Charly García, Gustavo Cerati y mucha música sobre sus hombros: mano a mano imperdible con el Zorrito Quintiero y Fernando Samalea

En diálogo con Infobae, repasaron sus carreras, hablaron del vínculo de hermanos que los une, y adelantaron de qué se trata el proyecto en el que están trabajando juntos y tiene como cabeza al tecladista

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El Zorrito Fabián Quintiero y Fernando Samalea en una jam con García y Aznar en el Hotel Faena en 2005. (Foto: Nora Lezano / Archivo personal de Fernando Samalea)
El Zorrito Fabián Quintiero y Fernando Samalea en una jam con García y Aznar en el Hotel Faena en 2005. (Foto: Nora Lezano / Archivo personal de Fernando Samalea)

“Las mil y una historias del Zorrito Quintiero y Fernando Samalea” podría ser tranquilamente el título de un muy entretenido y nutrido escrito que repase las vivencias de estos dos grandes del rock nacional. Es que tienen muchos caminos en común que se cruzan a lo largo del tiempo y el espacio.

Ambos fueron pilares de la banda histórica de Charly García, el tecladista tocó con Soda Stereo y el baterista junto a Gustavo Cerati en su etapa solista, los dos editaron libros y también son muy queridos en el ambiente. Pero principalmente son muy amigos, o “hermanos”, como ellos mismos dicen en diálogo con Infobae.

En dos extensas charlas a distancia -la pandemia aún no deja margen para encuentros en persona-, los músicos repasaron sus carreras -que se vieron unidas infinidad de veces en estudios de grabación, escenarios, viajes y salidas por las “noches de los ’80”-, contaron cómo fueron sus primeros encuentros con García y Cerati, y anticiparon de qué se trata el proyecto que lo tiene como cabeza al Zorrito gracias a la insistencia de Fernando. “Con Charly y Samalea salíamos los 8 días de la semana. Ponelo así”, cuenta entre risas Fabián en uno de los pasajes de la conversación.

- ¿Cómo se conocieron?

- Zorrito Quintiero: Recuerdo que coincidimos en el disco Vida Cruel de Andrés Calamaro. Sama tiene más memoria que yo. Es tan amigo mío que tiene mi memoria...

- ¿Cuando le querés consultar algo de tu vida le preguntás a él?

-Eso es lo que tenés que poner en la nota porque es verdad. Cuando le quiero preguntar algo de mi vida lo llamo a él.

- Fernando Samalea: Recuerdo llegar a un boliche de la calle Marcelo T. de Alvear casi Libertad, bien entrada la noche, y ver bajar por la escalera a un joven sonriente cargando un teclado DX7. Supongo que fue en 1984. “Él toca con Sueter”, me aclararon al presentármelo. Fabián era puro dientes blancos y pelos negros, ya con el aire a “Johnny Depp calabrés” que desarrolló con el tiempo.

Días después en Belgrano, en la puerta del pub Entreacto donde habíamos tocado con Clap, ocurrió algo similar: él salía y yo entraba. Diría que nos conocimos en dos veredas porteñas y en horarios a.m., hasta hacernos amigos. Sobre todo al preparar Vida Cruel con Calamaro.

La familia del Zorri nos aguantó ensayando en su propia casa de la calle Mariano Acha. Algo genial o tremendo, según como se lo mire. A pesar de ser yo de River y él de Boca, ambos simpatizábamos por Platense, que estaba en la B, éramos de barrios de clase media -Saavedra y Villa Urquiza-, amábamos la música como un precepto religioso y teníamos el mismo ímpetu por lograr nuestros lugarcitos.

Fabián vaticinó que Charly me convocaría en su grupo, y yo se lo vaticiné a él dos años después cuando, culminada la grabación de Parte de la Religión, se buscaron músicos para la gira. El Zorri aportó mucha chispa y conocimiento a Los Enfermeros, además de hacernos reír con imitaciones inigualables. Soy hijo único, pero imagino que tener un hermano debe ser algo así. Lo quiero un montón, o puedo evitarlo durante meses. A veces logramos entendernos sin hablar, por ósmosis, y otras solo nos ponemos de acuerdo en que 2 más 2 es 4 o que la Tierra es redonda. ¡E incluso se armaría un debate al respecto!

