“Desde hace mucho tiempo, recibo dos o tres llamados al año de amigos, generalmente mujeres, que me contactan llorando porque terminaron de ver Mi primer beso. ‘Sé que estás ok, pero quería asegurarme de que todo estuviera bien’, me dicen. Y yo les digo: ’Estoy vivo, ¡estoy vivo!”. La anécdota que contó en una entrevista reciente Macaulay Culkin representa a la perfección lo que siente desde hace casi tres décadas el público luego de ver la película que protagonizó junto con la actriz Anna Chlumsky cuando los dos tenían 10 años.
Emotivas y ciertamente trágicas, las escenas encabezadas por Vada y Thomas en Mi primer beso (el título original es My Girl) son recordadas hasta la actualidad por su calidez y también por el destino final del protagonista.
Grabada luego del exitoso estreno de Mi pobre angelito, que en 1990 recaudó 476,7 millones de dólares y quedó tercera como uno de los grandes tanques de ese año (el primer lugar fue para la memorable Ghost, con Demi Moore y Patrick Swayze, y el tercero para la sorprendente historia de amor de Mujer bonita, protagonizada por Julia Roberts y Richard Gere), el rodaje de la película con Chlumsky no estuvo exento de conflictos y curiosidades.
La producción tuvo algunos inconvenientes para encontrar las locaciones adecuadas, los protagonistas no se conocían de antemano y ocurría algo todavía más importante: según contaron en múltiples entrevistas, hasta el momento ninguno de los dos pequeños actores había besado a otra persona, al menos en la ficción.
A continuación, un repaso por 11 secretos de la particular historia de amor y amistad entre una niña que se crió entre sepultureros y un pequeño alérgico y tímido que conmovió y sigue conmoviendo a varias generaciones.
1. Los elegidos. Mientras que Culkin venía de lucirse en Mi pobre angelito y se perfilaba como una estrella –poco después llegaría la segunda parte de la saga–, Anna Chlumsky era menos conocida en el ambiente, aunque ya había dado algunos pasos en pequeños papeles y había participado en numerosos comerciales de televisión.
Con Mi primer beso llegó su primer rol protagónico en cine. Según reveló el diario Los Angeles Times en febrero de 1991, la niña consiguió el papel de Vada Sultenfuss luego de hacer un casting en Chicago y luego viajó a Los Ángeles para una audición junto con Culkin.
Poco después, mientras se encontraba trabajando en un pequeño teatro, la llamaron para confirmarle que había conseguido el papel que le cambiaría la vida y que fue muy elogiado por la crítica.
2. Veteranos. El elenco se completó con los veteranos Dan Aykroyd, como padre de Vada, y Jamie Lee Curtis, quienes resultaron de gran ayuda para los niños. “Los dos me enseñaron a ponerme en los zapatos del otro y a estar siempre enfocada”, aseguró Chlumsky.
3. Una fortuna para Macaulay. Según trascendió a fines de 1990, el protagonista de Mi pobre angelito cobró 1 millón de dólares por interpretar a Thomas en Mi primer beso. Según publicó el medio especializado Entertainment Weekly por aquellos días, la expectativa de ver al niño que había conquistado al mundo en su trabajo anterior dando su primer beso en la pantalla de los cines era muy alta.
Sin embargo, por una filtración en los medios, la avidez de los espectadores estaba puesta, también, en un rumor que luego se confirmaría. Se dijo que, lejos del tono de comedia de Mi pobre angelito, “algo trágico” le sucedería al personaje de Culkin en su nueva película.
4. Lágrimas. En diversas entrevistas a lo largo de casi tres décadas, la protagonista fue consultada sobre su técnica para interpretar las escenas más tristes siendo tan chica al momento de las grabaciones.
Según contó, Chlumsky fue acompañada en todo momento por su madre en el rodaje y fue ella la que le dio distintos consejos. Uno de ellos fue que debía prepararse una hora antes de las escenas más conmovedoras y pensar en cosas tristes. A la vez, la actriz contó que para la toma en la que debía ver a su amigo en el féretro, su madre le dijo “imaginate que estoy yo ahí”.
