“Pulir y encerar”. Quienes crecieron en los 80 escucharon alguna vez esta frase que el maestro Miyagi (Pat Morita) le repetía al joven Daniel LaRusso (Ralph Maccio) como un lema para lograr ser el mejor karateca.
Corría el año 1984 y llegaba al cine una película que se convertiría en un clásico: Karate Kid. La historia era simple: el adolescente Danny llegaba a Los Ángeles con su madre y tenía intención de hacerse amigos. Pero un grupo de chicos que practicaban karate, liderados por Johnny Lawrence (William Zabka) y miembros del grupo Cobra Kai le comienzan a hacer la vida imposible. Así el joven se acerca a Miyagi y se entrena durante días y días para luego poder vencer a su enemigo, el chico popular Johnny.
Tomando como punto de partida esta historia fue que se creó la serie Cobra Kai, una reinvención acertada de la historia original con Will Smith como productor ejecutivo (cabe recordar que su hijo Jaden Smith hizo una remake del filme en 2010). Aunque podemos ver Cobra Kai sin haber visto la saga de Karate Kid, hay un condimento extra que se desvanece si no conocemos el pasado de los personajes centrales. Siempre resulta bueno volver a ver un clásico con los menores de la casa.
Con los mismos actores protagonistas, la serie comienza en la actualidad, con Johnny y Danny ya adultos, relatada como una especie de secuela. Mientras Larusso es un empresario exitoso dueño de una concesionaria de autos que no para de vender rodados de alta gama, su contrincante Lawrence dirime sus días entre salidas nocturnas, desayunos con alcohol y una vida desordenada que implica desalojos y falta de un trabajo estable.
El punto fuerte de Cobra Kai es el reencuentro de estos dos chicos, ya hombres, que tienen asuntos pendientes. ¿Quién es el exitoso ahora? ¿Cómo se pueden reavivar enfrentamientos que parecían resueltos en la adolescencia?
Cobra Kai logró a su vez conquistar al público más amplio que pueda aspirar una serie. La pueden disfrutar en todas las edades y, lo más importante, en familia. Los más chicos irán por los conflictos entre los nuevos teens de la historia, con Miguel Díaz (Xolo Mariduela) a la cabeza (el primer alumno que tendrá Johnny en su escuela de karate), y los adultos se acercarán por la nostalgia del film de los 80. De hecho, a lo largo de las dos temporadas se cuelan entrañables escenas de Karate Kid que hacen que se nos escape algún lagrimón a los veteranos.
Y si la película original nos invitaba a elegir entre el bueno y el malo, la serie no se para desde ese lugar. Acá no hay grieta: todos los personajes (los viejos y los nuevos) tienen historias personales difíciles que parecen repercutir en lo que sucede en sus vidas actuales. Si Johnny resurge de las cenizas, Larusso se replantea su vida en el umbral de los 50 años. ¿Es feliz en su vida de opulencia, su esposa perfecta y sus hijos amorosos?
El planteo de cada uno de estos karatecas nos acerca a los clásicos conflictos de la mediana edad, cuando surgen preguntas acerca de cómo llegamos al lugar que estamos. El camino de la redención que comienza Lawrence y el de las segundas oportunidades ante una vida que no fue para nada noble con aquel joven, hacen otro de los ejes más rescatables de esta ficción. Y si en Karate Kid se deseaba con mucha energía que Johnny terminara aplastado por el buenazo de Larusso, aquí la cosa es distinta. Surge la necesidad de que todas las cosas que emprenda Johnny le salgan bien y sin tropiezos.
Otro de los grandes hallazgos de Cobra Kai es el deporte como lugar de rescate de adolescentes que no logran encajar ni encontrar su lugar en el mundo. Aunque en algunos casos tenga efectos adversos como en el personaje de Eli (no así en el de Aisha), el karate es mostrado nuevamente como un salvavidas para aquella edad tan difícil que es la adolescencia, llena de inseguridad y necesidad de pertenecer.
Con una tercera temporada confirmada para el 2021, Cobra Kai abrió el camino para que historias conocidas por todos vuelvan a ser contadas. Veremos qué otras series surgen en el revival de los 80.
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