Rocío Quiroz: la dura historia de vida de la gran sorpresa de la última gala del Cantando 2020

Invitada por Claribel Medina, se lució al entonar a capela “Garganta con arena". Referente de la cumbia, muchos desconocen el pasado que debió enfrentar. Aquí, su testimonio en primera persona

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Rocío Quiroz en el "Cantando 2020" (Foto: Instagram)
Rocío Quiroz en el "Cantando 2020" (Foto: Instagram)

Oriunda de San Miguel, de padres vendedores ambulantes y hermanos numerosos, Rocío Quiroz es hoy la estrella de la familia. Llegó a la televisión gracias al programa Pasión de Sábado; y a la popularidad, con canciones de cumbia como “¿Quién la juna?” y “Amor de la Salada”. Sin embargo, Rocío tuvo que enfrentar situaciones límites a lo largo de su vida, como descubre en esta entrevista con Teleshow.

—¿Cuándo fue que empezaste en la música?

—En Pasión canta, en 2012, gané un concurso donde había 700 participantes, y yo era la número 11. Habíamos ido temprano con mis viejos y nada, muchos nervios: era la primera vez que iba a un casting, entré y canté dos temas a capela. “No me van a llamar”, le decía a mi mamá. “No me van a llamar”. Pasó más o menos un mes, me llaman y me dicen que había quedado adentro del casting, y que me tienen que presentar.

—¿Cómo fue?

—Estaba acostada ya porque me llamaron a la noche. Y cuando me dijeron salto de la alegría, les digo a mi mamá y a mi papá que quedé, que me llamaron, que me tenía que presentar. Mi viejo va afuera y les avisa a mis primos, a mis tíos, al vecino, en todos lados. Y nada, ahí empezó todo.

—¿Qué fuiste a buscar a ese casting?

—Yo quería que la gente me conozca. Canto desde los 6 años, de muy chica, pero nunca tuve la oportunidad de salir en un canal de tele como Pasión de sábado, que lo ve todo el mundo. Y yo le decía a mi papá: "Algún día voy a estar en ese canal, algún día voy a estar ahí". No me gustaba ir a presentarme a los casting porque no me gustaba que haya jurados que me digan las cosas.

—¿Por miedo a qué?

—Por miedo a ver qué te decían, a qué opinan. Como que no me gustaba. Tenía 18 años recién cumplidos. Por suerte me fue muy bien, quedé nominada en la radio muchas veces, la gente tenía que llamar para votarme para que yo pase, para que quede; así hasta llegar a la final. A la final llegamos cinco, y yo salí ganadora. Mi viejo trabaja en la calle, es vendedor ambulante como mis hermanos, y había hecho un papelito que decía: "Votá a Rocío Quiroz", y lo repartía a todas las clientas que venían a comprarle. "Llamá a mi hija, votala que está en un concurso, está en Pasión", y eso también hizo que la gente también llamara mucho ese día, y estuvieran atentos ahí, al canal.

Roció Quiroz en el "Cantando 2020", haciendo "Garganta con Arena" (Video: El Trece)

—¿Qué hacen tus papás?

—Son vendedores ambulantes: mi viejo vende huevos, sale de botellero, o en el verano vende sandía, melón. Mis hermanos tienen una verdulería, mi hermana también tiene verdulería, debajo de mi casa.

—¿Cómo te cambió la vida al tener toda esta exposición?

—No, mirá, lo tomo bien, bastante tranquila, porque cuando uno sabe lo que quiere como que no hay nada de otra cosa que quieras hacer. O sea, el jueves viajo al Chaco y sé que me voy casi seis días y no estoy en mi casa, pero bueno, me gusta ir, presentarme en distintos shows, cambiar el orden de los temas, me gusta que la gente me escuche, que cante mis temas y que cada vez tenga más seguidores. Eso está bueno porque nunca me olvido que estoy donde estoy gracias a la gente, porque ellos fueron los que llamaron, los que mandaron mensajes, y eso hay que recordarlo siempre.

—Con respecto al amor, sé que sufriste una situación difícil con tu pareja, hace un tiempo…

—Sí, no te voy a decir que ya estoy sanada porque no es así. Contarlo es como volver a recordar todo lo que pasaste. Pero está bueno porque la gente te escucha, te ve, y por ahí hay muchas mujeres que están sufriendo violencia de género hoy en día, y están muy avanzadas, y por ahí un cachetazo o un insulto ya tenés que pararlo, no tenés que quedarte callada ni nada de eso. Yo me quedé callada porque bueno, tengo 10 hermanos; imaginate, si yo iba y les contaba a mis 10 hermanos lo que viví iba a ser un desastre. Preferí quedarme callada. Sí me vieron mis viejos: mi viejo me dijo que saliera adelante y yo salí por él, y por la gente que me ayudó también, muchísimo me ayudó.