Río de Janeiro, 1987. "Durante la gira de 'Parte de la religión', paseando con García por el mirador de Vista Chinesa", destaca Samalea. (Archivo personal de Fernando Samalea)
Río de Janeiro, 1987. "Durante la gira de 'Parte de la religión', paseando con García por el mirador de Vista Chinesa", destaca Samalea. (Archivo personal de Fernando Samalea)

- ¿Y vos Zorrito qué recordás de esas grabaciones con Fernando en Vida Cruel?

- Me acuerdo que yo, que soy más joven que Samalea aunque él parezca Peter Pan, tendría 15 años y fui a un bar a tomar algo. Había una banda tocando y ya tocaba Samalea. Era Clap. Vivíamos cerca y yo lo pasaba a buscar muchas veces con el auto. En Vida Cruel íbamos al estudio Panda juntos y empezamos a hacernos amigos. Lo siento como un hermano. Es como familia, no sé como explicarlo. Tengo una relación muy carnal y afectiva. Parece como que fue mi hermano mayor, como un consejero. Siempre es alguien que tiene influencia sobre mí porque él me ayudó mucho.

Empezamos a tocar, a andar por las noches de los ’80 y no paramos más. Salíamos todos los días y más cuando él hace fuerza para que yo entre a la banda de Charly García.

- ¿Cómo fue eso? ¿Te acordás? ¿Sama hizo fuerza para que vos entres?

- Estoy convencido de que hizo fuerza. Yo lo había encarado a Charly en una fiesta de esas de las noches de los ’80. Lo conocía porque Charly había sido productor de Sueter en 20 Caras Bonitas pero no me daba bola. Tuve que tomarme un whisky para animarme. Y le digo: “Hola Charly, yo te quiero decir que anhelo tocar con vos. Quiero tocar con vos”. Yo ya tocaba en Soda. Y me dijo: “Bueno, ok, yo te aviso cualquier cosa”. ¡Con esa cosa afectuosa! (Risas).

Y un día me avisó. En realidad el que me avisa a mí es Fernando. Ese domingo de Pascuas me llama y me dice: “Tenés que estar a las 5 de la tarde en lo de Charly”. Y ahí sentí que estaba llegando al cielo y al infierno, que es lo mismo pero depende la hora (risas).

- ¿Fernando recordás cómo fue esa semana en Miami cuando grabaron el Unplugged de MTV? ¿Es cierto que Charly se la pasaba adentro de la limusina?

- Sí, es real que, cuando viajamos a Miami por la filmación del Unplugged, nuestro querido Artista mudó su habitación del Hotel Clevelander al interior de una limusina. Instrumentos, cuadernos y minibar incluidos. ¡Se turnaban tres choferes para pasearlo las 24 horas!

A María Gabriela (Epumer), el Zorri y a mi nos parecía genial acompañarlo un buen rato y así lo hicimos en ocasiones, aunque el ambientazo callejero de Ocean Drive o el mar caribeño también tenían su encanto.

El problema no era subir al vehículo, sino lograr salir. Allí dentro era The Twilight Zone, y las agujas del reloj giraban a otro ritmo. Igual, Charly se las ingeniaba para conseguir partenaires de cuanto prontuario posible. Fue una semana divertidísima.

- ¿Qué tienen artistas como Charly o Cerati que los hacen únicos?

- Fernando Samalea: Un don fascinante para cautivar el inconsciente popular. No hay forma de explicarlo, se tiene o no se tiene, ¿no?

Miami, 1995. En los estudios de MTV en Miami, cuando se filmó el Unplugged. (Archivo personal de Fernando Samalea)
Miami, 1995. En los estudios de MTV en Miami, cuando se filmó el Unplugged. (Archivo personal de Fernando Samalea)

- Hablando de Cerati, quiero ir hacia Soda Stereo. Zorrito: ¿Cómo fue tu llegada al grupo? ¿Cómo los conociste?

- Arranqué con ellos cuando terminaron de grabar el primer disco. Andaban buscando un tecladista y yo tocaba en Sueter. Era muy pendejo. Y entonces tocábamos mucho en La Esquina del Sol. Ahí nos juntábamos todos. Salíamos mucho a la vereda a tomar algo y charlar. Salgo un día y había dos pibes raros, con esos raros peinados nuevos, y eran Zeta Bosio y Charly Alberti. Ahí mismo nos pusimos a charlar. Me dijeron: “¡Qué bueno el teclado que tenés! ¿No querés venir? Nosotros tenemos una banda que se llama Soda Stereo”.

