“Para todos fue un shock”, dice Romina Richi sobre la pandemia que mantiene en vilo al mundo entero. “Es algo que nos tomó de sorpresa en todos los ámbitos”. El universo artístico es uno de los que más sufre el contexto, y en estos seis meses de confinamiento se reinventaron las formas de expresarse. Es así que la actriz vuelve al escenario con La hora de la calabaza, un espectáculo vía streaming que podrá verse el 1 de octubre a las 21, con entradas disponibles en Plateanet.
Madre de tres hijas de edades muy distintas (Valentina de 22 años, Margarita de 16 y Bethânia de cuatro), Romina confiesa que es como el cuento de nunca acabar. “No termina más: otra vez el colegio, el cumpleaños, las fiestitas...”, cuenta entre risas, y a la vez advierte que “los niños, cuando son chiquitos, te llenan de vida”. Además, en esta entrevista con Teleshow, habla sobre su situación económica en cuarentena, su sueño frustrado de ser piloto de avión y el pánico a la vacuna: “¡No me la pongo ni loca!”, sentencia.
—¿Cómo llevás la cuarentena con tus hijas?
—Las dos más grandes van un poco con el papá, vienen, y la que se queda más es Beta, obvio, instaladísima. Estamos con el papá en casa, entonces, está con nosotros.
—Las dos más grandes heredaron la veta artística.
—Sí, vamos a ver. La más grande estuvo estudiando actuación con mi maestro, (Norman) Briski, y está muy copada. Escribe muy bien, no puedo creer cómo escribe. Bueno, su papá escribe también, tiene de dónde salir. Y Margarita (hija de Fito Páez) todavía no sabe: toca el piano muy bien, pero ahora medio que lo dejó. Está ahí.
—¿Tenías la ilusión de una hija abogada, médica, algo que no estuviera relacionado a tu ambiente?
—A Valentina le insistí mucho con lo que yo quería hacer en un momento: piloto de avión. Entonces, le quemé la cabeza con que sea piloto de avión.
—¡No sabía que querías ser piloto de avión!
—Sí, quería ser piloto porque tengo un tío que era, mis primos son pilotos, mi abuelo era técnico de aviación, mi tío también. Vengo de una familia ligada a los aviones y siempre tuve esa ilusión.
—¿Y tomaste clases en algún momento?
—No. Solamente entré a la cabina.
—Tal vez a Beta le da por ese lado.
—Beta dice que quiere ser veterinaria. En la familia del papá son médicos, así que hay una posibilidad.
—Tienen mucha familia en Brasil. ¿Cómo están haciendo con la cuarentena?
—No se puede hacer mucho. Estamos viendo si en el verano, como siempre, vamos a poder ir a visitarlos o no. El verano pasado estuvimos bastante tiempo allá y antes de la cuarentena justo ellos vinieron. Ahí fue el último momento en que nos vimos.
—El papá está acá con vos. ¿Cuánto se aguantan en estos meses tan raros?
—La estamos llevando muy bien. Por supuesto que hay momentos y momentos, pero justo ahora estamos en uno bueno.
—Una historia de amor que se hizo desear: cuando se conocieron, vos estabas camino a París.
—Sí, él también. En el medio nos encontramos en Brasil, yo con mi novio francés y él con su novia francesa, una cosa muy loca. San Pablo es enorme y encontrarte en el mismo bar, a la misma hora, el mismo día, dos personas que... Él vivía en Francia, yo ya había vuelto a Buenos Aires, muy enrevesado.
—El destino estaba pidiendo pista.
—Estaba pidiendo pista a lo loco. Fue un shock. “Qué raro encontrarnos acá”. “No Romi, pero no”. Se casó en Francia, me dijo: “No puedo hablarte más”. Fue una tensión muy grande ese encuentro. De celos, una cosa rara que no entendía qué era. Y cuando nos separamos los dos, me escribió, le conté que me acababa de separar, él también y ahí chau, se vino.
—Y ahora, ¿cuánto tiempo juntos?
—Cuatro años y medio, cinco van a ser.
—¿Te dan ganas de tener otro hijo más?
—No, no puedo más. Hoy Betania me dijo: “Mamá”, se quedó así, colgada. Yo digo: “¿Qué está pensando?”, porque es raro que ella se cuelgue, está muy activa siempre. Se quedó un ratito y me dice: “¿Vos no tenés en la panza una hermanita para mí?”. “No mi amor, no. No mi vida, no tengo”. “Porque le voy a prestar mis juguetes, pero también le podemos comprar un peluchito para ella”, me dice. “Sí, mi amor, pero no tengo un hermanito, una hermanita, tenés más grandes”.
—Más años de vida como mamá que sin serlo.
—Todo fue rápido también. A los 12 años empecé a trabajar, era muy chiquita: tenía muchas responsabilidades que no eran acordes a la edad. Entonces, todo lo que me pasó fue un reflejo. Todo fue muy prematuro. Decidí pagarme toda mi escuela secundaria. ¡Mirá el nivel de exigencia y de responsabilidad que asumí! Trabajaba para pagar mis estudios, mis libros, todo lo que necesitaba.
