Durante un buen tiempo, Calu Rivero dividió su vida entre los Estados Unidos y la Argentina. La actriz fue por estudio, pasó por distintas academias para sumar herramientas que le sirvan para su carrera, pero de a poco, paralelamente, se fue enamorando de ciudades como Nueva York. A eso le sumó que fue cosechando amigos y, cuando quiso darse cuenta, ya tenía una vida armada lejos de sus raíces, en su Catamarca natal. El inicio de la pandemia la sorprendió allá, pero no se preocupó demasiado en buscar ser repatriada. Al contrario, se apegó a nuevas costumbres y afianzó su relación con un joven ruso del que prácticamente no da información.
Un mes atrás, Rivero y su pareja dejaron el departamento y se mudaron a un santuario de animales rescatados en Nueva Jersey, sitio en el que conviven con una innumerable cantidad de especies de ser vivos. No solo eso: en el lugar, que está ubicado en las afueras de la ciudad, no tienen los servicios básicos, como agua corriente y gas natural, por ejemplo. Disfrutan de la vida silvestre y se arreglan con lo que la naturaleza les da. “Es mágico sentir este profundo respeto y afinidad. Vivir en el santuario Tamerlaine es una experiencia increíble. Uso ropa para mí, no para ciertas ocasiones”.
Vive en una cabaña de madera, todos los días corta leña para cocinar y calentarse y utiliza el río que pasa a unos pocos metros para sacar agua apta para consumir y para bañarse. En ese mismo lugar, armaron una especie de muelle, en el que van, por ejemplo, a lavar la ropa, los platos y diferentes accesorios de cocina. Suele verse vestida para la ocasión, con botas de goma, para hacerle frente a las zonas con barro, pero también por precaución, porque suele cruzarse con reptiles.
Justamente, en uno de los últimos videos que compartió, llevando adelante una de esas actividades diarias, se percibe cómo una víbora se acerca a ellos tímidamente y los acecha. Sin embargo, lejos de asustarse, vivió este acontecimiento naturalmente. Contó que cuestiones así, en medio de la nada, se viven a menudo y que ya están acostumbrados. “La naturaleza no para de enseñarme cosas, y yo sigo aprendiendo. Estoy agradecida y voy a ir compartiendo esto con todos ustedes”, detalló en otra publicación.
En diferentes ocasiones también se mostró cocinando, siempre platos veganos, ya que en más de una oportunidad manifestó que no come carne ni derivados de animales. Esa tradición la mantiene intacta aun en estos tiempos, en los que elaborar platos con lo que tiene a mano es mucho más complejo. Sin ir más lejos, días atrás juntó ramas, hizo un fuego, le colocó piedras a los costados para hacer reparo, pero también para ponerle arriba una asadera en la que cocinó unos hongos y diferentes hojas que fue recolectando del lugar.
En los diferentes materiales que sube a todas sus redes sociales, se la puede ver alimentado a cerdos, vacas, cabras, ciervos, perros, gatos, patos, gallinas y así se van multiplicando las especies. Se ven animales dóciles, a los que acaricia y hasta se acuesta con ellos para jugar y pasar un momento ameno. En cuanto al paisaje, predomina el verde, el césped tupido y una inmensa cantidad de árboles y plantas.
Semanas atrás, ella habló de este paso con la periodista Catalina Dlugi. En este sentido, hizo referencia a la desigualdad que ella siente que se puso de manifiesto en este período que transita la sociedad producto del COVID-19. “Creo que la pandemia y el aislamiento puso de manifiesto todo lo que realmente somos. En este país, puntualmente, puso todo tipo de desigualdades bajo la lupa. Las desigualdades sociales, colectivas”.
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