Yo pensé: “Con ese nombre... ¡Qué nombre raro! No pegaba ni con cola". (Risas). Ensayaban cerca de la cancha de River, yo vivía cerca y les dije: “Mañana voy”. Me invitaron a su sala. Antes era muy común y copado eso de que te inviten. Al otro día fui, pregunté por Charly, que era el dueño de la casa, y la madre me dijo que no estaba. “Está solo Gustavo”, me respondió. Yo no lo conocía pero me hizo pasar. Cuando subía, escuchaba una guitarra con eco, alguien que estaba practicando... Entré, estaba Gustavo y me dice: “Hola, ¿qué hacés? Me dijeron los pibes que ibas a venir. Armá el teclado ahí”. Y me quedé zapando con él un rato largo a guitarra y teclado solamente haciendo “Texturas”. Y así arrancamos.

Empecé a tocar un tema, me pasaron otro, que creo que era “Un misil en mi placard” y después “Vitaminas”, “Jet set” y empecé a ir de invitado a tocar uno o dos temas por show. Me iba con mi teclado a donde tocaba Soda por uno o dos temas solamente. Hasta que un día Gustavo me pidió que vaya a tocar con ellos. Yo estaba agradecido con Sueter pero eran tipos más grandes que yo. Y a mi me gustó siempre estar en ambientes más jóvenes. Hablé con los Sueter, les agradecí y me fui de cuarto Soda.

- ¿Qué es lo primero que te viene a la cabeza cuando alguien menciona a Gustavo?

- Recuerdo la búsqueda de la excelencia, sobre todo respecto al sonido. La primera observación fuerte que hice de él era lo exigente que era con el sonido. Después se puso exigente un poco con el tempo, con las baterías electrónicas... Entró en esa búsqueda. Y bueno, era el comandante de Soda Stereo obviamente.

Respecto a mi, me parece que le gustaba como hacía los arreglos porque hacía arreglos simples, no tenía tanta armonía en la ejecución. Era un tecladista más novato, tocaba poco y eso me parece que le gustaba y por eso me dejaron también hacer arreglos en un montón de temas. Él aceptó los arreglos, lo que yo propuse. Por ejemplo, el piano de determinada manera, la flauta del temblor (“Cuando pase el temblor”), cosas que son características en algunos temas.

- Era abierto en eso...

- Sí, conmigo tenía apertura. Yo le solucionaba lo que buscaba. Me decía: “Poné un piano”, “poné un órgano”... Y yo trataba de solucionarlo, no sólo con el sonido, sino también con un arreglo. Por eso, de los temas que grabé en Soda, los arreglos los metía yo con la aprobación de él. Ese es el mejor recuerdo que tengo. A mí lo que más me gustó fue eso: haber dejado plasmado en los discos eso, ese entendimiento musical. Aparte de tocar en vivo y meterle mucha onda porque yo también me sumaba a la onda de ellos.

Nada Personal, que ahora cumple 35 años, fue un disco muy moderno para su época. Ahí se consagra Soda a nivel nacional y empieza la escalada hacia Latinoamérica. Después fueron años muy fructíferos para ellos pero todo empieza en Nada Personal.

En esa época también viajamos a Europa y fui con ellos a ver bandas, a comprar ropa... Abrieron la cabeza. Hicimos toda una movida espectacular.

Chile, 1996. "Cruzando la cordillera a bordo de un Lear Jet. Acompañamos a García en el Festival de Ritoque", narra Samalea. (Archivo personal de Fernando Samalea)
Chile, 1996. "Cruzando la cordillera a bordo de un Lear Jet. Acompañamos a García en el Festival de Ritoque", narra Samalea. (Archivo personal de Fernando Samalea)

- Sama vos llegaste a trabajar con Cerati ya cuando estaba consolidado como solista. ¿Cómo fue ese encuentro en el que te convocó para ser parte de su banda? ¿Qué recordás de esa charla?

- Yo había grabado en algunas canciones del álbum, pero más en plan amistoso que otra cosa. Corría 2005 y, desde que había vuelto de Francia el año anterior, no parábamos de cruzarnos por la noche porteña. Luego, con el disco terminado, comenzó a hablarse de giras, aunque no de quienes integrarían la banda. El asunto baterístico era un misterio: Pedro Moscuzza, Emmanuel Cauvet y Bolsa González también habían participado, o sea que cualquiera de los cuatro hubiese podido estar sobre el escenario.

