Uno de los desafíos de la cuarentena fue la enseñanza desde casa para los chicos, docentes y, sobre todo, para los padres. En esta oportunidad Pamela David conversó para PamLive -que se emite por su cuenta de Instagram: @Pamedavid- con la licenciada en Educación y docente Pamela Bulacio, donde desarrollaron la problemática de la formación del alumno en esta nueva era. Cómo el Coronavirus adelantó en el tiempo la enseñanza tecnológica. Criterios de evaluación y los cambios que se vienen. Lo fundamental de un buen vínculo entre el docente y el chico.
—Fue un año muy difícil, sobre todo en el escenario de la educación.
—Un año muy difícil. Afectó al escenario educativo y a todos sus actores. Cuando digo esto no nombro solamente a los docentes, jerárquicos y directivos sino también a los niños. En ellos quiero hacer esta pausa porque fueron los que se sintieron en ese torbellino de este cambio y a muchos les costó adaptarse. Sintieron ansiedad, enojo, porque muchos este año egresaban de la escuela, ya sea primaria o secundaria, y se les cambió todo lo que tenían proyectado. Les tocó mucho en lo emocional también, no solamente en lo pedagógico. Y tuvieron que adaptarse a todo esto, que si para un grande fue difícil, imaginate para un niño o adolescente.
—Pasaron más de cinco meses ¿Se puede hacer un balance? ¿Qué cosas van a quedar del uso de la tecnología?
—Recién ahora nos estamos acomodando. Al principio fue todo un cambio para los docentes en cuanto a la manera de preparar sus labores, su tarea, su enseñanza. Muchos no manejaban la tecnología y muchos no tenían los soportes y las herramientas para tener sus clases virtuales. Ahí nos tenemos que replantear nosotros que esta pandemia nos tiene que abrir un nuevo paradigma de acá en adelante para enfrentar la educación. Nos dimos cuenta que necesitamos docentes capacitados en nuevas tecnologías, que sepan manejar las herramientas tecnológicas y que las tengan, porque a veces había docentes que no tenían computadora en sus casas para preparar sus actividades porque no la utilizaban. Alumnos que tampoco tenían como materia que sea informática, en muchas escuelas, más del Estado. Entonces, plantearnos también cómo formamos al alumno para enfrentar este cambio que hoy nos sorprendió, pero si hubiésemos sido previsores, esto no tendría que haber pasado.
—¿Cómo estamos parados en Argentina frente a la utopía de la igualdad?
—Creo que esto también nos marcó esa diferencia. De esto tenemos que rescatar muchas cosas: primero, a nivel humano, somos todos iguales. Este virus no hizo distinción de clases sociales pero sí de la distinción de la escuela. En algunas escuelas públicas de barrios muy humildes, muy carenciados, las maestras todavía no pudieron contactar a la totalidad de sus alumnos porque ellos no tienen ni siquiera en sus casas un teléfono para contactarlos y mucho menos con Internet.
—¿Cuáles son los lugares más afectados?
—Por ejemplo, la escuela donde yo daba clases, en el distrito de San Martín, cercana a la villa La Carcova. La directora arbitró todos los medios habidos y por haber, junto con el equipo docente, para llegar a las familias, pero se hacía muy difícil porque la mayoría de chicos son de barrios muy humildes, entonces ahí no podemos hablar de que tengan un dispositivo móvil ni de que tengan Internet.
Así como evolucionaron los edificios y los autos, siento que como docente la escuela quedó relegada en un lugar donde todavía existe el banco, el pizarrón y la tiza
—¿Hubo un cambio después de estos meses? ¿Se resolvió la problemática?
—Se mejoró en cuanto a que las familias de chicos podían acercarse a buscar los bolsones de alimentos, entonces ahí surgía el contacto familia–escuela. Tengo que destacar la labor de los porteros y auxiliares de escuela. Hoy tuvieron una labor social muy importante a desarrollar porque eran los que preparaban esos bolsones de alimentos y los repartían a las familias cuando se acercaban a las escuelas. Muchas veces ahí se hacía el nexo para que la familia pueda buscar una fotocopia, un cuadernillo de actividades, para que los chicos pudieran trabajar desde sus casas. Lamentablemente siempre a principio de año bregamos por un buen sueldo para los docentes. Hoy nos damos cuenta qué importante es la capacitación, porque si un docente no llega a fin de mes, tampoco puede destinar parte de su sueldo para tener una conexión a Internet, que no son baratas. Esta situación nos plantea a todos los actores de la educación en un lugar distinto pero donde tenemos que unir criterios e ir para el mismo lado.