La nota de Rocío Quiroz en los estudios de Infobae

—¿Pero cómo fue?

—Yo venía de una gira de Salta y estaba cansada, mi vieja estaba durmiendo, y yo tenía mi pieza abajo con ellos porque todavía vivía con mis papás. Y bueno, yo estaba acostada, y ya veníamos mal, ya veníamos peleando, y yo le dije que no venga a mi casa. Él vino igual. Quería tener relaciones y yo no quería hacer nada. En una me doy vuelta y cuando me vuelvo a dar vuelta me da una piña en este ojo. "¿Por qué me pegaste? ¿Por qué me levantaste la mano?", le decía yo. Y él me decía que yo estaba con otro, que yo andaba con otro. Yo no estaba con nadie; o sea, iba, hacia mi trabajo y volvía. Pasa que ya no teníamos tiempo como antes, digamos, de estar todo el día juntos, todos los días. Como que ya no era así.

—…

—Y bueno, cuando me levanto me miro al espejo. Yo, llorando, le preguntaba: “¿Por qué me pegaste? ¿Por qué me pegaste?”. Él hace como que se va y yo me vuelvo a acostar. En verdad él fue a agarrar un cuchillo de la cocina y se me sube arriba y me dice que si yo no estaba con él, no iba a estar con nadie y me apuntaba con el cuchillo, ¿viste? Yo le decía: “Por favor, no me hagas nada, por favor, te lo pido, andate, andate, andate”. Tira el cuchillo y se va. Se cruza con mi papá, que le dice: “Loco, ¿vos le pegaste a mi hija?”. “No, no, Congo”, porque así le dicen a mi papá. Y se va rápido. Cuando mi viejo viene a mi pieza yo tenía la luz apagada, no lo quería mirar, a ninguno de los dos, ni a mi mamá ni a mi papá. No los quería mirar, no los quería mirar, no los quería mirar… “Bueno, hija, contame qué pasó”, me dice. Me abrazaba y yo lloraba: “No, nada, pá, nos peleamos”. Y en una le dije: “Bueno, mirá, me pegó”. Me vio todo el ojo morado, hinchado, tenía la marca acá arriba, el ojo morado mal, pero re mal. Mi viejo se puso como loco y dijo: “¿Por qué?”. Y no sé qué. Y bueno, como que fue un re quilombo.

—¿Lo llegaste a denunciar?

—No, no lo llegué a denunciar, no, no. De eso sí me arrepiento, pero bueno.

—¿Pasó hace mucho tiempo?

—Cinco años.

—¿Y después volviste a estar con él?

—No, de ahí ya está. Se terminó todo. No… no podía… Muchas chicas me escriben y me dicen: “Mirá, mi novio me pegó o mi marido me pegó, y no sé cómo enfrentar la realidad, no sé cómo hacer, no sé a quién pedirle ayuda”. Y yo les digo que se puede salir, porque uno por ahí piensa que es el amor de tu vida, que te pega una vez y te dice: “Perdoname, me equivoqué, no fue queriendo”, y después te vuelve a hacer lo mismo. O sea, hay que poner un punto final. Poder decir basta.

—¿Cómo hiciste para salir de eso?

—Puse el punto final y mi familia me ayudó mucho a salir porque nadie sabía lo que me había pasado. Estuve una, dos semanas en mi pieza, en mi casa, sin querer salir a la calle, sin querer que nadie me viera así y ni mis hermanos me vieron. Después se enteraron por un canal de tele, que salí a contarlo. Se puede salir: las heridas están, vos te acordás todo, yo me acuerdo de todo lo que viví, de todo lo que pasé, pero me hice más fuerte. Y al salir y cantar un tema que se llama "Cicatrices", donde cuento la historia que viví, muchas mujeres nos cuentan. Y ahí decía: "A vos, he venido a hablarte a vos", y las chicas me miraban y yo las miraba, y veía a muchas chicas llorando, y yo decía: "Yo lo viví, yo lo pasé, yo lo sentí, yo sé lo que es". Y nada, se puede salir, ¿eh? Adelante.

—¿Recién al final de tu relación tuviste problemas?

—Claro, porque cuando yo no era nadie, tenía mi grupo pero cantábamos en el barrio, en un 15, un casamiento, un club, en distintos lugares, pero no tanto. Cuando gano el concurso, ahí fue donde salimos con "¿Quién la juna?", y 8, 9, 10 shows por fin de semana. 9, 10 y uno tras otro, no estaba en mi casa, no tenía tiempo de nada, y así como que, bueno, no podíamos estar.

—¿Te volvió a costar confiar en un hombre?

—Sí, un poco sí. Pero después tuve una relación de dos años con otra pareja, y terminó todo re bien. Él ya sabía lo que me había pasado, me había visto mal también. Pero, bueno, sí pude salir, pude salir…

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