El mundo del espectáculo atraviesa por un profundo momento de dolor y angustia. Un respetado integrante de la colonia artística dejó este mundo y causó una gran desazón. En las últimas horas, según informó la Asociación Argentina de Actores, murió el actor Pablo Nápoli, a los 75 años. El artista comenzó a trabajar en el medio a muy corta edad y, a lo largo de su vida dedicada al escenario, transitó por todos los rubros. Fue un ícono del teatro y tuvo participaciones preponderantes en el cine, la televisión y también en recordadas publicidades.
A través de sus cuentas oficiales en redes sociales, Actores comunicó con un profundo dolor la defunción y a su vez mostró un sentido respecto y admiración por la persona, con palabras de admiración por alguien que no solo se encargó de actuar, sino que fue parte de la entidad. “Lamentamos el fallecimiento de Pablo Nápoli, actor y ex dirigente de la Asociación Argentina de Actores. Acompañamos en el dolor a sus familiares, amistades y compañeros/as de trabajo”, reza la publicación de Actores en las redes sociales.
Lejos de la actuación, pero a su vez presente desde otro rincón, se desempeño como dirigente. Fue parte de la Secretaría de Cultura de Actores durante la presidencia de Juan Borrás. Además, integró el órgano fiscalizador. En los últimos años, algo alejado de la industria, pero sin abandonar su pasión, esa que siempre llevó en la sangre y que nunca abandonó más allá de los vaivenes de la profesión, formó parte de las actividades que se desarrollan en el Centro Osvaldo Miranda para la tercera edad. Allí encontró su lugar. Su manera de seguir disfrutando y riendo hasta el último instante que la vida se lo permitió.
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En cuanto a su trayectoria en televisión, fue parte de grandes proyectos. Trabajó tanto en Telefe como en El Trece, y en los dos canales líderes dejó una marca. Estuvo en Aprender a volar, también pasó por la Televisión pública, en Un cortado, historias de café, luego en Gasoleros, la tira que a fines de los noventas marcó un estilo y que fue protagonizada por Mercedes Morán y Juan Leyrado. Más acá en el tiempo, participó en Amas de casa desesperadas, Herederos de una venganza, Simona, ATAV y en Sandro de América, la ficción en la que se reprodujo la vida del cantante. Siempre le puso lo mejor de sí más allá de todo.
En el cine también dejó su huella y su estampa. En 1987 participó de Memorias y olvidos, En 1997 fue parte de Cenizas del paraíso, en el papel de Araz, la filmación que protagonizaron Héctor Alterio, Cecilia Rotch, Leo Sbaraglia y Leticia Brédice. Además, dejó su huella en Nada por perder, El inventor de juegos y sobresalió en Carlos Monzón, el segundo juicio y en Campo de sangre, como el director de la cárcel. En la pantalla grande supo encontrar su lugar, fue el terreno en el que mejor se movió.
Sobre las tablas, el teatro también conoció su impronta. Participó de El zorro y el tesoro de la montaña azul, El diluvio que viene, Muerte accidental de un anarquista, y en tantas otras piezas teatrales. Su paso por el recordado Teatro Bambalinas, junto al director Alfredo Zemma, fue clave.
A lo largo de los años fue un todoterreno, se desempeñó en todos los ámbitos y, en este punto, también fue parte de recordadas publicidades. Su rostro vio la luz en más de 13 importantes marcas de indumentaria, telefonía y televisión.
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