Elsa Serrano, de 73 años, murió anoche durante un incendio en su departamento de Maipú al 900, en el barrio de Retiro. La diseñadora de moda vivía sola y se encontraba en el inmueble cuando ocurrió el desperfecto técnico que provocó la tragedia.
En 2018, la modista había brindado una entrevista a Teleshow, en la que repasó su carrera y habló de su vínculo con Zulemita Menem, los secretos de los vestidos de boda de Susana Giménez y Claudia Villafañe, sus viajes por el mundo como modista oficial del menemismo y la crítica situación que la llevó a cerrar su empresa y reinventarse hasta sus últimos días.
Aquí, la entrevista completa.
“Decidí no fabricar más. Lo que ven acá es lo último que tengo para vender y recibo a las clientas con turno cuando me llaman para algo puntual. Pero le di de baja la empresa, me hice monotributista, porque si algo tuve en mi vida es que hice todo legal siempre. Cuando teníamos la maison yo defendía mucho a los trabajadores, a las modistas que venían en horas extras, a la gente de la oficina. Siempre le decía a mi ex marido: ‘Hay que aumentarles’. Y él me respondía: ‘Vos sos Evita’”, contaba entre risas.
Elsa Serrano dijo “basta”. Ella, que vistió a las personalidades más célebres de la Argentina (de Mirtha Legrand a Susana Giménez, de Amalia Lacroze de Fortabat a Norma Aleandro). La misma que viajó por el mundo como modista oficial de dos primeras damas, María Lorenza Barreneche, la esposa de Raúl Alfonsín, y Zulemita Menem. La mujer que, con sus creaciones, trazó un concepto estético de lo que el imaginario colectivo recuerda como los años ’90 en la Argentina. La que tuvo una impactante maison donde recibía a sus clientas famosas y entró en quiebra durante la crisis de 2001.
Alejada de aquellos momentos de brillo y alta exposición, dijo “basta”. Entonces su nombre, siempre asociado a una colección, al glamour noventoso y la noche, a tailleurs o a vestidos de novia volvió a ser eso: la identidad de una mujer con más de cuatro décadas de trabajo.
“Primero estuvo Gino (Bogani). Yo empecé en el 75 y (Roberto) Giordano en el 73. Era una época en la que no éramos tantos en este mundo. Por supuesto que había boutiques, pero no éramos muchos. Ahora hay muchos, son tantos que ni yo los conozco”, señaló la diseñadora, que llegó a la Argentina con toda su familia desde Italia cuando tenía 9 años.
"Vengo de Calabria. En la intendencia de mi pueblo me quieren mucho, justamente me llamaron la semana pasada porque me dieron un premio. Siempre dicen 'los dos más importantes del mundo son Gianni Versace y Elsa Serrano'. Nosotros no somos del mismo pueblo pero sí de Calabria", aclaró.
-¿Con su familia vino a la Argentina en barco? -Lógico, ¡21 días en barco! Somos una familia numerosa, con 11 hijos. Uno de ellos quedó allá y los otros diez vinimos para acá. Mi padre era agricultor. Así que vinimos a vivir a una casa muy linda acá en Buenos Aires. Mi padre, que ya había estado acá, la había comprado. En la calle Maure, una de esas casas con vitraux, con habitaciones una atrás de la otra, muy muy linda. Fui a la escuela del Estado, al Liceo 9. Iba caminando como diez cuadras todos los días.
-¿Y qué pasa cuando termina el colegio? -Yo quería seguir odontología, nada que ver con nada. Pero no fue para mí. Así que me caso, a los 19 años y tengo una hija divina. Siempre me encantó la moda y como mi primer marido viajaba mucho, para que yo no me aburriera compramos un local en Belgrano y abro mi primera boutique. Traíamos toda ropa importada. Después de 10 años de matrimonio me separo y conozco a Serrano, un textil que me vendía tela. Nos casamos en el 75. Cuando volvemos de luna de miel le dije: “¿No me dejás ir al taller para ver cómo lo hacen?”. Y fui. Justamente tenía en ese momento un género increíblemente lindo para mí, a lunares Entonces lo usé para hacer un vestido. Él en ese momento él vendía muchísimo al interior y llamó a los vendedores para que lo vieran. Y los vendedores dijeron “no, señora Serrano, esto es un vestido para mucama”. Usaban esa palabra que es horrible. Pero lo llevamos igual. Se llamaba 1015 el artículo. ¡Lo llevaron todos los vendedores y fue un éxito rotundo! Tenía cuello blanco con una camelia colorada. Creo que con el gusto sigo teniendo ese ojo.
La alianza entre el empresario textil y la diseñadora rindió sus frutos. El suceso fue tal que, de un pequeño lugar pasaron, con los años, a tener un espacio enorme en el Barrio Norte porteño, en la calle Mansilla.
