Se sabe que el coleccionismo puede ser muy variado. De las clásicas figuritas, furor en los mundiales, hasta las obras de arte; de estampillas a monedas; de cajas de fósforos a sobres de azúcar; de autos a escala a autos de lujo; de corchos a gorras; de espejos a latas de cerveza. Todo depende del gusto y también de la billetera del coleccionista. Algunas colecciones pueden ser curiosas o bizarras. Barry Chappel es un californiano que atesora 95 mil chicles, con el “detalle” de que fueron todos mascados y luego pegados en una gran bola, es decir, un verdadero asquito. Sharon Vaughn tiene una colección de más de 6 mil muñecos de Santa Claus, sin importarle los Reyes Magos, y el alemán Heinrich Kaith, aunque nunca bebió un trago de cerveza atesora 20 mil jarras diferentes. Y si de coleccionar se trata, el planeta Hollywood no es la excepción, y no solo porque algunos artistas parecen atesorar éxitos o fracasos o coleccionar relaciones amorosas, también guardan objetos.
Se sabe que Beyoncé ama las obras de arte y que las paredes de su casa están decoradas con cuadros de Andy Warhol, con un Picasso y otros artistas contemporáneos. Richard Gere acopiaba guitarras hasta que las subastó con fines benéficos. Keith Richards es dueño de más de 3 mil guitarras. “Son muchas, pero en pocos minutos puedo lograr que todas suenen igual”, aclara. Su favorita es una Fender Telecaster Micawber, de 1953, que usó en 1971 para el álbum Exile On Main St. Lo que no se sabe tanto es que Johnny Depp es fan de las muñecas Barbie y que Angelina Jolie tiene una extraña fascinación por los cuchillos.
El protagonista de Piratas del Caribe, además de coleccionar problemas con su ex novia, Amber Heard, saca su costado sensible juntando muñecas Barbie. En 2015, entrevistado en el programa de Jimmy Kimmel, reveló sin complejos: “Tengo muchas Barbies guardadas”.
Según se supo, atesora varias “muñequitas difíciles” de fabricación limitada. En su casa hay una Beyoncé, el elenco completo de High School Musical, una Britney Spears y un Ken que imita a Elvis Presley, además del grupo pop New Kids on the Block. Pero sin dudas, la que ocupa el lugar de privilegio es la Barbie Lindsay Lohan que como accesorio trae una tobillera monitora de detención, que recuerda el tiempo de descontrol de la actriz.
Lejos de ser un padre egoísta o acaparador, Depp reconoce que cuando su hija Lily Rose era pequeña él solía prestarle su colección para jugar juntos. “Es lo único en lo que soy bueno”, le aseguró a Kimmel. Uno de sus pasatiempos favoritos es pasar largas horas en la web buscando y comprando accesorios para su colección. Un hobbie que le quita el estrés, bastante más caro que una buena sesión de terapia y mucho menos peligroso que beber varios litros de cerveza.
Una pasión al filo de la navaja
Antes de ser una abnegada madre de familia y vivir uno de los matrimonios y divorcios más seguidos del mundo, Angelina Jolie fue una adolescente con una extraña fascinación por los cuchillos.
Se sabe que la ex de Brad Pitt tuvo una infancia compleja. No había cumplido un año cuando su padre, Jon Voight, los abandonó a ella, a su madre y a su hermano. Fueron épocas muy duras, porque Voight le escatimó cariño y plata. En la década del 80, el actor solo trabajó en seis películas, porque quería hacer “papeles comprometidos”, y donaba gran parte de su salario a causas benéficas. Todo muy lindo, muy loable, excepto cuando sos una hija que ve que a su mamá no le alcanza la plata y que a su papá le sobra no para vos, pero sí para los demás.
Aunque era hija de una “estrella” de Hollywood no vivía en una mansión con pileta, sino en un departamento alquilado. No compraba su ropa en tiendas de lujo, sino en locales de segunda mano. Para peor, usaba lentes en el tiempo que no se consideraban un lindo accesorio, sino que le decían “cuatro ojos”, y aparatos de ortodoncia espantosos, y no los casi invisibles de hoy.
En esta infancia de carencias, su mamá Marcheline intentaba hacer más agradable la vida de su hija. Al cumplir 11 años la llevó a una Feria Medieval, y la nena se entusiasmó con lo que descubrió. Lejos de engancharse con armaduras, joyas hechas a mano y comida de época, como quesos y panes, quedó fascinada con los cuchillos. Al notar el interés, su madre le compró una pequeña daga. Fue el comienzo de una colección que se acrecentaría con el tiempo.
“Te recuerda a la historia; hay algo bonito y tradicional en ellas. Cada país tiene diferentes cuchillos y armas, y por eso los empecé a coleccionar. Lo he hecho desde que era pequeña”, confesó ya famosa sobre su hobbie. El problema es que, como contó Infobae, en su traumática adolescencia también los usó para autolesionarse. “No me gustaba que nadie me tocase, no era capaz de sentir nada, no podía dormir. Así que hacerme cortes con cuchillos y sentir el dolor era la única forma de sentirme viva. Era terapéutico”.
El tamaño y el contenido exacto de su colección se desconoce. Pero según trascendidos, cuenta con diversas navajas mariposa hechas a mano, además de cuchillos plegables y personalizados William Henry que son el objeto de deseo de todo amante de la cuchillería. Estas piezas llegan a costar hasta 25 mil dólares.
La actriz no solo los conserva, también sabe usarlos. Es experta en hacer malabares con cuchillo mariposa. En el programa nocturno de entrevistas de Conan O’Brien mostró sus habilidades y dejó a todos asombrados. Al verla, hay que advertir: “Niños no lo intenten en sus casas”.
Esta habilidad la ayudó a conseguir dos de sus papeles más famosos. El de Lara Croft, la heroína de videojuegos, y el de la Sra Smith. En la película con Brad Pitt, durante algunas escenas debía arrojar cuchillos y no necesitó instructores para hacerlo.
Tratándose de Angelina no puede faltar la polémica. Su filosa fascinación se la pasó a su hijo Maddox, y le compró una navaja. Eso no parecía lo más adecuado para un niño de ocho años. Ante la duda de si no era mejor un inocente avión a control remoto o si era cuestión de cuidar el planeta, mejor un karting ecológico, la actriz salió a aclarar que se trataba de una navaja sin filo, y explicó la razón del obsequio: “Hemos hablado sobre samuráis y sobre la idea de defender a alguien como algo bueno. Hablamos de todo”. Menos mal que no hablaron de serpientes venenosas o de bombas incendiarias, porque en ese caso mejor no imaginar el regalo.
SEGUÍ LEYENDO