Me tocó a mi, por esas cosas del destino o la suerte. Gustavo no me había comentado nada hasta el momento y, una madrugada, estando ambos en una fiesta hogareña en Olivos, se acercó algo tímido luciendo su gorra escocesa y camisa negra, mientras sonaba un tema de Pet Shop Boys a todo volumen. De repente me gritó al oído: “¿Tocarías conmigo?”, mientras yo me preguntaba a mi mismo: “¿Cómo puede pensar que yo no querría tocar con él?”.

- El haber tocado en los últimos dos discos de Gustavo me imagino que debe ser algo muy especial para vos... ¿Cómo fueron esas giras y las grabaciones de Ahí Vamos y Fuerza Natural?

- Vertiginosas, con la exigencia de un equipo deportivo de alta competición. Esos cinco años quedarán en mi corazón como muy pocas cosas recuerde. Más allá del triste desenlace, Gustavo dejó un legado que trasciende lo imaginable. No podría agregar más que frases obvias.

- ¿Cómo era en la intimidad?

- Tenía sus picardías, relacionándose con los demás desde su estela “anglo-italiana”. Como todos, mostraba distintas facetas. A veces algo distante o cerebral, absorbido por sus creaciones y la vida distinguida, u otras a puro vozarrón, como el muchacho callejero de Barracas o Villa Ortúzar que había sido.

"La instantánea la tomó Hilda Lizarazu, ese 22 de diciembre de 1991, cuando caminábamos por el césped de Ferro desde camarines, con el vestuario diseñado por Renata Schussheim, prestos a probar sonido", cuenta Fernando Samalea sobre esta imagen
"La instantánea la tomó Hilda Lizarazu, ese 22 de diciembre de 1991, cuando caminábamos por el césped de Ferro desde camarines, con el vestuario diseñado por Renata Schussheim, prestos a probar sonido", cuenta Fernando Samalea sobre esta imagen

- Volvamos a Charly. Fernando: ¿Qué fue lo que más te sorprendió de él en esos primeros encuentros?

- Fue empezar a compartir con quien yo conocía mucho como público. Descubrí un ser sensible de aspectos alocados y mágicos, sofisticación vanguardista, sentido del humor brillante y principios soñadores como los que mostró desde Sui Generis.

Entre su lado artístico y cotidiano, no hay demasiada diferencia. Él se muestra tal cual es, como una obra de arte en si mismo. Más allá de algún nubarrón, siempre me alentó. Mi vida cambió para siempre. Si pude desarrollar algo bueno con la batería o el bandoneón, fue gracias a él. Me enseñó sobre la entrega musical, transformándome en alguien más curioso y entusiasta aún. Sentiré gratitud y afecto, in eternum.

- Zorrito: ¿Cómo lo definirías a Charly? ¿Qué significa para vos?

- Trabajar con Charly fue alcanzar un sueño. Yo había sido audiencia de él y descubrí el rock nacional con Charly cuando era muy chico. Lo que me pasaba musicalmente como audiencia de Charly también me pasaba con Luis Alberto Spinetta. Soy de esa camada que disfrutó la impronta del rock nacional sobre los adolescentes. Quizás ahora no es así pero, en ese momento, el rock nacional era la ilusión. Charly, Luis, Pappo... Esa trilogía argento roquera. Y llegar a tocar con Charly fue alcanzar un sueño. Es como ir a un posgrado de música.

- Es lo máximo...

-Sí, en el palo mío es lo máximo. Por lo menos en el palo con el que yo me eduqué. Y de la manera que tocamos y que hicimos las cosas. O sea, no fue solo tocar. Fue una forma de vida enroscarme en eso. Mi padre musical es Charly. Estábamos como en familia porque mi hermano es Samalea. Éramos los Locos Addams pero con mucha amistad. Ser la banda de Charly fue todo en ese momento. Fue entrar a la Selección. Con Charly y Samalea salíamos los 8 días de la semana. Ponelo así. (Risas).

Buenos Aires, 1991. "Exhaustos y felices, con el Negro García López, luego del show de Charly en el Teatro Bristol de Martínez", recuerda Fernando Samalea. (Archivo personal de Fernando Samalea)
Buenos Aires, 1991. "Exhaustos y felices, con el Negro García López, luego del show de Charly en el Teatro Bristol de Martínez", recuerda Fernando Samalea. (Archivo personal de Fernando Samalea)

- Zorrito vos también fuiste testigo de toda la recuperación de Charly. ¿La ayuda de Palito Ortega fue clave para que saliera adelante?