"Nos mudamos a un lugar en la calle Salguero hasta que llegamos al monstruo de Mansilla. Era un emblema, era único. ¡Lo tiró el Banco Nación abajo! Pero no importa, de las cosas feas no me gusta acordarme. Ahí estuvimos veintipico de años", recordó emocionada, mientras algunas lágrimas caen de sus ojos.
Los años ochenta fueron el comienzo del gran imperio de Elsa Serrano, que además de diseñar ropa pret a porter pensada para las mujeres argentinas, comenzó a expandirse. Tanto que llegó a vestir a estrellas internacionales que pasaban por Buenos Aires.
"A Joan Collins yo le hacía los tailleurs, también usaba los enteritos míos que ahora les dicen monos. También vestí a Gina Lollobrigida, Sofía Loren, Catherine Deneuve, Maya Plisetskaya", completó.
Poco después la modista comenzó a ser convocada para un rol muy especial: vestir a la esposa de Raúl Alfonsín y a las mujeres de varios funcionarios de su gobierno.
"Cuando lo eligen yo estaba en Italia. Me llama mi hermana y me dice: 'Elsa, tenés que volver'. Le digo: 'No, ahora vamos hasta Londres. ¿Por qué?'. 'Porque viene la señora de Alfonsín, de Borrás, de Trócoli, todas'". Y le digo: '¿Quiénes son?'. Yo jamás me había interesado por esas cosas. Ahí me dice: '¡La señora del nuevo presidente'. Entonces escucha mi marido y dice: 'Mañana sacamos pasajes y volvemos'. Fue así que vestí a toda la familia Alfonsín y a las otras mujeres, los quiero mucho", recordó.
Aquellos primeros años tras el regreso a la democracia resultaron una explosión en la vida de la creadora. Entre otras cosas, diseñó el vestido que Norma Aleandro usó en la entrega de los premios Oscar cuando ganó la película argentina La historia oficial.
"¡Se lo hice por teléfono! Con su simpleza me dijo: 'Tana, me nominaron. Haceme lo que quieras, Tana'. Y se lo mandé con el marido porque ella estaba filmando afuera. Aquel famoso escote en esa época dio mucho que hablar. Yo lo hago de toda la vida: atar un elástico a la pierna para que el escote quede así, un truquito que no saben muchos", agregó.
Después llegarían dos bodas muy recordadas: en 1988 la de Susana Giménez con Huberto Roviralta y, un año después, la de Claudia Villafañe y Diego Maradona.
"Yo a Susana la vestí doce años para la tele y para su vida. Y también a la mamá y a la hija. Para mí Roviralta era un señor.Yo iba mucho al canal. Un día me dice 'me caso'. Esto sería el 20 de noviembre y yo me tenía que ir a Europa a buscar unas telas para unas árabes. Le hice el vestido y ella vino después y se lo probó para ponerle el cierre. La enagua era de encaje francés. Ese vestido creo que lo copió el país", apuntó orgullosa.
Un año después, llegaría la recordada boda de Maradona en el Luna Park.
-¿Cómo fue la convocatoria para trabajar en la ropa del casamiento de Maradona y Claudia? -Un día me vino a ver (Guillermo) Coppola y me dijo que se casaban. Después me llama Claudia y me dice: 'Elsa, acá me vino a ver Valentino, todos. Se enteraron y quieren hacerlo. Pero Diego quiere que lo hagamos con vos'. Yo le dije: 'Claudia, te doy un consejo. Decile a Diego que es muy feo a mitad de la noche cambiarse'. En un momento se pensó que iba a usar un vestido mío y después uno italiano. A mí esas cosas de nuevo rico no me gustan, me gusta algo simple. Y a los 10 minutos ¡me llama Diego! Me dice: 'Lo que vos digas'.
Elsa Serrano terminó vistiendo a las dos familias. "Entonces me fui a Nápoles, les tomé las medidas. Porque no era solamente la ropa de Claudia, nosotros en esa época teníamos ropa de hombres. Le hicimos la ropa a Diego, a los padrinos, a la mamá, a las hermanas, a la suegra, todos. Diego es un loco pero es un divino, una persona divina", afirmó.
Los años '90 la encontrarían a Elsa Serrano en la cumbre. Por eso, cuando fue convocada para trabajar junto a Zulemita Menem, quien desde la separación de sus padres ofició de primera dama, de inmediato aceptó el desafío.
"Ahí Zulema y el presidente me dicen: 'Por favor, vos la tenés que acompañar, Zulemita es muy joven'. Y así se vio el cambio, ella tenía un jopo, otro estilo. Creo que todo el mundo opinó que fue un éxito todo lo que llevaba puesto durante aquellos viajes. Hemos ido a todos los palacios. Cuando me dicen cosas sobre el sacrificio que fue, yo digo que gané mucho en cultura. Realmente jamás hubiera soñado que podía dormir en el Kremlin", relató.