—¿Tenías la presión de ayudar en casa?
—Obvio que había que ayudar, sí. Si bien no nos faltaba para comer, no podía decidir ir a ese o aquel colegio. Esta decisión fue mía, asumí el cambio pensando en que yo me hacía cargo, a los 13 años.
—Trabajando desde tan chiquita, ¿sentís que en algún momento estuviste en riesgo?
—Sí, varias veces. Terminaba el colegio y me iba a grabar la serie que estuviera grabando con 14, 15 años. Terminaba de grabar y volvía en colectivo. No por volver en colectivo, sino porque estaba muy sola. Me han pasado cosas con personas en el ámbito laboral que eran raras. En su momento no nos dábamos cuenta, era algo normal. Te empezás a vincular con gente más grande, empezás a vivir otras cosas diferentes a las que vivían mis compañeras.
—Leí que pusiste más de un cachetazo.
—Sí, en esa época sí...
—Hoy, las mujeres más jóvenes, tus hijas, lo tienen más claro. Tienen más apoyo de la familia, del mundo, incluso.
—Es impresionante cómo ellas me enseñan un montón de cuestiones. Cuando les cuento, no lo pueden creer. Es que era muy diferente antes. Una se acostumbra a ciertas cosas que te parecen normales y no lo son.
—¿Hoy está más sana la industria?
—No creo que esté más sana. Está más visible, salimos a hablar más y a hacernos cargo de estas cuestiones.
—¿Cómo estás viendo hoy esta Argentina en la que vivimos?
—Está complicado. La pandemia fue algo que tomó muy de sorpresa y que, evidentemente, se junta con otras cuestiones y hacen un combo explosivo. Veo difícil esta especie de pozo en el que nos vamos metiendo, pero creo que se va a poder salir. Va a haber que estar juntos y tirar todos para el mismo lado.
—¿Pensaste alguna vez en irte a vivir a otro lado?
—Sí, pero por cuestiones... A Francia me fui un tiempo. Sí, pero no por una cuestión de que me quiero ir de mi país, sino por otras cosas externas. Soy muy curiosa y me gusta viajar, me gusta aprender nuevos idiomas. En ese sentido.
—¿Cómo te llevás con las tareas domésticas?
—Soy bastante organizada y me gusta. Este año termino una carrera en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, me recibo en Dirección de Ópera. Entonces, me pasa que tengo que sentarme a analizar una partitura, y hasta que no tengo todo ordenado no puedo empezar. Necesito primero el orden visual de lo que me rodea.
—¿Las perchas tienen que estar todas para el mismo lado?
—Sí, la ropa mirando para el mismo lado. No puede estar la percha mirando para allá y la ropa para allá.
—Un poquito de TOC, también.
—¿Un poquito? (Risas).
—¿Lograste armar buen vínculo con tus ex?
—Sí, son familia. Muy queridos. En la separación, lo más importante son los niños. Si vos no estás de acuerdo en ciertas cosas con el padre, se crea una confusión en el medio que es muy difícil: papá dice una cosa, mamá dice la otra. Es complicado. Si van los dos juntos es mucho más llevadero para ellas.
—¿Qué es lo primero que vas a hacer cuando se termine esta cuarentena?
—No sé porque toda la parte social, las fiestas, los eventos sociales, nunca me gustó y no me hace falta. Tampoco me dan ganas de salir a comer afuera, no siento esa necesidad. Si tenía una fobia mínima, con esto ya se me incrementó (risas). Me va a costar y creo que nos va a costar un poco a todos volver a lo anterior. Ya no se va a volver.
—¿En lo económico te golpeó la pandemia o venías con resto?
—Venía con resto porque el año pasado trabajé bastante. Hice teatro, dos series, tres películas. Venía bien. De hecho, estaba por viajar a Uruguay para filmar otra peli y justo pasó todo esto y se paró. Pero vamos arrancando de nuevo porque… Ya estamos bien. Ya está.
—¿Cómo te sentís respecto de la vacuna? ¿Te la pensás dar ni bien salga?
—¡No me la pongo pero ni loca!
—¿Esta vacuna en particular o no acordás con las vacunas en general?
—No, esta me da un poquito de… Me parece que hay que esperar un poco más de tiempo.
—Las vacunas en general sí. Las chicas están vacunadas.
—Sí. Sí, sí.
—Con esta, ¿esperarías un poco?
—Esta esperaría un poco a ver. Un poquito más de tiempo, ¿no? Para ver cuáles son los efectos reales digamos. Hace poco, hay una que fue para atrás. Tengo amigas que me dicen: “Yo me la pongo igual y sea lo que sea. Igual si me tengo que morir, me voy a morir”. También tengo amigos y médicos que me dicen: “Hay que esperar un poco”.
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