Mucho se ha dicho de las peleas que han tenido lugar entre los actores que formaban parte del elenco de El Chavo del 8. Sin embargo, la vecindad también sirvió de marco para que Carlos Villagrán, encargado de interpretar a Quico, entablara una férrea amistad con Ramón Valdés, quien por entonces encarnaba al recordado Don Ramón. Y, en diálogo vía Instagram Live con Carmen Valdés, la hija del actor fallecido en 1988, el hombre contó cómo fue la última charla que mantuvieron antes de su partida.
“Lo fui a ver porque yo tenía un compromiso para ir a trabajar a Bolivia y Perú. Lógicamente, yo sabía que estaba muy enfermo y me fui a despedir de él en el Hospital Santa Elena. Entré y él siempre con sus bromas, a pesar de que estaba ya muy delgadito y todo...Yo lo vi muy delgado y ya vi que le faltaba muy poco tiempo. Así que lo abracé y empecé a llorar. A lo cual él me dijo: ‘Ya, no llores cachetón. Allá te espero’. Le digo: ‘¿Allá con el Señor?’. ‘No te hagas el tonto: allá abajo’, me respondió”, recordó Villagrán sin poder contener la risa.
Sin embargo, al rememorar el momento en que se enteró de la muerte de su amigo, el actor se puso serio y contó: “Ese día estuve muy triste. Aunque la esperaba, cuando te llega la noticia ya sabes que es oficial. Entonces me llegó una foto suya. Estaba yo sentado, me la quedé viendo y me quedé sin palabras... Y recordando tantas y tantas, y tantas cosas que pasaron. Perder a Don Ramón fue muy doloroso para mí”.
Las anécdotas que compartieron Villagrán y Valdés fueron muchas. Y Carlos recordó algunas de ellas en diálogo con la hija de su amigo. “El común denominador de todos los que trabajamos en esta hermosa vecindad, fue hacer lo mejor que podíamos. Por eso, nosotros mismos nos explotábamos para ver hasta dónde podíamos llegar... Y Don Ramón era el maestro del timing, lo traía a flor de piel. Todos hemos aprendido de él, fue nuestro maestro”, señaló el actor.
Villagrán recordó que tenían que pasar toda la jornada de grabación con la pintura o lo que fuera que le hubieran tirado para el programa. Y que luego se metían en “la regadera con ropa y todo” para poder higienizarse. Sin embargo, contó que aunque la mayoría de ellos estaban caracterizados, Valdés sólo tenía que ponerse un gorro para salir a escena. “Don Ramón, afuera y adentro, era Don Ramón. Era genial porque él llegaba y así como estaba se presentaba”, explicó.
El actor le contó a Carmen una historia de un día que, en el intervalo del almuerzo, habían ido a una taquería que quedaba fuera de los estudios de Televisa. "De regreso, caminando, vi que tu papá apretaba el paso. Y yo tenía ganas de ir al baño. Entonces como que le gano la carrera, termino corriendo y me meto al baño. Me dice: ‘Maldito cachetón, me lo ganaste’. Y yo pensé que se había ido hasta que escucho: ‘Apúrate cahetón’. ‘No Ramón, busca otro baño’, le digo yo. “Creo que si voy a buscar otro baño porque esto ya no es vida', me responde”.
Villagrán recordó el entusiasmo con el que los recibía la gente cuando iban de gira a distintos países del Latinoamérica. “Era demasiada la popularidad que teníamos”, reconoció. Y contó que en los aviones la gente se paraba de sus asientos para ir a pedirles autógrafos, hasta que las azafatas los mandaban a sentar.
“Un día regresábamos de Chile y Don Ramón venía cansadísimo, así que se quedó dormido en el asiento del avión. De repente, un niño como de nueve año se acerca y le da una cachetada. Él se despierta creyendo que se estaba cayendo la nave. Y el padre del nene, riéndose, le dice. ‘Está imitando a doña Florinda’. Tu papá se lo quería comer”, le contó Carlos, divertido, a Carmen.
Y, a pedido de la hija de Valdés, recordó un episodio ocurrido en un hotel. “Cuando estábamos de gira casi siempre nos tocaba en la misma habitación a Don Ramón y a mí, porque también lo pedimos nosotros. Nos llevábamos muy bien. Entonces, se despertó primero tu papá, entró al baño y se puso a lavarse los dientes. Yo me despierto, lo veo y me dice: ‘¿A qué hora le sale el sabor a esto?’. Y cuando miro, se estaba lavando una pomada para las hemorroides”, rememoró Villagrán.
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