—¿Qué cosas van a quedar de esta nueva educación cuando todo esto pase?
—La tecnología vino a quedarse como una materia tan importante como matemática, lengua, sociales, naturales. Que todos los chicos que van a la escuela tengan un salón digital, donde puedan sentarse en su máquina y aprender a trabajar en una computadora. Donde en el secundario los chicos también puedan dejar atrás la cartulina y el fibrón para dar una lámina y puedan dar una clase con un dispositivo móvil. Que las escuelas tengan Internet en su totalidad.
—No es lo mismo leer un libro en papel que leer un iBook…
—Ni un extremo ni el otro. Así como evolucionaron los edificios y los autos, siento que como docente la escuela quedó relegada en un lugar donde todavía existe el banco, el pizarrón y la tiza. Conservemos que el chico sea lector del libro de papel, que tenga la capacidad de redactar para aprender la ortografía, de resumir. Pero también que nos aggiornemos, tanto docentes como chicos, y aprendamos y nos amiguemos con la tecnología. Podemos hacerlo en conjunto. No es ni blanco ni negro. Hoy es muy valorable el apoyo de la familia en los chicos. Soy docente y soy mamá también. Al principio les daban actividades a los chicos como si fuera el fin del mundo. Se angustiaban mucho.
—En un principio, ¿desde dónde venía la orden o el control a los docentes de las actividades que se le dieron a los chicos?
—Primero desde el Ministerio, luego de los cargos jerárquicos. Hay una currícula anual para cumplir, y uno entra en la carrera desesperada de cumplir con eso. Eso le da la pauta al docente de que el chico aprovechó el año. Ahí es donde tenemos que hacer una pausa. Hoy, el chico no necesita que lo abrumen de contenido y que queramos que sea un año común como si lo único que cambió fue el lugar donde se aprende. No es un año común. Al chico le generamos ansiedad, tristeza, porque su espacio sociabilizador era la escuela, no tienen un club para ir, hasta hace poco no podían salir. Estoy a favor de la cuarentena porque todavía nos podemos exponer. Y hay escuelas que todavía no nos pueden dar esa seguridad e higiene.
—¿Cómo le decís a un chico que mantenga el protocolo y no salude a un amigo?
—Es imposible también para el docente enseñarlo. Eso al chico le generó una carga de angustia y ansiedad porque también quiere ver a sus amigos y sabe que no puede. Él toma la escuela como un espacio sociabilizador, no solo de aprendizaje. Y encima sumarle la carga de contenidos y conocimientos, y pretender que es un año común en cuanto a conocimiento... Recién ahora se han bajado los decibeles y hoy es más importante que a un chico le eduquemos valores, que trate de conectarse con sus amigos. Me interesa más eso: utilizar esta situación para que a los chicos los formemos en valores. Es mucho más importante que el chico aprenda a empatizar, a valorar lo que tiene, a valorar la amistad.
—¿Tenía que pasar que la escuela comience a tener estas herramientas para tener valores?
—Era momento de que lo hagamos. Esto nos dejó la enseñanza de que todos somos iguales. Esto nos dejó muy desnudos, emocionalmente hablando. Nadie está exento de nada. Hoy tienen que aprender el compañerismo, el amor y el respeto.
Hoy no voy a hacer tan puntillosa en preguntarle al chico sobre la porosidad de la cerámica. Quiero que tenga un conocimiento más generalizado y que cumpla los objetivos; con eso me voy a conformar
—No creo que sea para todos iguales porque no hay igualdad de oportunidades para todos. ¿Cómo se va a evaluar el esfuerzo de unos con respecto a los de otros?
—Hay familias que no tienen un medio de movilidad. Esto dejó a las claras también la posibilidad que tuvo un chico que va a una escuela privada de buen nivel de tener casi todos los días Zoom con clases virtuales en el horario habitual de escuela, que el chico que quizá se conecta una vez por semana con su docente, porque más no se podía. También está el chico que no se conectó nunca y recibía sus actividades por mail y le daban la devolución por esta vía, que fueron muchos los casos. Y el chico que quedó relegado y las escuelas aún hoy no pudieron contactarse con las familias. Ahora dicen que se va a pasar de año pero terminarán sus aprendizajes y se terminará de evaluar el año que viene. Pasarían de año en suspenso.