- En su momento creo que sí porque él, de alguna manera, logró que Charly pudiese ir a su campo en vez de estar en una clínica. Y no es lo mismo. Pero mucha gente también ayudó. Había mucha gente en el equipo pero lo que hizo Ramón fue: “Venite a vivir a mi casa seis meses”. Y eso no lo puede hacer cualquiera. Esa fue la gran mano que Ramón le dio a Charly. Y, atrás de eso, un montón de gente que también trabajaba. Y despacito Charly salió de un lugar muy jodido a un lugar más rico.

- ¿Qué sienten hoy al verlo activo, haber participado ambos en su último disco y el Zorro también compartiendo escenario en los últimos shows?

- Fernando Samalea: Emoción y cariño. Charly es mi artista favorito en todos los rubros, ya lo dije mil veces. La grabación de Random fue de lo mejor que me pasó en este siglo XXI, y si fuese por mi seguiría disfrutando en su órbita. Ojalá haya muchas más chances.

- Zorrito Quintiero: Cuando toca Charly es una alegría nacional. Es un levantador de ánimo nacional. A mi me pasa de todo cuando estoy a su lado. Cuando salgo para el Luna Park o al Gran Rex, que voy para el ensayo, para el día del show, a veces no lo puedo creer... No me resbala. Lo valoro mucho, lo sigo valorando mucho porque me costó mucho llegar ahí. Y lo soñé mucho, lo desee y es un flash. Y es una alegría.

Cada vez que toco con Charly me doy cuenta que mi familia, mis amigos, los del barrio, todos se ponen felices. Y la gente también. Por eso es el que más vende entradas en menos tiempo. Lo veo como alguien que me dio la oportunidad que no me dio nadie, que me dio un lugar como el que nunca me dio nadie y yo tengo esa admiración también. Aparte de que tengo confianza.

Todavía me emociona compartir con García, con todo lo que significa encontrarme con él, verlo, que venga al restaurante, a casa, veranear con él... Me encanta estar a las órdenes de García. Siempre me gustó, siempre lo reconocí como un jefe y lo sigo reconociendo. Para mi es un jefe total. Aparte lo quiero mucho como persona. Me cuidó y me dio una oportunidad muy grande. Soy agradecido.

Buenos Aires, 2020. "Grabando con un teclado CP-88 y la batería eléctrica TR-8, en el Bajo Belgrano. Ese edificio se alza donde funcionaron los estudios Phonalex. Durante los '70, allí se grabaron infinidad de joyas del rock argentino como Pescado Rabioso, Billy Bond, Sui Generis y Porsuigieco", recuerda Samalea.
Buenos Aires, 2020. "Grabando con un teclado CP-88 y la batería eléctrica TR-8, en el Bajo Belgrano. Ese edificio se alza donde funcionaron los estudios Phonalex. Durante los '70, allí se grabaron infinidad de joyas del rock argentino como Pescado Rabioso, Billy Bond, Sui Generis y Porsuigieco", recuerda Samalea.

- Les quiero preguntar por el presente. Están trabajando juntos en la grabación de material del Zorro. ¿Qué se puede adelantar al respecto?

- Zorrito: Samalea toda la vida grabó conmigo en los home studio. Y él me pone fichas para que yo grabe. Nunca pienso en términos de grabar un disco solista. Al no cantar, no sentí la impronta de grabar un disco solista. Pero sí podría ser un disco “Zorrista” (risas).

Esto aún no es un disco. Son ejercicios musicales en home studio pero hoy el home studio tiene una calidad que está buena. Y Sama, como es mi hermano mayor, me reta y me dice: “Dale, grabá”. Me banca y me estimula mucho. Con él tenemos mucha sensibilidad musical. Entendemos bastante de armonía, melodía y ritmo. Somos una buena combinación y aparte estamos formados en el posgrado del bicolor y por ahora no puedo anunciar nada porque son ejercicios musicales de home studio.

Lo que pasa es que salen rápido las cosas. A mí se me ocurrió prender el vivo de Instagram el otro día y mostrarle a la gente cómo trabajamos sobre una idea cuando laburamos en el home studio y lo estaba viendo Emmanuel Horvilleur, quien ahí mismo escribió: “A este lo voy a cantar yo y le voy a poner la letra”. Y eso me parece hermoso. Ya se la mandé y despacito la está escribiendo. Y vamos a ver esa canción donde termina. Si termina como un sencillo o en algún EP. La idea es generar música, texturas, climas y que eso termine en canciones o música grabada para que la gente la disfrute.

