A raíz de los diferentes casos que fueron sucediendo, debido a personas que no pudieron despedir a sus seres queridos, surgieron nuevos protocolos para poder llevar adelante este acto. La necesidad de buscar consuelo pesó por encima de todo. Con este paso que se logró, la modelo Ingrid Grudke logró estar presente en el último aliento de Eduardo, su papá, que falleció días atrás, a la edad de 79 años, producto de un Alzheimer que lo tenía a maltraer. Conseguir el permiso no le fue para nada sencillo.
Hace un mes, a través de su cuenta de Twitter, compartió con sus seguidores el momento angustiante que estaba pasando. “Mi papá tiene Alzheimer y no puedo viajar para ir a verlo”, se lamentó en aquel entonces. Subió fotografías con él y le pidió a Dios por su salud. En ese entonces, su desesperación tenía que ver con que no conseguía la autorización para poder viajar a Misiones y pasar los últimos días con él. De acuerdo a los últimos informes médicos que le llegaban desde su provincia natal, la necesidad de ir a verlo y también acompañar a su entorno más cercano la inquietaba.
Luego de varios días de insistencia, el 24 de agosto logró que la dejaran viajar. Sin vuelos comerciales habilitados, lo hizo en auto. La acompañó su novio, Martín Colantonio. Una vez allá, y antes de reencontrarse con sus seres queridos, tuvo que hacer la cuarentena aislada, en la chacra que poseen sus padres, ubicada en Los Helechos, en la selva misionera. De antemano, le manifestaron que no valían ni siquiera los hisopados negativos, que sí o sí tenía que respetar los días de rigurosidad, con todo lo que eso significaba. En las condiciones en las que se encontraba el señor, el tiempo era crucial.
Ante lo acontecido, Ingrid charló de la situación con La Nación. Brindó detalles de las últimas horas y del momento en el que se encontró cara a cara con su padre. “Después de hacer la cuarentena, el domingo, los doctores me autorizaron a verlo. Fui y me miró con sus ojos enormes. Al día siguiente, a las 3 de la madrugada, se fue. Tenía Alzheimer y ya estaba en la etapa más cruel de la enfermedad. Ahora estamos todos en paz”, manifestó.
Por otro lado, hizo hincapié en la relación con Eduardo y lo que le significó, emocionalmente, poder haberlo visto con vida y darle el último beso. “Aunque siempre tuve paz sobre la relación que tuve con mi papá, poder verlo nuevamente, después de tantos meses de cuarentena y en sus últimas horas de vida, realmente es tranquilizante. Y sobre todo poder estar apoyando a mi mamá en este momento”.
Por lo acontecido, y teniendo en cuenta que por las cuestiones sanitarias previstas por el COVID-19 su labor, sobre todo la de modelo, está en pausa, decidió quedarse en Oberá. Pasará unos días en la casa de campo en la que se crió y en las que tantas veces ayudó a su papá, que fue productor de yerba mate. En este contexto, prefirió buscar tranquilidad, acompañando a su madre y apoyándose en sus hermanas, Ruth y Edit.
En octubre de 2015, Ingrid había pasado por una cuestión similar. En aquel entonces, lamentó la pérdida de Alfredo, su hermano. Fredy tenía 37 años cuando falleció, luego de una larga lucha contra los problemas renales que lo aquejaban. Luego de una diálisis, se descompensó, sin que los médicos que seguían su caso pudieran hacer nada al respecto.
Además de su familia, está acompañada de su pareja. Con Colantonio se conocieron en el 2018 y desde entonces viven un romance apasionado. Debido a que la cuarentena los encontró en el mismo domicilio, los obligó a convivir. Meses atrás, ella contó que este paso, que se dio sin querer, afianzó la pareja.