—¿Cómo se baja la ansiedad a los chicos sin frenar el aprendizaje?
—No hay que minimizar las responsabilidades. Que ellos sepan que este año, con otro contexto, tienen que seguir aprendiendo. Que hay un orden de prioridades, que se tienen que reordenar y reacomodar un montón de cosas, entre ellos los contenidos. Hoy no voy a hacer tan puntillosa en preguntarle al chico sobre la porosidad de la cerámica. Quiero que tenga un conocimiento más generalizado y que cumpla los objetivos; con eso me voy a conformar.
—¿Qué es lo más traumático para los chicos? ¿Quiénes fueron los más afectados: niños o adolescentes?
—Ambos grupos etarios. La frustración que les genera recibir actividades y no poder resolverlas. A veces están en un contexto solos porque la familia no está para ayudar. Hay que sacarse el sombrero por todas las familias que pudieron estar al lado. Antes no pasaba que los padres se involucraran mucho. Hoy creo que se involucraron porque no quedó otra. Había mucha soledad. Muchos chicos que se planteaban eso. No podían resolver nada, se sentían solos. No todos los papás se podían involucrar en el aprendizaje. Muchos papás se transformaron en maestros en casa, porque los chicos necesitaban de ese apuntalamiento pedagógico. El chico sintió un escenario nuevo para él.
—¿Qué pasa con el entusiasmo de los chicos cuando tienen que estudiar de manera remota?
—El vínculo es muy importante a la hora de aprender, ya sea con sus compañeros y sus pares como también con el docente. La tecnología desdibuja ese vínculo. Son muy importante las clases que dan docentes de áreas especiales como música, educación física, plástica. Es muy bueno cómo le buscan la vuelta y los hacen bailar o participar de la clase. Eso los relaja. Quizá en la escuela todo era más estructurado. Con ciertas clases, chicos y no tan chicos empezaron a aprender jugando, y pasan un momento ameno y divertido.
Tiene que evolucionar también la formación del docente. No podemos seguir formando docentes como hace 50 años atrás
—¿Tenés la esperanza de que en algún momento pueda haber igualdad de oportunidades?
—Hace mucho tiempo que vengo luchando por eso. Me encantaría verlo pero creo que estamos a años luz mientras todos los principios de años se siga discutiendo por un salario y condiciones dignas de trabajo. Cuando los chicos puedan tener un lugar digno para estudiar recién ahí vamos a poder hablar de tecnología, de capacitación; es vergonzoso que todavía no la tengamos resueltas. Yo no me voy a sentir segura como mamá ni docente si un chico va a la escuela y todavía no tiene agua o la higiene correspondiente. Creo que todo esto se solucionará cuando un docente pueda cobrar bien para tener sus dispositivos, pueda tener Internet en casa sin que se le corte el servicio y pueda pagarse un curso de capacitación.
—¿Los docentes tuvieron que aggiornarse?
—Así como la escuela y la educación de los chicos tienen que evolucionar, tiene que evolucionar también la formación del docente. No podemos seguir formando docentes como hace 50 años atrás.
—¿Qué cosas van a cambiar?
—Tienen que cambiar tanta rigidez. Por ejemplo, pensar que solamente es importante matemática, sociales, lengua, naturales. Apuntar a materias de arte, a que el chico se pueda proyectar desde otro lugar. Que él pueda crear su conocimiento desde su propio pensamiento. Hoy la escuela rígida ya es poco seductora para los chicos. Tenemos que cambiar esa escuela aburrida.
—¿Los profesores van a ser más comprensivos con los alumnos? Por ejemplo, en evaluaciones o en llegadas tardes.
—Por ahora no se habló de cambios. Sí creo que se tendrían que poner en el tapete varios temas para cambiar. Esa rigidez de la escuela vieja atrasa. Los chicos tienen que saber que tienen que haber respeto, que existen normas. Yo no sé cuánto al chico lo abochorna o le suma que delante de todos los compañeros le pidan un cuaderno de comunicados porque llegó 10 minutos tarde, y no se involucran y no le preguntan por qué llegó tarde. Sigue habiendo escuelas donde tienen la modalidad de la vieja usanza.
—Para todos fue un aprendizaje. Hoy sabemos y comprobamos lo que no sirve. En la escuela, antes nosotros no conocíamos nuestras emociones.