Digamos que Sama me produce un estímulo, me empuja a grabar y me gusta mucho porque es un hermano. La carrera de él es parecida a la mía en un punto, entonces nos parecemos.

- Lo único distinto es que sos de Boca y el de River...

- Bueno, eso pasa en las mejores familias (risas).

- Igual, como dijo Sama, ambos simpatizan por Platense...

- Sí, él es de River, yo de Boca pero los dos somos hinchas de Platense. Y también soy de Deportivo Italiano. Tengo un club en cada divisional y en otros países también. Pero la matriz es bostera y la de Samalea es plumera. (Risas).

El Zorrito Quintiero y Fernando Samalea tocando juntos el nuevo material

- Sama: ¿Cuánto insististe para que se anime el Zorrito a grabar lo suyo?

- No mucho. Tras solo seis o siete veces de decírselo, logré que nos juntemos a grabar. Si es necesario, seguiré insistiéndole para que muestre lo suyo de una vez. ¡Ignorando sus “clavadas de vistos” en el Whatsapp! Él tiene algo muy bueno entre manos, y todavía no estoy para ondear una bandera blanca o arrojar la toalla.

El Zorri es admirable como músico, y tiene una facilidad innata. Ha estudiado piano, sabiendo además sobre sonidos modernos y tecnología. Fue alumno de Diego Rapoport, nada menos, y le gustan compositores como Ryuichi Sakamoto o Ennio Morricone. En el pasado, además de frecuentar madrugadas de ochentas y noventas hasta el amanecer, compusimos juntos un par de bandas sonoras para el dibujante y cineasta Raúl Perrone, a bandoneón y teclados.

Además, me ayudó en alguno de mis discos instrumentales e integramos infinidad de proyectos. Hemos mostrado el pasaporte a la par en un montón de aeropuertos del mundo y, si bien nuestros ADN son bastante antagónicos, existe una complicidad poderosa que mantendremos mientras estemos aquí. Si ahora él dejase por un ratito sus asuntos gastronómicos o la música para gente exclusiva, podría plasmar algo maravilloso, entre instrumental o cantado por artistas invitados. Emmanuel Horvilleur ya bocetó una letra con melodía y será el puntapié inicial de este EP de Fabián.

- Para cerrar, les pregunto por lo que se viene en el corto plazo. Zorrito te sumás a la onda de los streaming. ¿Cómo será eso?

- Sí, vamos a tocar este domingo 20 con Los Gustocks. Es la banda que tengo de amigos. Sama tocó varias veces. La idea es recibir a la primavera con otra energía. A ver si después de seis meses vamos hacia una alegría. (El show comienza a las 21:00 y las entradas pueden adquirirse en funaccess.live).

Ah, y hablando de Sama, les cuento un cosita más. Nosotros tenemos un seudónimo. Somos los “Cocktails Twins” (“Los mellizos cócteles”). Yo siempre estuve ligado a la gastronomía pero él terminó siendo bartender. ¡Samalea los hace y yo los tomo! (Risas).

- Y Sama contanos de tus proyectos. ¿Qué estás preparando para los próximos meses?

- El próximo año 2021 editaré un libro de fotografías propias amateurs, con epígrafes sobre cada una, a modo de “complemento” de la trilogía autobiográfica. Incluirá alrededor de 200 imágenes en blanco y negro o color, que registré entre 1992 y 2017 con mi Canon AE 1 a rollo u otras cámaras digitales, desde Horno para calentar los mares, Chaco y Ninja Mental con los Illya Kuryaki & The Valderramas, La Hija de la Lágrima junto a Charly García, zapadas y camarines de la noche porteña, giras con Draco Rosa, Ahí Vamos y Fuerza Natural con Gustavo Cerati, García & The Prostitution, periplos europeos con el francés Benjamín Biolay y demás aventuras de bandoneón...

Por supuesto que no me consideraría un fotógrafo profesional ni nada parecido pero, dado los artistas involucrados así como su contexto histórico irrepetible, los registros cobran hoy un carácter testimonial y emocionante para quienes aman el mundo maravilloso de la música, incluyéndome. En la actualidad estoy recuperando cada instantánea, desde los negativos originales o archivos digitales, haciéndoles restaurar lo necesario y dejándolas a full calidad, como merecen.

Además, como proyectos, tengo un nuevo disco a dúo con Fernando Kabusacki y las giras europeas con Benjamin Biolay del año que viene, cuando se pueda...

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