5. La historia. Según señaló en una entrevista, la guionista Laurice Elehwany escribió la historia de la película a partir de una experiencia propia: en su colegio había una niña que vivía en una casa de funebreros y su propio hogar tenía una sala para llevar adelante ritos fúnebres.
Desde entonces, la autora de la película se preguntaba cómo era para aquella pequeña crecer en ese ambiente, ir a la escuela y luego volver a un lugar donde muchas veces había cadáveres. Con los años, la guionista protestó. En más de una ocasión, pese al éxito de la película, aseguró que muchos elementos de su trabajo fueron cambiados para el largometraje.
6. Insultos y alcancía. Durante la promoción del largometraje, Dan Aykroyd contó en una entrevista con el programa The Arsenio Hall Show que, por idea de Jamie Lee Curtis, se estableció una suerte de alcancía en el set para que los actores adultos depositaran dinero cada vez que, por distracción o por algún enojo, decían alguna palabra subida de tono durante el rodaje. La idea era evitar que los niños escucharan ese tipo de vocabulario. “Había que poner 5 dólares por una palabra y 10 por otra”, contó el actor.
Por su parte, Jamie Lee Curtis señaló entonces que la idea nació porque ella sabía que por momentos no podía controlarse: “Mi boca tiene un cerebro propio”, contó en una entrevista y agregó: “Les dije a los chicos desde el primer día de ensayos que quería ser responsable con mi lenguaje”. Sin embargo, el plan no funcionó. Según revelaron, al finalizar las grabaciones la alcancía se llenó con 200 dólares que terminaron en manos de los niños.
7. El sauce. Uno de los elementos más emblemáticos del largometraje, quizá por su simbolismo, es el célebre sauce al que van los protagonistas a conversar y que tiene un rol central a lo largo de toda la historia. Sin embargo, tal como revelaron los productores de la película, que se rodó prácticamente toda en el estado de Florida aunque transcurría en el verano de 1972 en Madison, Pennsylvania, no fue fácil dar con las locaciones precisas para las grabaciones.
Entre las dificultades, estaba la de encontrar un sauce cerca de un estanque que luciera bien ante la cámara. Entonces, los realizadores decidieron usar otro árbol para varias escenas y colocarle falsas ramas de sauce. De esa manera consiguieron las tomas que buscaban y el tono bucólico de la estética general.
8. Bromas. Según revelaron los protagonistas, durante las grabaciones Culkin se ponía algo inquieto. Además de jugar a las cartas entre escena y escena y escuchar música con su walkman, el actor se dedicaba a hacerle bromas pesadas a la persona que tenía como tarea cuidarlos a él y a su compañera.
En una ocasión el niño robó la cinta adhesiva que usaban los técnicos y la puso en el asiento de un inodoro con la intención de que cayera en la trampa su cuidadora. Sin embargo, quien terminó siendo víctima de la broma fue la propia protagonista de la película.
9. Las abejas. Uno de los mayores desafíos para los realizadores fue el de trabajar con abejas para una de las escenas más trágicas del largometraje. Fue convocado un experto en el tema, que acompañó en todo momento al actor. Como el personaje de Thomas debía atraerlas, la producción decidió llenar de polen las manos de Culkin por unos instantes. Cuando el director dijera “corte”, el niño debía salir corriendo de inmediato para quitárselo.
10. Primera vez. Otro de los puntos centrales de Mi primer beso fue, justamente, crear el clima adecuado para el momento del beso. Ninguno de los protagonistas había tenido esa experiencia antes, por lo que resultó un verdadero reto. Además, tal como reveló el propio Culkin en diversas entrevistas, como se necesitaban tomas de distintos ángulos la escena fue grabada por lo menos 15 veces.
11. La opinión de los psicólogos. Por el impacto de la historia y el trágico final del protagonista, los realizadores convocaron a expertos en psicología y psicopedagogos, a quienes les mostraron el largometraje antes del estreno.
Los productores querían que diversos profesionales le aseguraran al público que la película era apta para ver con niños pese a que se hablara de la muerte y el duelo. Y así lo hicieron: los comunicados de prensa de Mi primer beso, además de contener los detalles técnicos, traían seis páginas con testimonios y avales que confirmaban que el tema estaba bien tratado.
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