—Está comprobado que el chico que genera un buen vínculo con el docente, que no le hace sentir al chico que es uno más en el aula, un número en la lista de presentes, ese chico va a tener mejores resultados en el aprendizaje. Quizá no sea un alumno 10. Hoy también se tienen que cambiar los métodos de evaluación. Reconozco que el docente que le hace sentir al chico que es importante, que no es uno más, que es importante en sí mismo por lo que puede resolver o pensar, es el docente que mejor va a generar el aprendizaje en el chico. Cuando ese chico no crea un buen vínculo con el docente puede involucionar o evolucionar. A veces sirve cuando el chico cambia la forma de relacionarse con el otro.
Hoy la escuela rígida ya es poco seductora para los chicos. Tenemos que cambiar esa escuela aburrida
—¿Cómo se motiva a los niños de hoy para estudiar?
—Es muy difícil hacer clases que sean atractivas para el alumno. El docente tiene que poner en juego toda su creatividad. Creo que lo viejo no va más. Antes el chico que era inquieto se lo veía como hiperquinético o que tenía algún trastorno del aprendizaje. Hoy todos los chicos tienen que ser así: preguntar, cuestionar; de eso se aprende y se forja la personalidad. Si al chico lo tengo sentado y no lo dejo relacionarse ni cuestionarse y lo tengo solo para que escuche mi clase, ahí el chico se distrae y deja de ser una clase atractiva. Es importante que los docentes armen sus clases con estrategias y herramientas con cosas que le llamen la atención a los chicos.
—¿Qué consejo le das a los chicos que hoy atraviesan esto y es tan difícil, y a nosotros, como padres?
—Que no bajen los brazos, que cambió el lugar físico del aprendizaje pero es muy importante que se sigan proyectando para un futuro. Hoy el que tiene futuro es el que estudia, el que trabaja. Si realmente no estudiás quedás relegado del sistema. Hoy es muy importante formarse, capacitarse. A veces no dan ganas, a veces miramos a los costados y no tenemos los mejores escenarios. En este contexto que nos tocó a todos, hay que salir adelante y capacitarse. Que las familias acompañen. Que hablen con los chicos, que se interesen por lo que le pasa. No solamente por las actividades de la escuela, sino que vean cómo se sienten. Hay muchos chicos que se sienten solos. Algunos lo saben comunicar y otros no. Es muy importante que la casa tenga ese rol de contención. En la escuela, el vínculo entre chicos y docentes es impagable. Hoy para el docente es quizá más importante hablar con los chicos sobre una problemática que seguir adelante con un temario solo por decir a fin de año: “Logré cumplir con todos los temas de la currícula”.
—¿Cómo es la relación entre padres y docentes?
—Creo que el rol del docente se fue desdibujando cada vez más, lamentablemente. Eso hizo que el respeto cambie. Pero cambió mucho el respeto en la sociedad: la intolerancia hizo que esa falta de respeto que se inicia en el hogar se traslada a otros ámbitos. Hoy no podemos aceptar que el chico no te respete cuando el padre no lo hace. El respeto tiene que ser mutuo, de ambas partes. Creo que hoy las familias dejaron de respetar al docente como una figura, como era antes.
—¿Cómo hacés para motivar a aquel que sabe que no va a repetir?
—Si bien nosotros hoy tenemos que ser mucho más comprensivos y tolerantes y saber que ellos están pasando un momento angustiante, también debemos mostrarles que deben tener sus obligaciones. Les recomiendo que le mantengan los horarios marcados de sus actividades porque están bueno que sigan con una rutina.
—Estamos de acuerdo con que la educación empieza en casa. Podemos llegar a sacar cosas positivas de esta situación. ¿Cuál es el tuyo?
—Hablamos mucho de motivar a los chicos, pero también hay que motivar a los docentes. ¿Quién motiva al motivador? Hay docentes que la están pasando mal y a veces se hace difícil crear esa magia que sucede en el aula. Si pasamos esta situación, nos tiene que servir para ser mejores personas. Hoy planteemos una verdadera inclusión, una verdadera igualdad y más con los chicos. Tengo la fe y la confianza de que todo esto va a pasar y nos va a dejar una enseñanza. Hoy quedó claro todo lo que tenemos que cambiar. Es hora de actuar.
—¿Creés que volvemos a las clases en el 2020?
—Yo creo que no. Sería una buena decisión. Para que volvamos, hay que prepararnos mucho también. Asegurarnos de que todos los chicos tengan las normas de bioseguridad y de higiene en todas sus escuelas. Hoy no podemos arriesgar ni a los docentes ni a los chicos.
SEGUÍ LEYENDO