-¿Durmió en el Kremlin? ¿Cómo fue eso? -Sí, cuatro noches dormimos en el Kremlin. Porque muchos de los reyes o presidentes invitaban. Dormíamos en los palacios. En Oslo, en España. Fue culturalmente increíble. También estuvimos viviendo en el lugar de los emperadores en Japón. ¡Ahí saqué millones de fotos y no salió ninguna! (ríe).
-¿Le falló la cámara? -No, no. Creo que tendrían filtros o algún sistema para que no salgan. Increíbles los emperadores, tan simples. Siempre me gustó la realeza y todas estas cosas, por eso mis vestidos a veces son todos armados.
-¿Terminaron las cosas mal con Zulemita? ¿Se pelearon por dinero? -No, no, mi amor. La persona que tenía que pagar los gastos de ceremonial nunca los pagó. Pero no eran ni Menem ni Zulemita, ellos no tenían nada que ver. Era un ministro. Y yo tenía al contador yendo y viniendo.
-¿Ni siquiera se distanciaron personalmente por este tema? -No, no. Una sola vez, creo, que tuve que ir a aclarar algo pero con ella. Las dos vimos que era mentira lo que decían los diarios, no me acuerdo bien qué era. Además, todo está dicho, cuatro años después me llamó para que le hiciera el vestido de novia. Y ahora, me llamó hace dos semanas o tres Zulemita. Me dice: "Ay, Elsi, necesito una enagüita de satén pero de los tuyos, no esos que caen y son una simple enagua". Le dije:"Zulemita, no tengo raso negro italiano y no estoy haciendo nada porque tengo una sola modista que viene cuando yo la necesito por algo puntual".
Los tiempos de esplendor y viajes por el mundo se terminaron en 2001, cuando la empresa de Elsa Serrano quebró. Poco después, la mujer a la que los medios de la época llamaron "la modista del poder" se divorció de su segundo marido.
"Económicamente para mí fue horrible todo lo que pasé, pero ya está. Me decretaron la quiebra por un préstamo del Banco Nación para pagar lo de los empleados, las cargas sociales, que era mucha plata, era el 1 a 1. Pedí un préstamo, me lo dieron pero me hicieron una hipoteca sin saberlo ni Zulemita, ni Menem ni nada. Y después, como venía el país, no se pudo levantar. En el 2001 me decretaron la quiebra", explicó.
-¿Hizo un cálculo de cuánto dinero perdió? -Mucho, mucho (hace silencio largo). La propiedad de Mansilla era enorme. Yo tuve ahí un terciario, el Instituto Elsa Serrano. Enseñábamos alta costura con dos idiomas: el italiano y el inglés. Todo funcionaba en Mansilla. Mansilla era un monstruo de lo lindo y lo increíble que era. Salón gris, salón rosa, taller, oficina, salón de corte con mesa de 30 metros. Pero acá destruyen todo. Porque, yo digo que no me lo hubieran dado, pero lo podrían haber hecho como algo para el Estado de moda, con exposiciones permanentes, como hicieron la Usina del Arte. Se podría cuidar el patrimonio, pero acá destruyen todo realmente, es una pena.
Hoy con tres hijas y seis nietos, Elsa Serrano dice que pese a todo aquello que sufrió ama a la Argentina.
-¿Le gusta Mauricio Macri como presidente? -Yo a Macri lo conozco mucho, íbamos a muchas fiestas juntos. Sobre todo cuando estaba con la (Isabel) Menditeguy, en los 90. Y a Franco también. Ahora me dicen todos: "¿Por qué no le mandás un telegrama?" Y yo no. A (Juliana) Awada la conozco también, venía a mi taller, era chiquita, tendría 14 años. Los Awada son una familia deliciosa, los conozco a todos.
-¿Vestiría a la primera dama? -Sí, me encantaría. Pero ella tiene otro look quizás, y quizá tiene su gente que la vistió siempre. A lo mejor le da no sé qué pedirme.
-¿Le gustaría pensar en algún diseño para ella? -¡Sí! Y ojalá vuelvan a ganar. Yo no voto pero digo que ojalá vuelvan a ganar. Pero no sé. Realmente estamos pasando momentos muy difíciles. Yo nunca vi tanta gente durmiendo en la calle. Nunca vi tantos paros tampoco.
-¿Extraña algo de los '90? ¿Cómo los ve hoy? -No, nada. Esos años me quitaron mucho de la vivencia de mis hijas. Yo trabajaba mucho, me quedaba hasta cualquier hora, o sin dormir o viajaba. Pensándolo ahora digo: "Cuántas cosas me perdí de mis hijas o de mi primer nieto". Después yo me conformo. Yo soy canceriana así que todo lo veo positivo.
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