recuerdo es lo que explica el suceso? “Acá hay que destacar el trabajo de Gustavo como productor. Logró modernizar el programa sin perder su esencia y a su vez adaptarlo a la idiosincrasia uruguaya”.
Una de las diferencias que notó Gustavo fue el que el uruguayo discute como el argentino de política, pero no siente que le va la vida en eso. Son discusiones entre personas que se perciben como oponentes y no como enemigos. El productor insiste y logra que en esa mesa se sienten personas que comparten distintas miradas. Todas las voces están representadas. Por eso, el equipo vivió la emisión desde el Parlamento como emoción, pero lo siente como premio por un trabajo bien hecho.
Sofovich destaca el trabajo de todo el equipo y también la confianza de Patricia Daujotas, gerente de programación de Canal 10 de Uruguay, que incorporó el ciclo que se ve en dos emisiones semanales.
Al observar la emisión de Polémica en su original argentina y en su versión uruguaya, se nota la mano del productor. “Buscamos un humor no rebuscado. No algo cool que solo entiende una minoría sino que queremos que se ría una mayoría” afirma. En ese sentido es destacable el aporte de Sofovich para si no se puede zanjar la grieta, al menos no profundizarla. Así surgieron en la Argentina, los payasos La Camporita y Gorilón. “A veces uno piensa que baila bien, hasta que se ve en un video y comprueba que baila pésimo -explica Navia y sigue "en Polémica buscamos ese efecto, que al ver la ridiculez de algunas posturas, uno se ría y no se enoje tanto”.
Gustavo asegura que no trabaja solo por los logros sino para mantener viva la memoria y el legado de su padre. Pero así como logró relanzar los programas, también los aggiornó a la televisión actual. E incluso se animó, mediante el humor, a intentar romper la grieta que vive el país. . Durante la consulta de Teleshow se encargó de aclarar varias veces que la emisión desde el Parlamento y los buenos números que acompañan las emisiones son “un triunfo de todos” porque, para él, los resultados solo se consiguen en equipo.
Navia afirma que Gustavo, como Gerardo “lleva el televisor en la sangre” pero reconoce que su manera de relacionarse es distinta. “Como Gerardo, tiene esa capacidad de estar en los detalles grandes y en los pequeños, pero es muy humano. Se da cuenta que algo te pasa y te pregunta, te cuida. Como artista te potencia, confía en vos”.
Esa capacidad de escucha hizo que cuando Navia le propusiera “más como sueño que como idea” realizar Polémica en Uruguay, el productor no solo aceptara la idea sino también comenzará a trabajar para lograrla. “Polémica lleva 57 años en el aire. La permanencia ya la tenía, lo que faltaba era salir a romper fronteras. Lo logramos. estoy orgulloso de lo que estamos haciendo y sé que mi padre y Hugo desde donde estén me miran con orgullo”.
Sofovich reconoce que Gerardo era “un cabrón necesario, pero que él "prefiere la armonía” por eso destaca y sobre todo promete, que apenas lo permita la pandemia se juntarán para festejar. Y motivos sobran.
Un poco de historia
Corría 1963 cuando en Operación Jaja apareció Fidel Pintos, Jorge Porcel, Juan Carlos Altavista, Carlos Carella y Rodolfo Crespi sentados por primera vez a la mesa del bar que regenteaba el “Gallego” personificado por Alberto Irízarm en un segmento llamado La mesa del café, El espíritu del programa sintetiza la capacidad de Gerardo Sofovich para captar ese deporte nacional de los argentinos que es la discusión en los bares. “Estaba planteada la discusión en el tango entre los piazzolistas, los darienzistas, los troilistas, etc.”, recordó su creador en una emblemática mesa de Polémica en los 90 con Jorge Porcel y Javier Portales. Cada uno de los actores asumía una bandera. Y con ella, dejaba en clara su idiosincrasia porteña. El canchero, el burgués, el intelectual de izquierda, el sabelotodo, tanto de la academia como de la calle.
El éxito fue tal que no solo permitió replicar esas discusiones a otros ámbitos -el fútbol, la política, el espectáculo- sino que también el programa cobró vida propia. Rebautizado como Polémica en el bar y con la cortina de Cafetín de Buenos Aires en la voz de Edmundo Rivero, se estrenó como tal en 1972 con Portales y Adolfo García Grau en los lugares de Carella y Crespi. Fue cambiando de todo menos de escenografía. Mientras hubiera una mesa y sillas suficientes, la realidad iba a dar tema de sobra.
A finales de los 80, el ciclo pegó un giro periodístico y Gerardo se sentó en su propia silla para enfrascarse en recordadas polémicas con Portales, Hugo Gambini, Luis Beldi y Rolo Puente, entre otros. El programa siempre supo leer lo que estaba pasando y fue virando hacia contenidos más políticos, más humorísticos o más futboleros según el caso. Una rápida y antojadiza lista de sus eventuales parroquianos - Mario Sapag, Jorge Rial, Horacio Pagani, Miguel del Sel, Pipo Cipolatti – habla por sí sola.
En sus últimos relanzamientos, el formato invirtió su origen y presentó números humorísticos y musicales. Polémica en el bar era una marca registrada, y Gerardo lo sabía más que nadie y nadie lo iba a hacer cambiar. “Es como si Mercedes Benz cambiara la marca. Lo importante es sacar modelos nuevos, no cambiar las marcas”. La comparación no es antojadiza. La marca alemana era su gran debilidad.
Hoy el programa sigue vivo con la producción de su hijo que logró potenciarlo. No solo consiguió la incorporación de mujeres al debate, un hecho histórico para Polémica, sino que también retomó un humor simple pero inteligente y convirtió un producto local en otro con proyección internacional. En la Argentina ya fue nominado tres veces a los Martín Fierro de los que ganó dos. Pero el premio más grande es saber que un Sofovich lo creó y otro, logró transformarlo, al punto de conseguir un hecho histórico y trascendental como ocurrió en el Palacio Legislativo de Uruguay.
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