Cuando Diego Leuco llega a su casa al terminar una nueva jornada laboral, no se desconecta de inmediato de la vorágine que implica conducir un noticiero en vivo. Por el contrario: vuelve a mirar la emisión de Telenoche que lo tuvo al aire un rato antes. “Me sirve mucho para corregir cosas -explica-. A veces veo el programa entero; en otras, cosas puntuales, porque en el momento pensé que hubo algo que no lo dije tan bien al aire".
La costumbre para quien empezó en el periodismo a los 19 años tiene que ver con “un consejo súper valioso” que alguna vez le dio Mariana Fabbiani cuando eran compañeros en El Trece, en El Diario de Mariana. “Ahora yo se lo doy a otros -destacó Leuco en diálogo con Catalina Dlugi para Agarrate Catalina, en La Once Diez-. Hay que aprender a verse con ojo crítico”.
Recién después de volver a observarse en el televisor, Diego se relaja: sintoniza el Cantando 2020, algún partido de básquet o juega a la Play. Entre una cosa y la otra se termina acostando después de la una de la madrugada. Al día siguiente el despertador suena a las 7: debe prepararse para ir a Radio Mitre. Eso sí, organiza su rutina cada día para dormir una siesta por la tarde con la intención de "reiniciar el día con energía de nuevo” y, con la batería cargada, arrancar el tradicional noticiero de El Trece.
Al fin, cuestión de hábitos. Y de ojo crítico, como mencionaba antes el conductor. Porque ambas circunstancias se asocian con una problemática que el hijo del periodista Alfredo Leuco vivió en su adolescencia.
“Cuando yo era más chico era gordito -cuenta Diego-. Llegué a pesar como 100 kilos cuando tenía 15, 16 años. Después hice todo un laburo: me di cuenta de que había llegado a un límite y que tenía que mejorar, no solo por lo estético, que a esa edad es súper importante, sino también por la salud".
Es por eso -explica- que reniega del mote de sex symbol que muchos le quieren imponer desde que desembarcó en la tevé. "En mí queda esa sensación del gordito o de la persona que tuvo ciertas dificultades con su cuerpo cuando era más chico -confía-. Si bien era gordito, también era el divertido, el que hacía reír; con eso lo suplía. Pero no era algo que me hacía sentir orgulloso. Cuando nos poníamos a jugar al fútbol y era con camiseta o sin camiseta... esas cosas que a los nenes siempre nos condicionan. Todavía hay un poquito de eso en mí”.
Leuco encuentra otra razón para escapar de aquel rótulo positivo respecto a su imagen: “Cuando trabajás en la televisión te ve mucha gente, y hay más posibilidades de que haya gente a la que le parezcas atractivo. No es demasiado meritorio, y no lo digo por falsa modestia: me da un poquito de pudor. Pero tampoco voy a negar que me resulta súper halagador”, se sincera el periodista de 30 años sobre los elogios, al tiempo que cuenta que el presente lo encuentra en soledad, luego de haber terminado un noviazgo de muchos años.
Claro que frente a tanta exposición, y al dedicarse al periodismo político, no todas las situaciones le resultan favorables. Por caso, semanas atrás fue señalado por un gesto que hizo al aire al celebrar -creyendo que en ese instante no estaba frente a cámara- el rating de Ya somos grandes, su ciclo en TN. Como ese ademán correspondió al momento preciso en que se daban a conocer las cifras de contagiados por coronavirus, lo acusaron injustamente de estar festejando cualquier otra cosa.
“Lo viví mal porque es triste", dice ahora Leuco, recordando las críticas infundadas de esos días. "Hay un montón de gente que te ataca solamente porque pensás distinto, y aprovecha cualquier mentira solo para pegarte. Porque era tan obvio que era mentira, tan ridícula la acusación... El propio (Diego) Brancatelli, que es el que inventó todo, me tuvo que pedir perdón en Intratables. Se pasan tanto de vuelta que se les termina volviendo en contra. Pero por supuesto que se sufre muchísimo. Así son las operaciones políticas, de esto se trata”, concluyó.
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