Acatando los protocolos sanitarios que limitan a su mínima expresión la cantidad de concurrentes a los entierros, pero no pudiendo evitar los abrazos, vitales frente a tanto desconsuelo (¿quién podría juzgarlos?), el núcleo íntimo de Elsa Serrano inhumó sus restos en el Jardín de Paz de Pilar, a primera hora de la tarde de este viernes.
Bajo un cielo limpio y con un sol radiante, casi un guiño del destino para quien logró que sus clientas brillaran con sus creaciones, las hijas, los yernos y los nietos de la adorada Elsa participaron de la despedida, todavía desconcertados por el desenlace fatal. En tanto, un grupo más numeroso de amigos y conocidos debió quedarse afuera del predio, imposibilitados de participar por las restricciones que rigen para evitar la propagación del coronavirus.
El miércoles por la noche, luego de haber intercambiado mensajes con su amigo y colega Benito Fernández, Serrano se encontraba en su departamento de Retiro, ubicado en el edificio de Maipú 986, cuando un incendio se habría iniciado en su habitación. Mientras aún se espera el resultado final del informe de los peritos, se trabaja en dos hipótesis: el fuego se produjo por el cortocircuito del transformador de unas lámparas dicroicas, o bien por la falla del sistema eléctrico de un aire acondicionado.
Después de haber extinguido las llamas, los bomberos hallaron un cuerpo calcinado en el dormitorio principal. No pudo ser identificado. Recién al otro día la autopsia terminó confirmando lo que todos sospechaban: Elsa –referente y pionera de la moda argentina y una figura muy querida en el espectáculo– había fallecido en el incendio. Los médicos forenses también pudieron confirmar el motivo de su deceso: Serrano, de 73 años, se asfixió por inhalación de humo.
Ante las primeras informaciones, que si bien no terminaban de confirmar que se trataba de Elsa indicaban una sola dirección al respecto (por caso, vivía sola), distintos protagonistas del mundo del espectáculo reaccionaron con pesar frente al único desenlace que parecía posible. Amigos, ex compañeros y colegas se volcaron a las redes sociales esa misma noche para manifestar su tristeza y conmoción por lo ocurrido.
Cerca de la 1:30 del jueves un mensaje de texto de una de sus hijas llegó al grupo de WhastApp conformado por los ex participantes de Corte y Confección, el programa de El Trece del cual Serrano había participado este año: “Mamá falleció”, escribió con absoluta crudeza Belén, consciente de la situación. Horas después la autopsia avalaría las palabras que nunca hubiera deseado pronunciar.
Nacida en Calabria, Italia, Elsa llegó a la Argentina junto a toda su familia –conformada por 11 hermanos– cuanto tenía apenas nueve años. Desembarcó en la moda cuando “no éramos tantos en este mundo”, según le contó a Infobae en una entrevista reciente: “Primero estuvo Gino (Bogani). Yo empecé en el 75 y (Roberto) Giordano en el 73. Ahora hay muchos, son tantos que ni yo los conozco”.
Serrano lo consiguió todo. Y todo lo hizo con su estilo. Diseñó vestidos que lucieron Mirtha Legrand, Susana Giménez, Amalia Lacroze de Fortabat y Norma Aleandro, pero también Gina Lollobrigida, Sofía Loren, Catherine Deneuve. Fueron suyos el traje de Diego Maradona y el vestido de novia de Claudia Villafañe en la inolvidable boda del Luna Park. Además, viajó por el mundo como modista oficial de dos primeras damas: María Lorenza Barreneche, la esposa de Raúl Alfonsín, y Zulemita Menem, hija de Carlos Saúl Menem. Podría decirse que, en este país, los 90 se vistieron de Elsa Serrano.
Sin embargo, entró en quiebra con la crisis de fines de 2001. Y debió reinventarse desde su propia ruina. Lo logró, claro. Y con su sello, por supuesto.
Esta madre de tres mujeres y abuela de seis chicos nada extrañaba de aquella década que la colocó en lo más alto, porque le arrebató lo más importante: “Esos años –decía– me quitaron mucho de la vivencia de mis hijas. Yo trabajaba mucho, me quedaba hasta cualquier hora, o sin dormir o viajaba. Pensándolo ahora digo: ‘Cuántas cosas me perdí de mis hijas o de mi primer nieto’. Después, me conformo. Soy canceriana y a todo le encuentro el lado positivo”.
Este viernes, esas hijas y esos nietos la despidieron bajo ese sol pleno de Pilar. Sin ningún reproche. El único tiempo perdido con esta mujer por todos querida y respetada recién empezó a correr ayer.
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